“He hecho lo mejor que pude para ser judío. Pude haber fracasado…”: Jorge Luis Borges

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“He hecho lo mejor que pude para ser judío. Pude haber fracasado… Si pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos… Muchas veces me pienso judío pero me pregunto si tengo derecho de hacerlo”.

Así reflexionaba Borges, con ironía, acerca de su interesante y eterna relación con el judaísmo.

Jorge Luis Borges es el escritor latinoamericano que llevó, más que ningún otro, muchos aspectos de la cultura judía e Israel a la intelectualidad hispanoparlantes (la Cábala, el Golem, Spinoza, Heine, innumerables personajes judíos en sus cuentos, entre otros).

¿Cómo y por qué se interesa Borges en el judaísmo?

Seguramente, comenzó con su curiosidad por culturas diferentes y su fascinación aumentó al descubrir los manantiales del judaísmo. En los hechos, recibió las primeras nociones de la mano de su abuela inglesa, quien tenía memorizada gran parte de la Biblia; luego reforzó su bagaje a través de su amistad, en Suiza, con dos intelectuales judíos y luego, en su estancia en España, cuando conoció a Cansinos. Con los años, profundizaría esta relación con otros muchos miembros de la comunidad judía.

¿Quién era Cansinos-Assens?

Era alguien que había encontrado su judaísmo en su propia búsqueda. Borges lo consideraba su maestro, ya que influyó en sus años mozos, y se refiere a su maestro en un prólogo de un poema que lleva su nombre. En el primero señala: “Cansinos era sevillano de tradición católica.… Profesó el judaísmo y se casó con una judía, para engendrar en ella un hijo judío. Los judíos lo son por andanzas pretéritas de su sangre y por haber heredado un acto de fe; Cansinos eligió su destino”.

Y luego, expresa en un fragmento del citado poema, el camino de esta exploración que hizo su maestro:
“Bebió como bebe un hondo vino
Los Salmos y el Cantar de la Escritura
Y sintió que era suya esa dulzura
Y sintió que era suyo aquel destino”.

Como señaló la investigadora Edna Aizenberg:
“Borges fue un argentino no judío que usó la puerta sefardita para entrar en la cultura judía”. Quizás Cansinos influyó en Borges para que se inclinara a la vertiente sefardí de la cultura judía.

Su pasión llegó a tanto que, inclusive, llegó a formar parte de un Centro de Estudios sefardíes, allá por el año 1965.

Borges llegó a expresar, según comentaba Bernardo Ezequiel Koremblit, que “una de mis felicidades consiste en pensar que podría pertenecer al pueblo de Moisés ben Maimón, de Iehudá Haleví y de las Sefirot”.

Este fragmento del poema “Una llave en Salónica” es elocuente en esta pasión por lo sefardita:
“Abarbanel, Farías o Pinedo (2),
Arrojados de España por impía
Persecución, conservan todavía
La llave de una casa de Toledo”.
“Libres ahora de esperanza y miedo,
Miran la llave al declinar el día
En el bronce hay ayeres, lejanía,
Cansado brillo y sufrimiento quedo”.

Las referencias al pueblo judío son muchísimas en la obra borgeana.

Se interesaba y maravillaba ante las distintas maneras del pueblo judío de agruparse como tal, desde los guetos, como dijera en un reportaje:
“Durante siglos, en toda Europa, el pueblo elegido fue confinado en barrios que tenían algo o mucho de leprosarios y que, paradójicamente, fueron invernáculos mágicos de la cultura judía”, hasta las juderías,
tal como lo describe en su inmortal poema “El Golem”:

“Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería”.

Y referido a su amado Baruj Spinoza dice en un poema dedicado al filósofo:
“Alguien construye a Dios en la penumbra
“Un hombre engendra a Dios. Es un judío”.

Borges e Israel

El gran escritor sentía un profundo amor por Jerusalén e Israel, y se mostraba, tanto en sus escritos como en sus alocuciones, profundamente conmovido por “la tierra de leche y miel”.

Los sucesos y parábolas bíblicas fueron siempre protagonistas en sus poemas y escritos.

“Sin Israel la historia sería distinta.…

Israel, no sólo es una idea necesaria para la civilización, es una idea indispensable.

No podemos imaginar la cultura sin Israel”; de esta manera expresaba ese fuerte sentimiento, casi sanguíneo, que lo unía con Israel.

Esto puede verse reflejado en esta entrevista realizada por el periodista Oved Sverdlik, quien le preguntó sobre esta recurrencia de lo hebreo en su trabajo.

“El tema judío vuelve constantemente a lo largo de toda su creación literaria. ¿Cuál es la explicación que usted le da a este hecho?”

Borges respondió:

“Quizás eso provenga de haber descubierto, entre mis antepasados, nombres como Acevedo o Pinedo, que como usted seguramente no ignora eran familias judeoespañolas que se encontraron entre los primeros habitantes de Buenos Aires. Pero incluso, aunque este hecho no existiera, yo quiero reiterar lo que ya dije en varias oportunidades: es imposible imaginarse la civilización occidental sin los judíos y sin los griegos. Por eso, cada hombre de cultura tiene algo de éstos y de aquellos. De esta forma puedo yo explicar mi deuda para con el pueblo judío, y de ahí mi preocupación por Israel cuando estalló la Guerra de los Seis Días. Un poema que escribí en esos días refleja tal angustia”.

En el año 1971, el Estado de Israel distinguió a Borges con el Premio Jerusalén, máximo galardón que otorga el país.

“No hay en el mundo entero una ciudad que haya sido tan anhelada como Jerusalén. Es una gran copa donde se han decantado y acumulado los sueños, las vigilias, las oraciones y las lágrimas de quienes no la vieron nunca pero sintieron hambre y sed de ella”.

El misticismo de la ciudad más antigua del mundo era una de las más profundas emociones que empujaban la creación del genial escritor.

Su poema “Israel, 1969” transmite, asimismo, un profundo fervor sionista:

“(…) La más antigua de las naciones /es también la más joven./No has tentado a los hombres con jardines,/ con el oro y tedio/ sino con el rigor, tierra última./ Israel les ha dicho sin palabras:/ olvidarás quien eres./ Olvidarás el otro que dejaste./ Olvidarás quien fuiste en las tierras/ que te dieron tardes y sus mañanas/ y a las que no darás tu nostalgia./ Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso./ Serás un israelí, serás un soldado. /Edificarás la patria con ciénagas; la levantarás con desiertos./Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca./ Una cosa te prometemos:/ tu puesto en la batalla”.

Es menester, entonces, el agradecimiento y homenaje hacia el gran escritor argentino que llevó a la literatura en español, el manantial de la cultura judía y su amor por el joven Estado de Israel.

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