JULIÁN SCHVINDLERMAN/REVISTA COMPROMISO
La Hermandad Musulmana fue establecida en Egipto en 1928 por el jeque Hassan al-Banna bajo la inspiración de una visión islámica ultraortodoxa y xenófoba. Su objetivo era imponer la Sharía (ley religiosa musulmana) a la vida social y política de los egipcios y luchar contra los infieles. A partir de los años treinta se involucró en la política y vio una oportunidad participativa en las revueltas árabes de 1936-1939 en Palestina. Desde los años cuarenta, agrupaciones leales a su ideología adoptaron su nombre y sus consignas en Palestina, Jordania, Siria, el Líbano y Sudán, aunque no siempre mantuvieron lazos estrechos permanentes con la base en Egipto.
La Hermandad pretendió dar una respuesta islámica en el plano religioso, social, político y cultural a la percibida occidentalización de las sociedades musulmanas expresada en la secularización y el relajo en las normas tradicionales en su época. Los Hermanos Musulmanes consideraban que la sociedad árabe-islámica estaba en declive y sometida a la cultura occidental imperante y quisieron erigirse como un freno -idealmente, o en una alternativa posible al menos- a ese orden reinante. Veían en la comunidad su fortaleza, siendo la mezquita y la educación religiosa elementos centrales de su gestión. Pero también abrazaron la violencia -la jihad- como método de propagación de su causa, creando secciones clandestinas paramilitares en su seno. Apelaron a las revueltas y a los asesinatos políticos y para la segunda mitad de los años cuarenta ya podían exhibir el cuestionable crédito de haber matado a ministros del gabinete egipcio.
Cuando las naciones árabes declararon la guerra al recién nacido estado judío, en 1948, los Hermanos Musulmanes enviaron grandes contingentes de combatientes contra las tropas sionistas. Ante la derrota árabe en la guerra, la Hermandad culpó al gobierno de El Cairo y recrudeció su actividad guerrillera y terrorista. Para finales de 1948 el gobierno egipcio proscribió a la agrupación, ésta respondió asesinando al premier y, en represalia, el ejército ultimó al propio Hassan al-Banna al poco tiempo. El movimiento se debilitó.
Un nuevo golpe le fue asestado cuando un grupo de oficiales, entre ellos, Gamal Abdel Nasser, derrocó a la monarquía gobernante por medio de un golpe de estado y prohibió a todos los partidos políticos. Aunque inicialmente no incluyó a la Hermandad en la proscripción, las relaciones entre unos y otros rápidamente deterioraron. Los Hermanos Musulmanes objetaban la orientación laica del régimen y los militares veían en éstos un movimiento subversivo: los prohibieron en 1954. Luego de que la Hermandad intentara matar a Nasser, éste lanzó una campaña persecutoria feroz, arrestando a miles, ejecutando a varios cabecillas del movimiento y llevando a otros muchos a buscar refugio en el extranjero. Aún así, la agrupación sobrevivió. Un nuevo ataque fallido contra Nasser en la década del sesenta precipitó una nueva redada contra el movimiento, resultando en miles de arrestos, cientos de juicios y en la ejecución de Sayyid Qutb, el ideólogo preeminente de los Hermanos Musulmanes. La lucha entre el panarabismo nasserista y el islamismo radical estaba en plena ebullición.
A comienzos de los años setenta asumió Anwar Sadat el poder en Egipto y para fines de la década entabló la paz con el estado de Israel y llevó al país árabe a la órbita estadounidense. La Hermandad estaba escandalizada.
Pero los años medios de la década mostraron una convivencia relativa, evidenciada en la puesta en libertad de integrantes del movimiento que habían sido arrestados por Nasser, se les permitió tener sus medios de prensa y llegaron a penetrar las universidades. Pero, al igual que sus predecesores, Sadat les impidió organizarse políticamente. Por momentos, sus publicaciones fueron censuradas y sus miembros perseguidos. Firmar la paz con Israel le costó a Sadat su vida: en octubre de 1981 un comando de extremistas islámicos de la Jihad Islámica Egipcia lo acribilló a tiros durante un desfile militar en conmemoración de la guerra lanzada contra Israel en 1973.
Sadat fue sucedido por Hosni Mubarak. Su gobierno de tres décadas tuvo una relación tirante con los islamistas en general y, de hecho, padeció atentados fallidos en su contra. La Hermandad se mantuvo alejada de la violencia política, concentrando su atención en consolidar una base política sólida y expandir su influencia por el país pudiendo transformarse en el movimiento fundamentalista islámico más grande de esa nación árabe.
Cuando estallaron las revueltas contra el régimen de Mubarak a comienzos del 2011, la Hermandad hábilmente capitalizó el descontento popular logrando, gradualmente, convertirse en referente de una protesta masiva lanzada por laicos, obtener la mayor cantidad de bancas del Parlamento y finalmente ganar, en junio de 2012, la presidencia del país.
A ochenta y cuatro años de su fundación y al cabo de una historia turbulenta, los Hermanos Musulmanes alcanzaron el mayor éxito político y legitimidad posible en la tierra que los vio nacer.
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