MARIO BER
Es uno de los principales realizadores de Israel. Tiene en su haber películas del calibre de La novia siria (2004), ganadora de 18 premios internacionales y estrenada en todo el mundo; Gmar Gavi’a (Final de copa) (1992), que participó en los festivales de Venecia y de Berlín; Zohar (1993), la película de mayor recaudación en Israel en los años noventa; Pituy (Tentación) (2002), basada en un superventas israelí; Tzomet volkan (2000), una historia nostálgica acerca del rock & roll, y su primera película, B’Yom Bahir Ro’im et Dameshek (Los días claros se ve Damasco), (1984). Los limoneros (2006) y El Director de Recursos Humanos (2010).
Ha dirigido y producido numerosos telefilms, series de éxito y documentales. Nació en Jerusalén; creció en Estados Unidos, Canadá y Brasil. Se licenció en la Escuela Nacional de Cine de Beaconsfield, Inglaterra, en 1982. Está casado con Dina, que también es realizadora, y es el padre de Tammy (periodista) y Jonathan (pianista de jazz). Vive en Tel Aviv.
El cine que vemos mal o no vemos
Queremos hablar con Ustedes acerca de la identidad judía en el cine. Más de un centenar de personas aceptaron la propuesta. Pero tenemos una dificultad.
Aquí se estrenaron pocas películas de este director, gran conocedor de la cinematografía actual, virtuoso elaborador de imágenes, profundo testigo de la realidad política israelí contemporánea, intérprete muy personal de la misma, y a quien pensaba a través de algo de prejuicio, malestar y algo así como de considerarlo un personero de aquel cine “realista político” ambiguo, amigo del adversario de Israel, elegido por los enemigos políticos locales del sionismo para justificar sus prevenciones frente a aquellos judíos militantes en instituciones comunitarias en Argentina, muchas veces con un compromiso a priori coincidente con posturas gubernamentales israelíes.
Hoy tuve la ocasión de sentarme a ver aquellas películas estrenadas en nuestro medio y verlas con la perspectiva que dan algunos años más, y sorprenderme con la amplia carga de contenidos no notados por mí en oportunidad de los estrenos respectivos.
La particular referencia al tema de “lo femenino”, al igual que tantos maestros del cine contemporáneo, Ingmar Bergman, Woody Allen y el cuentista Isaac Bashevis Singer: los temas del “género femenino” la convicción de que el actual Israel no es heredero de empresa colonialista alguna, la legitimidad de la conexión judía con la tierra de Israel, como lo afirma A. Oz, El real contrapeso jurídico de la Corte Suprema Israelí a cualquier intento fanático colonialista, la búsqueda de lo humano en las motivaciones nacionales judías, la profunda comprensión del director sobre la personalidad de sus personajes, que me llevaron a reconsiderar su obra.
Para ver si coincidimos con nuestros lectores hago dos propuestas: 1) Ver sus películas (las que se consiguen en video clubes) 2) Leer las entrevistas a Riklis que publicamos a continuación, y plantear preguntas y comentarios que a través del debate y, si cabe, la polémica, ayuden a todos a una mejor comprensión.
Entrevista 1
Podés ver el trailer oficial de Etz limón – Los limoneros, desde el siguiente link: https://youtu.be/dB68iKIz1iw
¿Cómo y cuándo nació la idea de Los Limoneros?
Cuando acabé de rodar La novia siria, tenía dos cosas muy claras. La primera era que quería volver a dirigir a Hiam Abbas, esta vez en un papel principal, y la segunda era que quería acercarme más a la situación de Oriente Próximo. En otras palabras, dejar los Altos del Golán y meterme de lleno en la explosiva situación entre Israel y los palestinos. Empecé a buscar una historia y encontré varios ejemplos de palestinos que habían llevado al Estado de Israel a los tribunales. La idea me intrigó por varias razones. En primer lugar, el hecho de que los palestinos pueden llegar hasta el Tribunal Supremo dice mucho a favor del sistema judicial israelí. En segundo lugar, a pesar del sistema (y sin tener en cuenta las decisiones de los diferentes tribunales al final del juicio), existe una profunda sensación de injusticia y, sobre todo, de aturdimiento después de tantos años de ocupación. Ambos lados han hecho cosas deplorables, nada es blanco o negro, pero la historia de unos limoneros que se convierten en una amenaza a la seguridad nacional solo porque tienen la mala suerte de estar al lado de la casa de la persona encargada de dicha seguridad, me pareció el marco perfecto para lo que quería contar. Y el hecho de que miles de historias similares han ocurrido y volverán a ocurrir, me empujó aún más.
