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domingo 22 de diciembre de 2024

Mark Spitz alcanza la gloria deportiva

EXCELSIOR

04 de Septiembre 2012.- En cuatro años la historia proyectó uno de los episodios deportivos más célebres. Reflejos e imágenes; imágenes engarzadas por el tiempo y en el tiempo: la arrogancia bebiendo, atragantándose en el amargo acíbar, hundiéndose de rabia; la soberbia apurando dulce miel de la copa de la gloria y encumbrándose en la inmortalidad.

La victoria de algunos espíritus no parece concebible imaginarla, edificada, sin los cimientos del fracaso. Entre 1968 y 1972 Mark Spitz oscila en la prueba de los 200 metros estilo de mariposa en los dos polos, de la profunda oscuridad del nadir salta a la luminosidad del cenit. Su grandiosidad la marca un hecho incuestionable, singular, conquista siete medallas de oro en la pileta muniquesa con siete récords mundiales y otros tantos olímpicos, su nombre se mantendrá imperecedero durante la segunda mitad del siglo XX y la primera década del XXI. Nadie se compara con él, es el más grande de los héroes míticos en la escena de los Juegos Olímpicos. Hoy se cumplen 40 años de su hazaña.

El punto de conectividad son los 200 metros estilo de mariposa. Llega a México 1968 con el récord mundial y el antecedente de cinco notables victorias en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, incluso con el récord mundial de su prueba favorita. “Vengo a ganar cinco medallas de oro”, dice con aplomo, sentado en uno de los batientes de piedra negra que hay a la entrada de la pileta del CDOM, viste chamarra oscura, pantalón de mezclilla y tenis. Cerca de él están Mike Burton, John Nelson, Charles Hickcox, el entrenador George Haines.

El miércoles 24 de octubre de 1968, justo cuando faltan 68 días para terminar el año, Mark Spitz, de 18 años de edad, sufre resonante descalabro en los 200m de mariposa. Finaliza en el octavo y último lugar, una posición imprevista. Es el poseedor de la plusmarca mundial. Tras la derrota recorre dos largos estanques, los nada de crawl muy lentamente, tal vez enjuaga sus lágrimas de tristeza, antes de salir de la alberca. Rumia, lame en soledad la herida en su orgullo. Diez mil aficionados sorprendidos lo ven deslizarse en el agua.

El origen y explicación del resultado se localiza tres días atrás cuando su compañero Douglas Russell lo derrota en la prueba de los 100m estilo de mariposa, en la que Spitz es el plusmarquista mundial. Ahí el presuntuoso hablantín recibe un shock pues en realidad no pierde un oro si no dos, ya que conforme a una regla no escrita el vencedor de esta prueba alcanza el derecho de representar a su equipo en la posta combinada 4×100.

Las ilusiones de Spitz se estrellan con estrépito. Aún no está a la altura de la figura a la que desea emular, la saeta rubia Don Schollander, ganador de cuatro oros en los JO de Tokio 64, uno más que los alcanzó Johnny Weissmüller en París 1924. Spitz ocupa un tercer lugar en los 100m nado libre, lo superan el australiano Michael Wenden y Ken Walsh, de Estados Unidos. Logra dos oros en el esfuerzo colectivo del 4×100 y 4×200 m libres.

Regresa a Estados Unidos no con el rabo entre las patas sino espoleado por la derrota. Se reconcentra su altivez. En su entorno, en la década de los 60 y los 70, coincide en el tiempo con otros deportistas altivos, compatriotas suyos, que viven en la cumbre más alta, el boxeador Cassius Clay y el ajedrecista Bobby Fischer. El nadador Mark Spitz es producto de aquella época floreciente y renovadora en la que dos fuerzas antagónicas, Estados Unidos y la URSS, sostienen la Guerra Fría. Es una pugna tensional hacia el liderazgo universal catalizadora en superación en diversos campos, en el político, en el científico con la carrera espacial —el Sputnik de octubre de 57, el vuelo orbital del soviético Yuri Gagarin, y la caminata del estadunidense Neil Armstrong en la Luna— y en el deportivo.

Ahora ya no son cinco ni seis medallas de oro, irá a Múnich por siete. Su voluntad lo convierte en un esclavo del esfuerzo, es un poseso en el entrenamiento. Adopta una actitud de intolerancia con sus compañeros. George Haines el artífice de Santa Clara lo corre del equipo con cajas destempladas. Cuando Spitz tenía 13 años Haines le vaticinó: “Vas a ser el más grande nadador de todos los tiempos”.

La derrota que sufre en México es la chispa que enciende su aura, es también el impulso creador que hace funcionar su voluntad a martillazos; es un nadador obsesionado en busca de su mítico Ofir. Y es precisamente ese pensamiento intenso de superación, indeclinable, lo que lo lleva a perfeccionarse y lo proyecta a lo más alto del firmamento acuático y olímpico.

Su vida es impulsada por una idea. Anhela ser mejor que Don Schollander, lo que significa que también desea ser superior a Johnny Weissmüller. Su corazón arde en esa llama de pasión. Acaso porque aprendió a nadar de niño en el azul marítimo y en el azul etéreo de Hawai su espíritu se carga de ambiciones ilimitadas. Y las exterioriza a los cuatro vientos. Lo único que tiene Mark Spitz de modesto es su cuna, nació en el 10 de febrero de 1950 en Modesto, California.

Antes de que cumpliera dos años su familia se traslada a Hawai en donde su padre Arnold lo enseña a nadar en la playa de Waikiki. A los ocho años regresan a California; lo inscriben en la YMCA donde aprende las bases de la técnica natatoria. A los 10 años posee 17 récords en el concurso por edades.

