EL ECONOMISTA.ES
El Festival de Cine del Mediterráneo, que cerró este fin de semana en Montpellier, sur de Francia, premiando a filmes de Georgia, Egipto y Serbia, demostró que pese a la religión, las guerras y la crisis, la creación de esa región es rica y cada vez más osada.
La diversidad de los temas se refleja en los premios de la 34 edición de este Festival conocido como Cinemed.
La Antígona de Oro recompensó a “Keep Smiling”, una corrosiva sátira sobre la sociedad georgiana de la joven Rusudan Chkonia.
El Jurado de la crítica premió por su lado a “Winter of Discontent”, de Ibrahim El Batout, una película sobre las protestas populares en Egipto que llevaron al derrocamiento de Hosni Mubarak.
El premio del Público galadonó “Parade”, una comedia políticamente incorrecta sobre los intentos de organizar la primera manifestación gay en Serbia, en 2001, que se saldó con violencia y muertes.
Por su parte, el premio del Público Joven recayó en “Los Caballos de Dios”, del director francés de origen marroquí Nabil Ayouch, que trata de los jóvenes enviados a inmolarse en los atentados en Casablanca.
Jean François Bourgeot, director de este certamen que reúne la cinematografía de los países bañados por el mar Mediterráneo, se felicitó de este Palmarès, con sólo un reproche: la ausencia de la hermosa cinta española “Blancanieves”, de Pablo Berger, que concursó en el certamen oficial pero que se fue con las manos vacías.
“Esa película en blanco y negro y muda, ambientada en la España de los años ’20, revisita el cuento clásico europeo de los hermanos Grimm y lo sume en la hispanidad, haciendo al paso un bello homenaje a la cinematografía mundial”, elogió Bourgeot, que se declara un gran admirador del cine español, “el único en Europa que frecuenta el género fantástico de manera creíble”.
En una entrevista con la AFP, el director de Cinemed habló, con una pasión que ha logrado contagiar a un público cada vez mayor, que durante nueve días llena las salas del Festival, de otras cinematografías de la región, advirtiendo sin embargo de la “censura” que imponen, cada cual a su manera, “la religión, la guerra y la crisis económica”.
“En algunos países musulmanes, la religión vuelve más difícil la creación artística, actúa como censura”, subrayó Bourgeot, que expresó temores sobre el futuro de la creación artística en países como Túnez, donde “la cultura está siendo percibida como un enemigo de la religión”.
Subrayó también la situación de algunos países, como Siria, escenario de un sangriento conflicto, y Libia, donde no hay por ahora recursos o espacios para la creación cinematográfica. “En Argelia, el cine se está reconstruyendo”, señaló
“Pero la fuerza de la creación cinematográfica de los países de la cuenca del Mediterráneo está allí, es constante. Sólo que se desplaza dentro de la región”, de acuerdo con las coyunturas históricas, explicó el director de este Festival, que proyectó en esta edición unas 250 películas provenientes de 22 países.
Para la 35 edición de este Festival, Jean François Bourgeot contempla una sección dedicada al cine griego.
“Este año hicimos un homenaje a Theo Angeloupoulos, pero me gustaría para el próximo consagrar una sección al joven cine griego. Grecia es un país en crisis, en búsqueda de su identidad europea. Sería bueno mostrar qué están haciendo los cineastas jóvenes”, concluyó.
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