¿Los Limoneros es una película política?
No creo en esa terminología, me parece desfasada. Todo hoy en día es político. Todo lo que se diga, se haga o se piense producirá una reacción política. Las decisiones que toman políticos a miles de kilómetros afectan al mundo entero, sobre todo en una “zona peligrosa” como es Oriente Próximo, pero también si se vive en Nueva York, París o Berlín. No, Los Limoneros no es una película política, es la historia de unas personas atrapadas en un enfrentamiento político. El ministro de Defensa, su esposa, Salma, el abogado, todos están atrapados en sus situaciones personales y públicas, en su modo de pensar. No es política porque no intenta imponer un punto de vista. Se limita a contar una historia, a mostrar emociones y a enseñar una situación delicada y compleja situada contra un telón de fondo explosivo. Subrayo la palabra “historia” porque quería contar una historia conmovedora que fuera accesible a un público plural en todo el mundo.
Háblenos de cómo trabajó con los actores y el equipo técnico.
Empezaré con Rainer Klausmann, un director de fotografía genial y un hombre genial. Era la primera vez que trabajábamos juntos, pero estábamos de acuerdo que se trataba de una película simple donde no se juzgaba a nadie. Los Limoneros es, en gran parte, el resultado de este punto de vista compartido. Rainer es suizo y trajo consigo a tres técnicos alemanes que se unieron al equipo israelí. Los coproductores, Bettina, Michael y Antoine, son alemanes y franceses. Es nuestra segunda colaboración después de La novia siria. La coguionista Suha es palestina-israelí. Los actores son israelíes, palestino-israelíes y palestinos. Pero todos han compartido el mismo deseo, que la historia funcione. Pero hablando concretamente de los actores, Hiam ha sido parte de mí, y espero haber sido parte de ella. Estoy seguro de que ha sido así. Los actores y el director deben formar un todo para alcanzar el nivel de intensidad, vulnerabilidad y sinceridad requeridas para comunicar de forma creíble una situación conmovedora. Esta regla puede aplicarse a los otros actores, Rona, Ali, Doron, Tarikh, y a los demás miembros de un maravilloso reparto que me permitieron meterme en la piel de un ministro de Defensa, de un abogado, de un campesino o de un solitario soldado que vigila el campo de limoneros desde una atalaya.
Y para terminar, ¿Los Limoneros cambiará el mundo?
Claro, ¿no se ha dado cuenta? Ya lo dice la canción: “Los limones, qué bonitos, pero no hay quien los coma”. Me basta con hacer una modesta contribución, quizá ayudar a romper algunas ideas preconcebidas y dar que pensar un poco…
Entrevista 2
La entrevista tuvo lugar en la terraza de una conocida cafetería del barrio de Gracia de Barcelona. Eran Riklis (Jerusalem, 1954) es un tipo simpático, divertido y con aspecto de travieso. La conversación se desarrolló de manera fluida, gracias a las traducciones de Mathilde Granje a ritmo vertiginoso, aunque Eran que es políglota también utilizó algunas palabras y frases en castellano. Ha sido una de las entrevistas en las que más he disfrutado.
Eran Riklis vive actualmente en Tel Aviv, aunque se considera ciudadano del mundo. Creció en Canadá, Estados Unidos, Brasil e Israel. Se licenció en la Escuela Nacional de Cine de Beaconsfield, en Inglaterra. Empezó a trabajar en cine en 1975. Ha rodado más de 300 anuncios, así como numerosos telefilms y series. Está casado con la realizadora Dina Riklis y tiene dos hijos, uno de ellos vive en Estados Unidos y es pianista de jazz. “El viaje del director de recursos” es su octavo largometraje que se estrena mañana en España. Debutó en 1984 con “Los días claros se ve en Damasco”, a la que siguieron “Final de copa” (1992), “Zohar” (1993), “Tzomet volkan” (2000), “Tentación” (2002), “La novia siria” (2004) y la excelente “Los limoneros” (2008)
J.L.P En primer lugar quiero felicitarte por la película. ¿Entiendes “El viaje del director de recursos humanos” como una road movie?
