EL MUNDO.ES
04 de noviembre 2012.-Los numerosos turistas que esta mañana visitaron el Santo Sepulcro de Jerusalén no tenían conocimiento de la tormenta que amenaza cerrar uno de los lugares más sagrados del cristianismo. El sitio donde la fe cristiana sitúa la crucifixión y resurrección de Jesucristo estaba dominado por los rezos, peregrinos, fotos, lágrimas de emoción y… botellitas de agua.
Quizá acabe convirtiéndose en un contencioso internacional que llegue incluso al Vaticano. O quizá todo se limite a una tormenta en un vaso de agua. Nada mejor para definir el conflicto entre el Patriarcado Greco-Ortodoxo y la empresa israelí de agua Haguijón.
Efectivamente todo es cuestión de agua. Mejor dicho, de la espectacular factura del Santo Sepulcro -acumulada y cifrada en nueve millones de shekels (1,8 millones de euros)- que el Patriarcado rechaza pagar alegando la exención bajo el Imperio Otomano, el Mandato Británico, Jordania y desde 1967, el Estado de Israel. La empresa Haguijón de Jerusalén considera que legalmente no puede hacer excepciones y por tanto debe pagar la factura como lo hacen más de mil instituciones de diferentes religiones situadas en la Ciudad Santa.
Tras intensas gestiones y comprobar que desde marzo del 2004, el Patriarcado no contesta a sus cartas ni tiene intención de pagar, la empresa ha logrado congelar su cuenta bancaria. “Es una declaración de guerra”, advirtió el patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, Teofilos III, a ‘Maariv’, el diario israelí que reveló el contencioso. La medida dificulta el pago a los empleados y el mantenimiento de la basílica.
El jueves, Teofilos III envió una carta al presidente de Israel, Simón Peres, y al primer ministro, Benjamin Netanyahu, denunciando la congelación de la cuenta y exigiendo su intervención para “frenar este agresivo paso”. El Patriarcado Greco-Ortodoxo posee numerosos bienes en estas tierras.
La campaña de presión diplomática de Teofilos III incluye misivas al presidente de EEUU, Barack Obama, el primer ministro de Grecia, Andonis Samaras, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el rey de Jordania, Abdala II.
Golpe contra el turismo
Fuentes israelíes afirman a EL MUNDO.ES que “hemos intensificado las gestiones de mediación entre el Patriarcado y la empresa para llegar a una solución que evite cerrar un lugar tan importante como el Santo Sepulcro. El diálogo con la Iglesia en esta tierra siempre ha sido bueno y muy importante para Israel”.
Sería también un golpe importante para el turismo en Tierra Santa. Israel sabe que más de un millón de personas visitan anualmente el Santo Sepulcro. “Esperamos que el problema se resuelva pronto para que los miles de turistas y visitantes que acuden a este popular e importante lugar no queden decepcionados”, añade la portavoz del ministerio de Turismo, Anat Shihor-Aronson.
¿Qué dice la empresa que se ha atrevido a rendir cuentas al mismísimo Patriarcado? “Desde hace años, mantenemos conversaciones con el Patriarcado Greco Ortodoxo y la Iglesia del Santo Sepulcro para llegar a un acuerdo sobre la deuda del agua. La Autoridad del Agua de Israel nos prohíbe dar exención”, explica.
“Se había llegado a un acuerdo con el Patriarcado, según el cual se dirigirían por escrito al ministerio de Interior para que asumiese la deuda. Pero hasta el día de hoy, no ha han hecho nada. Ante la sensibilidad de lugar y para permitir que siga su actividad, Haguijón no ha hecho uso de las medidas que la ley le otorga en estos casos como por ejemplo el corte del suministro de agua”.
Teofilos III replica: “Exigimos a la empresa Haguijón detener de inmediato el servicio de agua al Santo Sepulcro. No nos interesa recibir de ellos ningún servicio. Y si siguen dando agua a la Iglesia, lo harán por su propia cuenta”. La compleja composición interna del Santo Sepulcro tampoco ayuda. Cinco comunidades -frecuentemente peleadas entre ellas- deben ponerse de acuerdo también en este conflicto pasado por agua: los coptos, armenios, sirios, greco-ortodoxos y los franciscanos.
Un equilibrio muy sensible y difícil. En las últimas décadas, el Santo Sepulcro ha sido escenario incluso de enfrentamientos físicos entre jerarcas religiosos de las distintas comunidades.
“No teníamos ni idea pero me imagino que llegarán a una solución ya que nadie está interesado en que se cierre”, opinaba esta mañana un visitante ruso antes de entrar y arrodillarse en el recinto. Le comentamos que Teofilos III ha aconsejado a los peregrinos “traerse botellitas de agua si no hay una solución inminente”. Mejor eso -responde- que venir de tan lejos y ver la puerta cerrada.
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