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El Hotel Venetian de Las Vegas, estandarte del imperio de Sheldon Adelson, albergará en Navidad, no por casualidad, el primer Torneo Judío de Poker. La competición tendrá lugar el 24 y 25 de diciembre porque según sus organizadores, Ilya Sheyn y Andrew Rothbart, en esas fechas los hebreos apenas tienen nada que hacer. En la página web del torneo se puede leer que «después de muchos años tomando comida china y alquilando películas, los fundadores se quedaron sorprendidos al saber cuántos judíos jugaban al poker».
Ya existen incluso vídeos de promoción en los que se anuncia el torneo, «en busca del mejor jugador judío del mundo». También se ha creado la cuenta de Twitter @JewishPoker y tienen página en Facebook. Las películas no destacan por su creatividad, pese al ingenioso lema «Mientras Santa está ocupado dejando regalos…», que aparece en una de ellas.
Por supuesto, Ilya y Rothbart profesan la fe judía y creen que su idea puede tener un «enorme potencial», según cuenta Calvin Ayre en su página de póquer. Conscientes de la dificultad de la empresa, los autores de la idea, con clara vocación de convertirlo en un acontecimiento anual, no esperan atraer a las estrellas el primer año, aunque sí a unos 300 jugadores judíos de todo el mundo, en una peregrinación distinta. Y quizá superen sus expectativas, porque parece que empiezan a despertar interés en Estados Unidos, el reino Unido, Sudáfrica y, por supuesto, Israel, por no hablar de los numerosos profesionales judíos que viven en Las Vegas.
En la Wikipedia, por cierto, hay una entrada referida a los mejores profesionales judíos del poker, entre los que destacan, por estricto orden alfabético, Patrick Bruel, Eli Elezra, Jamie Gold, Barry Greenstein, Mike Mathusow, Michael y Robert Mizrachi, Erik Seidel, Barry y Jeff Shulman y el desaparecido Stu Ungar, una auténtica leyenda que merecería una entrada de este blog para él solo. Algún día. El fundador y propietario de PokerStars, por otro lado, también es un miembro destacado de la comunidad, Isai Scheinberg.
En los Estados Unidos, ni siquera un torneo así está cerrado a los jugadores de una determinada fe, para evitar una posible discriminación. El caso más notorio son las competiciones de chicas, en las que siempre se inscribe algún gracioso. Por eso los organizadores se han cuidado de anunciar que pueden participar personas de cualquier creencia, e incluso sin ninguna, se entiende. Como decía el viejo chiste de Woody Allen, «mi mujer y yo no nos ponemos de acuerdo sobre la religión en la que educar a nuestros hijos; yo soy ateo y ella es agnóstica».
El ambiente, sin embargo, tendrá un carácter inequívoco. Un rabino romperá un vaso para dar el metafórico (y menos violento, la verdad) pistoletazo de salida, tradición copiada de las bodas judías, en las que se sacrifica una pequeña parte de la vajilla para atraer a la buena suerte. Asimismo, se ofrecerán chocolates y bebidas alcohólicas típicas de esta religión y no faltará abundante parafernalia con la idea de que los participantes vivan «no solo un juego, sino también una experiencia».
La inscripción será de 1.080 dólares y el primer premio probablemente oscilará entre 70.000 y 80.000 dólares, por dos días de torneo. Cualquiera puede inscribirse ya en esta página web.
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