Eran Riklis: ¡Muchas gracias! Respecto a tu pregunta, totalmente. Sí, para mí era un bonito reto hacer una road movie, sobre todo ir a rodar a Rumanía. Creo que es un formato interesante, porque te permite una libertad dramática, cualquier cosa puede ocurrir en una road movie. Me dio una sensación de libertad, de alegría pura, aunque fue una película muy difícil de rodar. En el fondo fue sencillo, porque sentía la película. El tema central de la película es la búsqueda de nuestra humanidad.
J.L.P Una cosa que me ha sorprendido muy positivamente es que hablas de política, aunque ese no es el tema central y criticas la situación en la que está actualmente Israel.
E.R: Bueno, creo que en el 2011 es la única forma de hacerlo. Las películas totalmente políticas están pasadas de moda. En los 70 y en los 80 gente como Costa Gavras, que me encanta, en películas como “Z” que me gustan mucho, hicieron grandes películas políticas. Ahora hay que ser más listo. Hay que tratar temas serios, importantes pero hay que saber ser moderno. Por eso he intentado hacer una película política moderna.
J.L.P ¿Eres crítico con el actual gobierno de tu país?
E.R: Creo que hay que serlo. Políticamente hablando soy de izquierdas y el gobierno actual es de derechas, hay que ser crítico. Hay que ser inteligente en la crítica y hay qué decir por qué se es crítico. Hay que poner un foco encima de ciertas cosas, lo que nos molesta en el mundo. Hay que ser crítico con cualquier gobierno, no solo con el de Israel. En este caso los personajes son israelís pero también podrían ser de España, de México o de Japón.
J.L.P ¿Qué te parece Barcelona?
E.R: Llevo aquí solo 4 horas y me encanta, de momento. En España ya había estado varias veces, en Madrid, en Valencia y San Sebastián. Es la primera vez que tengo el placer de venir a Barcelona. Esta ciudad me recuerda a Tel Aviv, donde vivo, el clima es parecido, parece fantástico, es una ciudad fácil para moverse, da la impresión de que es una ciudad grande y a la vez relajada. Lo único que es mejor aquí que en Tel Aviv es el fútbol, el Barça, tenéis grandes jugadores como Messi o Xavi.
J.L.P Vamos a hablar ahora de un tema que está muy candente ¿qué tipo de relación crees que debe haber entre internet y el cine?
E.R: Creo que la piratería está mal, todos lo sabemos, pero también sabemos que no se puede parar. Hace dos semanas fui a ver a mi hermana, en Tel Aviv, su hijo tiene 12 años y me dice: mira, ¿quieres ver tu película?. En dos minutos la bajó. ¿Qué le digo? Oye, esto no se hace, es mi película. Pero es así, creo que nosotros los realizadores debemos tomárnoslo de una forma inteligente, sobre todo el cine independiente, creo que deberíamos intentar convencer al público que la mejor experiencia es ir a ver las películas en el cine, en pantalla grande, compartirlo con la gente, con el público que está a tu lado, luego tomarse una cerveza en el bar de al lado, salir de casa, es la única forma, sino no se puede luchar contra internet, contra la piratería. Está claro que todo va a estar en internet. Ayer estaba leyendo que una productora en Estados Unidos ha llevado a juicio a 24.000 personas por bajarse la última película de Kathryn Bigelow. Me parece estúpido.
J.L.P ¿Cómo ves el fenómeno del 3 D?
E.R: ¡Uff! Creo que se está convirtiendo en una estupidez. Hace unas semanas fui a Nueva York y tenía la tarde libre, me fui a ver “Piratas del Caribe 4”, en un cine enorme. Ves la película y no hay nada. De vez en cuando, una chispa de agua o una ola pequeña que se acerca a ti. Creo que puede ser interesante para algunas películas, pero ahora se ha llegado a niveles que no tienen ningún sentido.
