CENTRO KEHILA
Toda filosofía, aunque parezca desconectada de la realidad mundana y de la ética humana, forzosamente influye sobre este mundo. La visión de la idolatría es una filosofía de conflicto, constantemente las diferentes fuerzas se enfrentan entre si. El día lucha contra la noche, la luz contra las tinieblas, el mar contra la tierra, el bien combate contra el mal.
Esta filosofía penetra hasta la esfera humana. El ser humano pasa a vivir según una visión de conflicto, donde diferentes naciones tienen distintos intereses. Existen solo dos posibilidades: o eres parte del bien o perteneces a las fuerzas del mal. “Si mi religión representa el bien, todos tienen que seguirla. Tengo el derecho de utilizar la fuerza de la espada para que todos me sigan, pues los estoy salvando de la perdición maligna”. Hasta matar en nombre del “Dios del amor” es lícito para derrotar las fuerzas del mal.
En el mundo idólatra, el ambiente es siempre de desconfianza. El compañero de trabajo, el vecino, en ocasiones hasta el hermano, el hijo o el cónyuge, si no son aliados para que yo pueda satisfacer mis deseos, son automáticamente mis enemigos. Uno vive con miedo y desconfianza. Cada clan, cada familia, tiene que velar por su bien estar. Las relaciones humanas son siempre dirigidas por disputas e intereses donde solo puede haber un ganador. Todo es lícito en el camino para la victoria, el fin justifica los medios, pues el bien (yo) tiene que vencer el mal (el prójimo). La idolatría representa una realidad de escasez donde uno es incapaz de apreciar el éxito de sus compañeros, pues si ellos ganan el pierde.
En el mundo dominado por la filosofía idólatra todos son ajenos, no hay ni paz ni armonía.
Abraham Avinu intenta demostrar a su padre lo ridículo de la filosofía de conflicto: El orden fabuloso que existe en la naturaleza prueba que es absurdo creer que este mundo es un mundo de fuerzas independientes, enemigas entre sí. Sin embargo, su padre que vive inmerso en el mundo de la idolatría, ve a Abraham como un extraño, como un competidor, y por eso está dispuesto a entregar su propio hijo, carne de su carne, en manos del perverso rey Nimrod.
El midrash nos cuenta que Abraham Avinu tenía un método para acercar las personas al monoteísmo. Los recibía en su casa y les ofrecía un banquete. Cuando terminaban de comer, las visitas preguntaban a quien agradecer. Abraham les contestaba que debían agradecer a aquél que todo posee, es decir a D´s y así los acercaba.
Aparentemente, Abraham se aprovechaba de un momento de debilidad, en el que la persona necesitaba comida, para persuadirlo a la fe en un D´s único, dueño/creador de todo. Sin embargo, lo que movía a Avraham Avinu era la dimensión ética por detrás del monoteísmo en oposición a la idolatría.
Cuando la gente le preguntaba por qué invitaba a completos extraños a su casa, Abraham les contestaba que ellos no eran extraños pues existe una unidad profunda que une a todos y dirige el mundo. Este mundo no es un lugar donde fuerzas independientes están en eterno conflicto, sino que hay un dirigente que une a todos. Y El nos enseña que debemos ser generosos y hospitalarios, amar al prójimo como a nosotros mismos y no verlo como un ser ajeno sino como hermano.
Abraham logra ser un modelo de hospitalidad en un mundo de hostilidad.
Vivir según la filosofía de Abraham, según nuestra fe en Hashem Ejad, no es siempre sencillo, pues estamos completamente bajo la influencia de la visión dicotómica de las distintas fuerzas que percibimos en nuestro alrededor. Esto es lo que irritó a Nimrod, por un lado el no tenía como contestar a las afrontas de Abraham, pues él sabía que es irracional servir a una fuerza y no a otra, pero no tuvo la capacidad para contemplar que, al fin y al cabo, todo está unificado por un solo creador “que forma a la luz, y crea las tinieblas; hace la paz y crea el mal (Ishayahu 45:7).
Esta es la antorcha con la cual el judaísmo iluminó y sigue iluminado el mundo: “Hashem Ejad”.
Esta es la frase que nos acompaña desde el nacimiento hasta el último de nuestros días. Llevó mucho tiempo hasta que la humanidad captó el mensaje de la unidad. Solo cuando la ciencia se independizó de las religiones de carácter idólatra es que el hombre se percató que la noche y el día, el mar y la tierra son partes de un gran sistema unificado e interdependiente. En este momento se dio el gran avance científico y tecnológico.
Así, con la ayuda de D´s, cuando la humanidad entienda la consecuencia moral de la unidad de la creación también a nivel de las relaciones humanas, el mundo se volverá en un mundo de paz, donde la hermandad prevalecerá sobre las diferencias. “VehayaHashem lemelej al kol haaretz, bayom hahu ihye Hashem Ejad ushmo ejad” Y Hashem será rey sobre toda la tierra, en aquel día Hashem será uno y su nombre será uno (Zejaria 14:9).
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