LEÓN OPALÍN
El presidente Hugo Chávez (HCH), que gobierna Venezuela desde 1999, logró la reelección para un cuarto mandato el pasado 6 de octubre con 55.26 % del total de los votos, frente a 44.13 % de Hernesto Capriles (HC), quien a sus 40 años logró unificar a la oposición que se formó para restablecer la democracia. La asistencia a las urnas estableció un “record” de alrededor de 81.0% de los 19 millones de ciudadanos que fueron convocados a votar; cabe hacer notar que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela adelantó los comicios, que desde 1947 se habían celebrado en diciembre, debido a los problemas de salud de HCH. En este ámbito, analistas políticos anticipaban un proceso electoral violento, sin embargo, el Consejo lo calificó de tranquilo y sin sobresaltos, HC aceptó de inmediato su derrota.
Asimismo, la comunidad internacional y los observadores asignados a los comicios, también reconocieron la limpieza del proceso; los gobiernos de América Latina, Europa y el de EUA se congratularon “por una elección presidencial democrática”. No obstante que en los centros de voto no se observó ningún fraude previo a los comicios, el chavismo condicionó el entorno para que HCH triunfara; el aparato oficial utilizó la riqueza petrolera que se acumuló en Venezuela tras la bonanza de las cotizaciones internacionales del crudo, que le permitió a HCH destinarla, sin empacho alguno, como si fueran recursos de su propiedad, a diferentes programas asistenciales orientados a los estratos más pobres de la población; fueron 300,000 millones de dólares que de una u otra manera, se destinaron a la compra de votos y al acceso ilimitado al tiempo de televisión y otros medios de comunicación masiva para sus campañas proselitistas.
Por otra parte, el chavismo desarrolló una estrategia de intimidación a trabajadores y empleados públicos para que votaran por HCH, el aparato gubernamental adiestró bandas callejeras para controlar una votación adversa, “las redes de movilización inmediata” compartieron sus funciones con las milicias chavistas que tienen entrenamiento militar y están armadas. Una misión fundamental de las milicias es la intimidación permanente a opositores, acarrear gente a manifestaciones oficiales y “mantener vivo el miedo en quienes denuncian las atrocidades del régimen”. Este esquema de control está inspirado en el modelo iraní del presidente Mahmud Ahmadineyad, que fue usado por su régimen represor contra las manifestaciones del 2009, en el curso de la llamada Revolución Verde.
Analistas políticos consideran que si HCH no hubiera ganado en las elecciones, difícilmente hubiera aceptado la victoria de HC. Previo a los comicios, HCH había descalificado a HC, y no quiso debatir con él, porque “era un chico analfabeta político” calificándolo de “agente nazi-sionista; Capriles se disfrazó de cristiano, empero, en realidad es un sionista que odia a Jesús y a la Virgen”; esto en alusión a que no obstante que HC es practicante de la fe católica, es descendiente de judíos del Holocausto. Su abuela vivió en el Guetto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial y sus cuatro bisabuelos, también judíos, murieron en el campo de concentración de Treblinka.
El despilfarro de recursos públicos y la represión que HCH ha ejercido contra sus opositores, le ha ayudado a sus sucesivas reelecciones; sin embargo, estos hechos han causado daño económico y social a Venezuela. HCH provocó que se colapsara la economía; la actividad agrícola e industrial ha declinado, especialmente la producción de petróleo, la principal fuente de divisas de ese país; la empresa paraestatal petrolera, destaca por su ineficiencia, acrecentó su planta de personal de 32,000 al inicio de la gestión de HCH a más de 100,000 en el presente.
El incremento en la inflación y en el desempleo ha causado mayores niveles de pobreza y marginación; en paralelo al acaparamiento de víveres, existe hambre. Durante la administración chavista Venezuela cayó al último lugar mundial en el índice de libertad económica que manejan los Institutos Frazer y el Cato.
HCH provocó la desarticulación social; Venezuela se convirtió en el país más inseguro del mundo; 159,000 homicidios en los últimos 14 años; el chavismo estableció un sistema de injusticia social afectando a personas y empresas; se han realizado expropiaciones injustificadas de empresas y se ha acosado a los medios de comunicación para acallarlos.
Tras la “transparente” reelección de HCH, la agencia calificadora de crédito Fitch ha señalado que el gobierno de Venezuela enfrenta el desafío de ajustar su política cambiaria y sigue latente una considerable incertidumbre para mantener a raya el déficit fiscal, para continuar el crecimiento económico y para el combate a la inflación. Igualmente, advirtió que sin ajustes en el manejo de la política económica, el nivel de endeudamiento del gobierno se incrementará. Los pasivos externos superan 86,000 millones de dólares hoy día. Este es el panorama que posiblemente enfrentará HC en la medida que HCH pudiera quedar inhabilitado por su enfermedad y el gobierno se viera precisado a convocar a nuevas elecciones.
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