Sí, Jesús estaba casado con María Magdalena, que era gnóstica

JUAN ARIAS/EL PAÍS

El descubrimiento del papiro que revela por primera vez que Jesús estaba casado con la Magdalena, no es una novedad a pesar de que la noticia ha recorrido enseguida el mundo.

La lámina es propiedad de un coleccionista anónimo que contactó con King en 2010, para que investigase lo que consideraba una prueba de que Jesús estuvo casado.

La autoridad de la profesora de la Universidad de Harvard (Boston), Karen King, es indiscutible en cuanto a su afirmación de que el papiro, del siglo IV escrito en copto, el egipcio antiguo, aunque deteriorado, es auténtico y puede remontarse al trozo de un evangelio gnóstico del siglo II después de Cristo.

Hay en las pocas lineas que Karen ha conseguido descifrar dos frases fundamentales. La primera que es la que ha dado el nombre al papiro es la que más ha impresionado a la opinión pública. Es la que Jesús, en un diálogo con sus discípulos les habla de “mi mujer”. Y, sin embargo me voy a permitir afirmar que junto a ella no es menos importante la segunda en la que Jesús refiriéndose a María Magdalena afirma: “Ella puede ser mi discípula también”. ¿Por qué ese “también”?

Se trata de algo muy importante ya que da a entender que la Magdalena era una gnóstica, seguidora de la teología que llegó a competir con la de Pablo de Tarso en los primeros años del Cristianismo y que acabó condenada por la Iglesia en la que prevaleció la teología de la cruz de Pablo.

Mientras la teología de la cruz, proclamada por el judío perseguidor de cristianos y después perseguidor de judíos cuando se convirtió al cristianismo, afirma que el mal del mundo se “origina del pecado”, para los gnósticos, al revés, el mal nace de “la falta de conocimiento”. Son dos teologías totalmente diferentes.

A punto estuvo el gnosticismo de convertirse en la teología de la nueva secta cristiana. Perdió la batalla y los famosos evangelios gnósticos fueron quemados.

Afortunadamente, algunos, como el del Evangelio de María Magdalena, fueron escondidos por unos monjes y han conseguido llegar hasta nosotros.

Poco conocidos y denostados por la Iglesia oficial vaticana, en ellos aparece claramente cómo la Magadalena era la discípula predilecta de Jesús, despertando los celos de Pedro y de los otros discípulos que se quejaban de que era a ella a quien confiaba sus “mayores secretos”.

En ” El evangelio de María Magdalena” ella dice que “besaba en la boca” a Jesús. Además de una declaración de afecto, revela la naturaleza gnóstica de María ya que según esa filosofía el conocimiento se transmitía a través del beso.

La doctrina gnóstica había sido acogida sobretodo por el grupo de mujeres que seguían a Jesús y que fueron las primeras sacerdotisas cristianas. Y la líder era María de Magdala, que acabó siendo erróneamente confundida con María la prostituta. La misma Iglesia la confundió durante siglos hasta que echó marcha atrás y hasta cambió los textos bíblicos de la liturgia de su fiesta.

Es posible que la Magdalena ni fuera judía.

En 2006 la editorial Aguilar publicó mi libro “La Magdalena- El último tabús del cristianismo-El secreto mejor guardado de la Iglesia- Las relaciones entre Jesús y María Magdalena”.

En él sostuve entonces, y ninguna autoridad vaticana contestó el libro, que Jesús estaba casado con la Magdalena. No conocía entonces el papiro desubierto ahora en el que Jesús mismo afirma que, en efecto, era su mujer.

Mi tesis se basaba en un estudio hermenéutico de los cuatro evangélicos canónicos, considerados inspirados por la Iglesia y en los gnósticos que durante siglos fueron también aceptados y citados por los primeros teólogos cristianos y por los Padres de la Iglesia.

Uno de los argumentos más fuertes de que María de Magdala era la mujer de Jesús, según puede deducirse de los evangelios es el hecho de que resucitado, Jesús no se aparece, como hubiese sido lógico a Pedro y a sus discípulos, sino a la Magdalena, cuando entre los judíos de aquella época, una mujer no podía ser testigo creíble en un proceso judicial.

De hecho, Pedro no la cree y va él mismo a la tumba de Jesús para cerciorarse de la confesión de Magdalena.

Santo Tomás de Aquino se torturó toda la vida preguntándose por qué Jesús resucitado no se apareció a Pedro, considerado el jefe de la nueva Iglesia, sino a la Magdalena, una mujer.

Recuerdo que José Saramago leyendo mi libro confió a Pilar, su esposa: “Es más evidente que la luz del sol. Si a mí, Pilar, al morirme, me dejaran aparecerme a alguien ¿a quien me iba a aparecer primero sino a ti, mi mujer a la que amo?

No he podido por ello, dejado de sentir una cierta satisfacción con el descubrimiento de ese papiro, que, si se confirmase auténtico sería la mejor prueba de la tesis por mi sostenida hace ya seis años.

Y aunque no lo fuera, no tengo la más mínima duda de que el matrimonio de Jesús con la Magdalena fue un hecho histórico indiscutible que en el futuro acabará siendo confirmado cada vez con mayor evidencia por los nuevos posibles manuscritos que puedan aún ser hallados.

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