Su cuerpo parece diseñado para el estilo de mariposa. Nadador de baja densidad corporal, músculos elásticos, huesos livianos, tenía una característica, podía flexionar las rodillas hacia atrás de tal suerte que visto de perfil Spitz mostraba la figura de una S. Su batido de pies era poderoso, como Arión parecía cabalgar en un delfín.

Los JO de Múnich se desarrollan del 26 de agosto al 10 de septiembre. Su programa es de lo más ambicioso, audaz y agobiante. Se inscribe en siete pruebas, cuatro individuales, 100 y 200 m libres, 100 y 200 m de mariposa con sus respectivas eliminatorias y los tres relevos. Cumplirlo exige versatilidad técnica y capacidad resistencial de animal salvaje.

El lunes 28 de agosto Mark Spitz ocupa el carril 4. Son los 200m de mariposa. Emplea un traje de baño de 35 gramos con el estampado de la bandera de los Estados Unidos. Tersa la superficie del rectángulo líquido azul plata la rompe con un braceo y pataleo poderoso. Da dos ciclos de brazada por una respiración. Lo flanquea Gary Hall y Robin Backhaus. Es otro Spitz al de hace cuatro años con mayor fortaleza biológica y síquica. Es un depredador. Se apodera de la punta y marca parciales de 50m -27.12, 100 m – 57.79, 150 m- 1:28.90 y 200 m -2:00.70. Rompe récord mundial y gana el oro. Una hora después, en el relevo libre 4×100, se zambulle en la cuarta posta y conquista su segundo oro y récords. Sus compañeros son Edgar, Murphy y Heidenreich quien nada su segmento más rápido que Spitz: 50.78 contra 50.91. ¿Podrá Spitz lograr la hazaña? Flota en aquel momento la pregunta.

Martes 29. Son los 200m libre. Encara a lo mejor de la época. Sus compañeros Genter y Tyler, los alemanes Werner Lampe y Klaus Steinbach, el australiano Michael Wenden, el ruso Vladimir Buré y el canadiense Ralph Hutton. Es su tercer oro con récords. Vuela a velocidad supersónica: 50 m-26.09, 100m – 54.93, 150, 1:24.28. 200m – 1:52.78. Sube al podio descalzo, recibe la medalla y ondea sus zapatos de la firma Adidas. Hay conmoción. Podría ser descalificado. El COI se para de pestañas, pero decide no actuar.

El jueves 31 de agosto regresa. Es el cuarto oro y récord. Es el hectómetro de mariposa. Apaga las aspiraciones de sus adversarios. Cruza el primer estanque en 25.38 y señala 54.27 RM.

Ese mismo día conquista la quinta presea de oro en la posta 4×200 m libres en 7:35.38 RM. La posta la forman Kinsella, Tyler, Genter y Spitz.

El 3 de septiembre es un día clave. En eliminatorias lo superan Heindenreich y el australiano Wenden. Hay expectación. Nada en el carril 3, el 2 lo ocupa el soviético Vladimir Buré. Estalla la energía de Spitz. Corta el agua, establece un ritmo insoportable. Hay un clamoreo en las tribunas. Toca la pared en 24.56 y la meta en 54.27. Es el hombre más poderoso de la Tierra en el agua. Es el amo y señor de la mariposa.

Se tiene la certeza de la séptima medalla que será en la posta combinado 4×100 combinado. Estados Unidos alinea con Stamm en dorso, Bruce en pecho, Spitz en mariposa y Heindenreich en crawl. Triunfa con récord en 3:48.16. Aventajan en casi cuatro segundos a la URSS.

En su carrera rompe 26 marcas mundiales. En lo individual tres veces en 100 y 200m libres, tres veces en 100m de mariposa y siete veces en los 200 m de mariposa. Tras los fatales acontecimientos de Septiembre Negro en los que mueren once deportistas de Israel, Spitz recibe especial protección al ser judío.

En la actualidad es uno de los cuatro deportistas que mayor número de oros ha ganado en Juegos Olímpicos después de Michael Phelps (18-2-2), Larissa Latynina (9-5-4) y Paavo Nurmi (9-3-0). Mark Spitz tiene 9 oros, 1 plata y 1 bronce.

Cronología de un hecho histórico en 1972

Spitz fue el primer nadador en la historia en competir en siete pruebas en unos Juegos Olímpicos; su hazaña de ganar siete oros en Múnich fue superada con ocho preseas doradas de Michael Phelps en Beijing 2008.

Lunes 28 de agosto
(200 metros mariposa). Mark Spitz comienza a forjar su legendaria hazaña con el primer oro en los 200 metros mariposa, en los que establece marca mundial con tiempo de 2:00.70 minutos.

Lunes 28 de agosto
(relevo 4X100 libre).
El dominio del equipo estadunidense fue claro y se cuelga la medalla de oro con Spitz en el grupo al marcar un tiempo de 3:26.42.

Martes 29 de agosto
(200 metros libre).
El nadador californiano mantiene su gran dominio y gana su tercer oro al establecer récord del mundo con 1:52.78 minutos.

Jueves 31 de agosto
(100 metros mariposa).
Spitz se confirma como el mejor mariposista del planeta con el primer lugar y récord planetario de 54.27 segundos.

Jueves 31 de agosto
(200 metros libre).
En el camino a ser leyenda, gana la prueba con marca de 1:52.73.

Domingo 3 de septiembre
(100 metros libre).
Su paso dominante lo llevó al sexto oro con tiempo de 51.22.

Lunes 4 de septiembre
(4X100 combinado).
Alcanza la séptima medalla en equipo con tiempo de 3:38.16.

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