Artículo de enero de 2011
DR GERARDO STUCZYNSKI
El jefe negociador de la Autoridad Palestina, Saeb Erekat, declaró que daban por finalizadas las negociaciones de paz con Israel y que por tanto deberán decidir los próximos pasos a dar, refiriéndose claramente a medidas unilaterales.
Pocos periodistas, analistas u hombres de gobierno se han hecho esta pregunta (al menos públicamente): ¿quieren verdaderamente los palestinos tener su propio Estado? ¿Quieren verdaderamente vivir en paz al lado de su vecino Israel?
Si éstos fueran los objetivos, ¿qué camino adoptarían sus dirigentes? La tesitura de no negociar con Israel ¿a qué metas conduce? Y mi pregunta preferida, ¿si Ud. fuese un líder palestino, seguiría ese plan de acción?
Nuestra lógica occidental indica que si queremos lograr una solución acordada, debemos negociar, que si perseguimos la paz, debemos estar dispuestos a pagar algún precio razonable para alcanzarla. ¿Quieren los palestinos lograrla?
Israel siempre aspiró a sostener negociaciones directas como medio para dirimir el conflicto, en las cuales se trataran todos los temas, sin condiciones previas.
Sin embargo los palestinos, primero se negaron, luego accedieron a negociar, pero en forma indirecta, a través de terceros países actuando como intermediarios.
Posteriormente exigieron un sinfín de condiciones previas para entablar conversaciones directas.
El hecho de exigir condiciones al gobierno israelí, sólo para sentarse a negociar, no es más que un artilugio para no negociar.
Es evidente, que la Autoridad Palestina, que se sabe débil, teme cualquier cambio y no quiere modificar en nada el statu quo actual, para perpetuarse en el poder.
No está dispuesta a ofrecer ninguna contraprestación a cambio de obtener ningún tipo de concesión israelí, (exactamente igual que Arafat), porque sin importar cual fuera su entidad, muchos la considerarían una derrota o un renunciamiento y estarían dispuestos a recurrir a cualquier medio para desestabilizar al gobierno y oponerse a cualquier entendimiento.
Para producir la ilusión óptica de que algo se mueve, cuando en realidad todo está estancado, recurre a las medidas unilaterales. Estas distraen la atención del mundo, y mientras atacan la legitimidad de Israel en cada foro internacional e implementan boicots en su contra, le permiten evadir la responsabilidad de representar a su pueblo en negociaciones serias.
Formalmente exige como requisito previo, que cese toda construcción en Cisjordania y Jerusalem Oriental. Cabe preguntarse cuáles son las consecuencias si Israel no accede a cumplir tal exigencia. Los efectos inmediatos son: en primer lugar que no hay avance hacia un entendimiento mutuo y en segundo lugar, las construcciones que se supone intentan evitar, adquieren mayor vigor.
Entonces ¿el objetivo es realmente que no se construya? En 63 años plagados de oportunidades perdidas por parte de los palestinos de llegar a un acuerdo de paz, es mucho lo que se ha construido. Cualquier acuerdo de paz futuro deberá tener en cuenta los hechos y los cambios demográficos y urbanísticos que se han producido.
A fines de 2009 el gobierno de Netanyahu decretó un congelamiento en la construcción por 10 meses. Cuando este plazo expiraba, unas tres semanas antes, el liderazgo palestino decidió sentarse a la mesa de negociaciones, pero claro, su primera exigencia fue que el congelamiento se postergara.
Si realmente tuvieran en mente en forma prioritaria el bienestar de su pueblo, levantar un Estado independiente, construir escuelas, carreteras, estructura económica, etc. ¿no habrían accedido a negociar con Israel antes de que estuviera por expirar el plazo?
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, expresó que podría alcanzar un acuerdo con Israel en dos meses, si Netanyahu, estuviese dispuesto a aceptar un nuevo congelamiento.
Sabedor de las dificultades que el gobierno de Netanyahu enfrentaría para aprobar nuevamente una medida como ésa (con los nulos resultados obtenidos), Abbas juega por un lado, a no avanzar un ápice en ningún tipo de solución y por otro, no menos importante, adjudicarle toda la responsabilidad a Israel por la falta de progresos.
Si yo fuera palestino, o para expresarlo más correctamente, si yo tuviera como objetivo crear un Estado palestino independiente, estaría dispuesto a pagar el precio de que las construcciones continúen mientras se desarrollan las negociaciones, luego de tantas décadas de incesante y creciente edificación.
Si, en definitiva, el destino de todos los poblados judíos es un tema central, un punto neurálgico, que se abordaría y decidiría en cualquier proyecto de acuerdo final.
Ninguna movida palestina persigue la finalidad de facilitar el regreso a las negociaciones sino que son solo estratagemas para adjudicarle a Israel la responsabilidad de no querer la paz.
Cuando Bosnia Herzegovina reemplace a EE.UU. en la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, los palestinos pretenden llamar a una reunión especial y votar una resolución que condene los asentamientos israelíes. Más allá del posible veto de los americanos, esta declaración no será un gran avance en la vida cotidiana del pueblo palestino.
Estimular el reconocimiento virtual de su Estado, por parte de los países latinoamericanos, es una acción que va en esa misma dirección. No obtiene ningún logro ni cambio en los hechos, pero pone a Israel en una situación diplomática incómoda.
Si la causa palestina genera tanta simpatía alrededor del mundo, ¿no tendrá algún amigo bienintencionado que se anime a sugerirles que adopten un camino más pragmático y que de una vez por todas, asuman el desafío de comenzar a construir su propio Estado?
DR GERARDO STUCZYNSKI es Presidente de la Confederación Sionista Latinoamericana (COSLA), Miembro del Ejecutivo Sionista Mundial.
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