MIGUEL MORA/ EL PAÍS
Versión del cuadro ‘Juramento del Jeu de Paume’, que forma parte de la campaña.
Frente a la histeria y la demagogia, humor. Hace unos días, las asociaciones contra la islamofobia repartían 2.000 unidades de pain au chocolat (unos bollos de chocolate casi tan apreciados en Francia como el cruasán) en las puertas de la Gran Mezquita de París y la estación Saint-Lazare. Los pastelillos tenían forma de cruasán: una creación llamada Copé. La comunidad islámica respondía así al ataque de Jean-François Copé, líder del partido conservador Unión por un Movimiento Popular (UMP), que lleva semanas en campaña por la sucesión de Nicolas Sarkozy y que afirmó que los niños musulmanes roban a los niños franceses su pain au chocolat en los recreos durante el Ramadán.
Tras denunciar al político por difamación, el Consejo del Culto Musulmán convocó a los fieles al reparto de bollería a la salida del rezo del Aid el Kebir, la gran fiesta del islam que conmemora el sacrificio de Abraham. “Me encanta esta forma de responder a ese Copé que hace campaña sobre las espaldas de los musulmanes y solo banaliza un cierto racismo”, decía Kamel Cheklat, un universitario que participó en la iniciativa. “La idea ha sido un gran éxito contra el racismo”, añadió Abderrahmane Dahmane, un exasesor de Nicolas Sarkozy que dimitió de su puesto en el Elíseo en marzo de 2011 para desaprobar la deriva islamófoba que a su juicio tomaba la presidencia.
Aquel giro xenófobo se confirmó en la campaña electoral, cuando Sarkozy tomó prestadas ideas rayanas en el integrismo católico del sector más duro de la UMP e incluso del Frente Nacional para radicalizar su discurso y tratar de recortar distancias con François Hollande.
Copé, que según las encuestas marcha muy lejos de su oponente y ex primer ministro François Fillon en la campaña de las primarias de la UMP, ha lanzado al debate la expresión “racismo antiblanco” para intentar ganarse a los franceses más asustados por la presencia de musulmanes (y, en menor medida, gitanos). Y la revista conservadora Le Point ha contribuido a caldear un poco más las cosas con una portada que afirma: “Ese islam descarado”.
Hollande defiende a las minorías religiosas y considera la lucha contra el antisemitismo “una causa nacional”
Los musulmanes franceses, lejos de salir a la calle a quemar fotos de Copé o revistas, han replicado con nuevas dosis de imaginación y humor, y acaban de presentar una campaña de publicidad con carteles, eslóganes, mensajes de radio, una página web y un lema llamativo: “Nosotros (también) somos la nación”.
La imagen más chocante es una versión del Juramento del Jeu de Paume en 1789, célebre cuadro de Jacques-Louis David. Esa nación multicolor, que muestra velos y chilabas, hace ondear varias banderas francesas. Otro de los carteles es también provocador, muestra un retrato de “familia francesa de toda la vida”: padre de origen magrebí, madre de aire normando y dos niñas rubias, todos convertidos al islam.
El mensaje que se intenta hacer llegar, según afirman los creadores de la campaña, el Colectivo contra la Islamofobia en Francia, es que la islamofobia ni tapa ni resuelve los problemas de Francia, como parece creer una derecha cada vez más extremista y partidaria del choque de civilizaciones. Un reciente sondeo de Le Figaro revela que Hollande necesitará hacer mucha pedagogía: el 68% de los franceses cree que la primera causa de la falta de integración de los musulmanes es su “rechazo a integrarse”, y el 43% considera que la presencia de musulmanes es una “amenaza para la identidad del país”.
Tras los atentados del joven yihadista francés Mohamed Merah en Toulouse y Montauban, que causaron siete muertos —cuatro de ellos, miembros de una familia judía—, la derecha siguió aventando sus prejuicios contra la comunidad musulmana. Los gritos sirvieron para que la mayoría de los seis millones de franceses musulmanes votaran por Hollande en las presidenciales, y de paso para desviar la atención de la actuación de los servicios secretos de Sarkozy, que pese a tener fichado a Merah y conocer sus viajes a Pakistán y Afganistán no supieron evitar los atentados.
Tratando de poner algo de cordura en esta situación explosiva y surrealista a la vez, François Hollande participó el jueves en un homenaje a las víctimas de Merah, celebrado en el colegio judío Ozar Hatorah de Toulouse junto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Hollande proclamó que la lucha contra el antisemitismo es “una causa nacional” y añadió que la República defenderá los derechos de las minorías porque esa es la esencia del sistema político francés.
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