J.L.P ¿Qué películas son referenciales o están entre tus favoritas?
E.R: “La gran ilusión”, de Jean Renoir. “Chinatown”, de Polansky. “Five easy pieces” de Jack Nicholson
J.L.P Creo que aquí se tituló como “Mi vida es mi vida”
E.R: También me gustó mucho una película nueva que vi hace dos meses, “Control”, es una película inglesa sobre el grupo Joy Division.
J.L.P ¿Qué aficiones tienes?
E.R La principal es la música, fundamentalmente el jazz clásico, solistas como Charlie Parker o Miles Davis. Mi hijo precisamente es pianista de jazz en Nueva York, tiene 25 años y es muy bueno, es un gran orgullo para mí. También me gusta mucho leer y me encanta cocinar
J.L.P A mí también me gusta mucho cocinar, sobre todo cocina mediterránea y japonesa.
E.R: La cocina japonesa me gusta mucho, pero no la cocino. Me gusta hacer cocina mediterránea, mezclo mucho y también comida del Magreb
J.L.P Para cerrar, háblame de proyectos
E.R: ¡Muchos, tengo muchos! Acabo de terminar una nueva película, hace un mes. Se llama “Play off” y trata de un entrenador israelí del Maccabi que nació en Alemania y su padre murió en un campo de concentración y 40 años más tarde los alemanes le piden que sea el entrenador de la selección nacional de Baloncesto. Es una película bastante dramática. Ahora preparo una película que se llama “Los árabes danzantes”, es una comedia. El guionista es árabe-israelí. Trata el problema de la identidad, eres árabe en un país judío ¿quién eres? Es una película muy humorística.
J.L.P ¡Muchas gracias, ha sido un placer!
E.R ¡Muchas gracias a ti, te aseguro que para mí también ha sido un placer!
Nos despedimos con un abrazo. Mañana, distribuida por Golem, se estrena en España “El viaje del director de recursos humanos”, una película que recomiendo.
Entrevista 3
-¿Cómo nació la idea de adaptar la novela El director de recursos humanos, de Abraham B. Yehosua, para la gran pantalla?
– Haim Mecklberg, el productor con el que trabajo, me propuso el proyecto porque pensó que encajaría bien conmigo. ¡Cuánta razón tenía!
Mi coguionista, Noah Stollman, y yo quisimos ser fieles al libro, pero sentirnos libres para ir en la dirección más conveniente por razones de narrativa y de realización. En mi opinión, la adaptación de una obra cinematográfica es una obra completa en sí misma, que ante todo debe funcionar de forma autónoma, sin necesidad de referirse a la novela.
– ¿EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS denuncia el cinismo del mundo empresarial?
– No era ese el objetivo, aunque obviamente forma parte del proyecto. Me parece que la película no se refiere tanto al cinismo de la empresa, sino al cinismo y a la indiferencia que nos caracteriza a todos ante una persona extraña o cuando oímos hablar del sufrimiento de los demás. Para mí, el auténtico tema de la película es la búsqueda de nuestra humanidad y de cómo la vemos.
– ¿Por qué se decantó por una panadería?
– En la novela se habla de una panadería, y me pareció pertinente dado que el pan es un alimento básico, que tiene sus orígenes de la tierra, y que está presente en nuestra vida cotidiana. Desde el punto de vista religioso, el pan simboliza el cuerpo, lo que funciona en la película, sin ser una metáfora muy obvia.
– El personaje del director de recursos humanos no asume sus responsabilidades familiares y profesionales. ¿Su viaje a Rumanía equivale a un periplo iniciático?
– Sí, porque ese viaje, esa misión, le permite descubrirse, o incluso redescubrirse. Es necesario que se reconcilie consigo mismo, con su familia y con su entorno antes de que sea tarde y se vea condenado a llevar una vida solitaria apiadándose de sí mismo.
Por lo tanto, debe distanciarse de su realidad más inmediata; todos lo hacemos en situaciones similares a esta: huimos de la rutina cotidiana, nos mentimos y reaprendemos a aceptar la verdad tal como es. Debe emprender un viaje en el espacio para realizar este viaje espiritual y convertirse en un hombre mejor.
