EL MUNDO.ES
02 de noviembre 2012.- ¿Tuvo dudas antes de apretar el gatillo? “Había leído todas las páginas del dossier de información sobre él. Abu Yihad estaba relacionado con actos horrendos contra civiles. Estaba condenado a morir. Le disparé sin dudarlo”, contesta Nahum Lev, el oficial israelí encargado en el terreno (Túnez) de la operación que mató a Jalil al-Wazir. O como aún es conocido 24 años después, Abu Jihad. Su nombre de guerra.
En la primera confesión de un testimonio israelí sobre la autoría de la muerte del cabecilla de la OLP y número dos del líder palestino Yasir Arafat, Lev concedió una entrevista al periodista Ronen Bergman en agosto del 2000, antes de morir en un accidente con su motocicleta. Tras meses de gestiones del diario Yediot Ajaronot ante la censura militar, ésta permite ahora adentrarse en la operación efectuada por la unidad de élite del Ejército (Sayeret Matcal) y la “unidad de operaciones” del Mosad (Cesarea).
Una compleja misión en el corazón de un país árabe enemigo para matar al que Bergman define como “el planificador y arquitecto de graves ataques terroristas de la OLP contra Israel durante muchos años”. Tras el asesinato de Abu Yihad, las acusaciones se dirigieron hacia el Mosad. Un secreto a voces y a tiros con silenciador que se convierten hoy en confirmación.
15 abril 1988. Camuflados en la oscuridad y a bordo de lanchas de la unidad de de la Fuerza Naval (Shayetet 13), 26 miembros de Sayeret Matcal llegaron a las costas de Túnez, sede del cuartel general de la OLP. Agentes del Mosad les esperaban para completar una misión que había sido ensayada “de forma detallada” en el norte de Israel. Lev -número dos de Sayeret Matcal- lideraba un grupo de ocho soldados que debía abrir el camino y penetrar en el edificio donde estaba Abu Yihad.
“El coche se paró a medio kilómetro de la casa y los soldados bajaron. Lev y un soldado disfrazado de mujer avanzaron como una pareja en un paseo nocturno. Lev llevaba en una mano una gran caja de bombones mientras escondía la otra. No contenía chocolates sino una pistola con silenciador. Lev se acercó al primer guardaespaldas y le mató”, cuenta Bergman.
Lev recuerda: “En esos momentos estaba tan concentrado en la misión que no tenia miedo. Sólo quería que todo saliera bien”.
El comando de Lev irrumpió en el edificio y mató al segundo guardia. En ese momento apareció un hombre. Entonces no sabían que era simplemente el jardinero tunecino. “Me dio mucha pena ya que realmente no había hecho nada. Pero en estas misiones hay que asegurarse que toda resistencia potencial sea neutralizada”, afirma
Tras los disparos de otro soldado, Lev se colocó enfrente de Abu Yihad. “Me pareció que tenía una pistola en la mano. Le disparé una larga ráfaga teniendo mucho cuidado de no herir a su esposa que había llegado al lugar. Está muerto. Otros soldados se cercioraron de que estaba muerto disparándole”, explica Lev en una entrevista efectuada hace doce años.
La operación fue posible gracias a la información de por los servicios secretos. “El Mosad actuaba en Beirut, Siria o Europa pero nunca estuvo en Túnez por lo que Abu Yihad se sentía seguro. Nunca pensó que llegaríamos hasta allí”, afirma.
Ya de regreso en Israel, Lev fue condecorado con la medalla del valor del Ejército. Algo que nunca entendió. “Lo que hubo fue una planificación puntualizada y el cumplimiento de los detalles más pequeños. Es importantísimo y creo que tuve una parte importante pero ¿qué tiene que ver esto con el valor?”
La carpeta con la ‘hoja de servicios’ de Abu Yihad en la sede del Mosad explicaba la protección que, pese a su oposición, le rodeaba. Los organismos de seguridad israelíes cifran en 125 civiles y soldados muertos en acciones ejecutadas o planeadas por Abu Yihad. Entre ellos, el atentado del autobús en el norte de Israel que acabó con la muerte de 38 personas en el 78.
Israel le consideraba el jefe militar de la OLP, una figura clave en la alianza- en ese momento incipiente -con el grupo chii Hizbulá y uno de los artífices de la primera Intifada en los territorios ocupados.
Como Arafat, Abu Yihad sabía que el Mosad le perseguía. Sólo era cuestión de esperar el permiso del primer ministro de turno y posteriormente la oportunidad y el lugar.
Asumiendo los riesgos de una cadena de atentados como represalia, el primer ministro Isaac Shamir tomó la decisión apoyada por su titular de Defensa Isaac Rabin. La operación fue dirigida por el entonces jefe del Estado Mayor, Dan Shomron, y un ex responsable de Sayeret Matcal, Ehud Barak.
El atentado contra un autobús de empleados de la central nuclear de Dimona impulsó la decisión final. “Nos ha enviado Abu Yihad”, dijo uno de los agresores antes de ser abatido. Allí se encendió la luz verde de la operación que finalizó en la madrugada tunecina del 16 de abril.
En ese momento, el hijo de Abu Yihad, Jihad al Wazir, tenía 23 años y trabajaba en Estados Unidos. “Israel convirtió a mi padre en un héroe”, dijo. La familia y la OLP que en esos tiempos mantenía una guerra sin cuartel con los israelíes, nunca dudaron de la autoría de una acción confirmada hoy al detalle.
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