Juntos venceremos
martes 24 de diciembre de 2024

Distingamos, diferenciemos

LIC. BELKIS ROGOVSKY

“Elogiar la palabra es como elogiarnos a nosotros mismos”

Deliberar sobre el lenguaje y repensar la palabra como productora de realidad, tanto por lo que sugiere o encubre utilizando estrategias que ayudan al análisis crítico del mismo permite enriquecer el pensamiento y específicamente mejorar el discernimiento.

Conocer diferentes etimologías e historias de palabras, observar y analizar cómo el uso de los términos dentro de contextos disimiles provoca un accionar determinado, contribuye a poder distinguir entre el uso correcto e incorrecto de los mismos.

En este artículo diferenciaremos entre distintos vocablos que, a menudo, son utilizados erróneamente y que por lo tanto provocan confusión y hasta, a veces, desconcierto. Comenzaremos explicando el término hebreo para lo cual nos ayudaremos con la etimología, es decir con el origen legítimo de la palabra. El término hebreo en español, ivrí en lengua hebrea deriva de la raíz trílitera, ain ע, bet ב, reish ר que dio origen al verbo laavór לעבור (pasar).

Dentro del idioma hebreo existen patrones o matrices para armar las diferentes palabras. En este caso a la raíz se le agregó al final una letra iud י, la cual permitió la creación del adjetivo ivrí עברי= hebreo. Con este adjetivo fue calificado, el primer patriarca del pueblo hebreo llamado Avrám. Fue Avrám el primer ivrí, hebreo pues atravesó, pasó, el Éufrates al salir de Ur y luego el Tigris para llegar a Canaán. Este adjetivo vuelve a aparecer en el Antiguo Testamento en el libro del profeta Jonás I, 9, cuando Jonás en el momento de la fuerte tormenta responde a la interpelación de los marineros y al ellos arrojar las suertes y haber recaído la responsabilidad sobre el profeta, asume su identidad con el siguiente enunciado “ivrí anoji”, עברי אנוכי “hebreo soy “.

Algunos historiadores como Abraham Malamat en la antología, “Historia del pueblo judío” señalan que el término apíru utilizado en Egipto, es el equivalente al hapíru o habíru aparecidos frecuentemente en registros acadios, específicamente en los documentos hallados en los yacimientos de Mari, Nuzi, y en las cartas de El Amarna que datan del siglo XV a.E.C.

El término apíru apuntaba a diferentes grupos de trabajadores forzados de origen extranjero, en su mayoría semitas de Canaán entre los que se incluyeron probablemente los hebreos. Es decir, que establecen una relación entre ivrí, hebreo, y apíru, hapíru, o habíru encontrando en todos ellos un parecido fonológico.

Como primera conclusión tendríamos que hebreo es un adjetivo: el pueblo hebreo, pero además es el idioma hablado por ese pueblo y en que fue escrito, casi en su totalidad, el Antiguo Testamento (TaNaJ)*

El término judío proviene del nombre propio Judá, primer hijo del patriarca Jacób, que a su vez imprime su nombre sobre el reino de Judá al dividirse el pueblo en dos administraciones tras la muerte del rey Salomón. Judío es también un adjetivo y a la vez la denominación de una religión: religión judía, es decir que judío es quien profesa o practica dicha religión.

Otro término sinónimo de judío y de hebreo es israelita. Podemos decir que tal persona práctica la religión judía, es judío, es hebreo, o es israelita o que existe un diario llamado “Mundo Israelita” Al decir: los israelitas cruzaron el mar Rojo, nos estamos refiriendo a los judíos, a los hebreos, al pueblo que observa la ley mosaica. En cambio, al expresar: los israelíes decidieron levantar la huelga aludimos a una nacionalidad. Dentro de Israel hay israelíes cristianos, israelíes judíos e israelíes musulmanes.
Abordaremos ahora los términos ashkenazí y sefaradí y dentro de los mismos nos referiremos a los idiomas idish y ladino.

El vocablo Ashkenáz es mencionado en el libro de Bereshít, Génesis capítulo X, 3 como el nombre de uno de los pueblos y luego pasó a ser el nombre de la región de Europa Central y Este nombrando así a los judíos que habitaron en esas tierras.

Sefarád aparece mencionada en el libro del profeta Ovadiá, Avdías, capítulo I, 20 como el nombre de una tierra dentro del Antiguo Testamento. Dentro del Targúm Ionathan* aparece este término haciendo alusión a Ispamia, la España de la antigüedad.

Los judíos provenientes de Alemania y de Europa central y del este se denominan ashkenazíes y los procedentes de España y Portugal que después de su expulsión en 1492 y 1497 se diseminaron por otros países como: Turquía, Grecia, Los Países Bajos, Italia etc se denominan sefaradíes. Tanto ashkenazíes como sefaradíes son mal llamados rusos y turcos respectivamente. El idioma hablado por los ashkenazíes era el idish surgido en Europa central, aproximadamente en el siglo X.

La mayor parte de su sintaxis y vocabulario es de origen germánico, aunque también su léxico contiene vocablos de origen arameo, hebreo, romance y eslavo. Sus hablantes, al verse en la necesidad de transcribir la lengua, recurrieron al alfabeto hebreo, que les era familiar. En la actualidad existen grupos de judíos ortodoxos que se comunican habitualmente en idish, ya que consideran la lengua hebrea como una lengua sagrada exclusiva para plegarias.

El Judezmo era el Idioma hablado por las comunidades judías que habitaron la península Ibérica hasta 1492 denominados sefaradíes como fue mencionado anteriormente. Esta lengua denominada también ladino o judeoespañol, a pesar de derivar del español del Medio Evo recibió también importantes aportes del hebreo y luego del turco y del griego junto a notables galicismos.

Fernando Lázaro Carreter, lingüista y ex director de la Real Academia Española esgrimía: “Elogiar la palabra es como elogiarnos a nosotros mismos, porque la palabra es la materia básica para entender lo humano”, asimismo expresaba que un buen lenguaje nos ayuda a capturar el mundo, y que una mayor capacidad expresiva supone una mayor comprensión y aprehensión de las cosas. Una lengua pobre provoca un infortunado pensamiento.

Citas:
TaNáJ: sigla que indica sus tres partes: Torá, enseñanza, Neviím, profetas, y Ktuvím, escritos o hagiográficos. El Tanáj está compuesto por 24 libros.
Targúm Ionathán Traducción del Pentateuco o Torá, del hebreo al arameo.

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