Creo que en el fondo, el director de recursos humanos es un buen hombre con mucha sensibilidad.
– Israel parece ser una “tierra prometida” para los inmigrantes, como la joven rumana que trabaja en la panadería. ¿Le parece importante recordar esta realidad desconocida por muchos?
– La condición de los inmigrantes es un problema recurrente en un país como Israel. Vienen para encontrar trabajo y sobrevivir. Tienen la sensación de llegar a Tierra Santa, pero a menudo solo se encuentran sufrimiento y tristeza. Esos inmigrantes son el punto de partida de la película.
– Al final de la película, la madre de Yulia insiste en que su hija debe ser enterrada en Tierra Santa, ¿por qué?
– Tierra Santa, sobre todo Jerusalén, formaban parte del sueño de Yulia. Lo dejó todo para hacer realidad su sueño, con la esperanza de que su hijo se uniera a ella, e incluso su madre. Murió intentando conseguirlo. ¿Fue feliz en Jerusalén? El director de recursos humanos no lo sabe. Pero su madre cree que si vivió en Jerusalén y murió allí, su cuerpo debe reposar allí. Su hijo comparte esta opinión, y el director de recursos humanos, después de este largo periplo, está de acuerdo.
– En sus películas opone universos muy dispares.
– Siempre busco el lado humano en los conflictos y en los enfrentamientos. Creo en la humanidad, aunque pienso que a menudo se esconde detrás de prejuicios, odio y ceguera. Pero estoy convencido de que está aquí.
– La cónsul es un personaje extraordinario. ¿Cómo se le ocurrió?
– Aparece en la novela y escogí a una actriz espléndida, Rozina Kambos, para interpretarla (Premio Ophir a la Mejor Actriz de Reparto de la Academia de Cine Israelí). Es divertida, agresiva, un poco loca, obsesionada y absolutamente genial.
– ¿Por qué escogió a Mark Ivanir para el papel de director de recursos humanos?
– Cuando empecé a buscar actores para el personaje del director de recursos humanos, pensé en él, pero antes vi a otros actores. Cuando por fin vino a hacer una prueba, no me convenció. Decidí pasar un día en Roma con él, y fue entonces cuando me di cuenta de que era el actor que buscaba.
Me gusta la mezcla de culturas que hay en él: es muy israelí, a pesar de ser de origen ruso y de llevar diez años viviendo en Los Ángeles. Tiene un estilo muy interesante en el que se mezclan tradiciones estadounidenses, israelíes y europeas.
– Ha sabido encontrar el alma “rumana”, a la vez trágica, cómica y absurda, que se transparenta en el cine rumano.
– Me gusta mucho el cine y la música rumana, aunque no conozco bien la cultura del país. Me documenté sobre las costumbres, el humor, la humanidad, la melancolía y la complejidad del pueblo rumano.
– ¿Y las localizaciones?
– Me enamoré de Rumanía la primera vez que fui. Hemos rodado en la mayoría de los decorados naturales que vi esa primera vez. Es un país muy cinematográfico, tanto por los paisajes como por sus habitantes.
– La partitura de Cyril Morin tiene acentos cíngaros.
– Así es, Cyril y yo decidimos explorar temas cíngaros sin recalcarlo mucho. Me da la impresión de que el resultado final de la partitura funciona porque refleja el estado anímico del director de recursos humanos y acompaña el periplo por Rumanía.
– Sus películas anteriores son más “sedentarias”, pero EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS hace pensar en una road-movie.
– Es una road-movie e incorpora todos los códigos del género. Me encanta porque me parece que da libertad narrativa a pesar de funcionar dentro de un marco codificado.
– Sus dos películas anteriores abordaban de un modo u otro el conflicto palestino-israelí. ¿Hay algún nexo entre ellas y esta?
– Mis películas siempre hablan de la sociedad israelí bajo diferentes ángulos, el político, el social y el personal, por lo que todas tienen un nexo. Puede parecer que EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS sea menos comprometido políticamente hablando, pero en mi opinión, lo es tanto como La novia siria y Los limoneros. Hurga en la psicología israelí y estudia cómo ven los israelíes a los extranjeros, árabes u otros, y al mundo.
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