Cuando una foto bate récords en internet, y no se trata de un desnudo o de algo morboso de una estrella del mundo del espectáculo es que el cambio es real. El abrazo de Obama con su mujer a modo de celebración por su reelección corrió como la pólvora en Twitter.
Otro ejemplo más reciente y doloso es la operación lanzada por el ejército de Israel sobre la Franja de Gaza, retransmitida en directo principalmente a través de Twitter.
El debate sobre cómo internet ha cambiado el mundo suena a viejo, en especial teniendo en cuenta lo rápido que fluctúan las tendencias digitales, pero aún estamos en los postres de su efecto en el ámbito de la movilización social -con las revoluciones sociales en el mundo árabe y musulmán- y en el aperitivo de su funcionalidad en momentos de conflicto.
Altavoz para el pueblo
En la última edición de Evento Blog España (EBE 2012) -definido como el mayor encuentro de la blogosfera en España-, el Parlamento Europeo organizó una charla para analizar las relaciones entre las redes sociales, la movilización ciudadana y las posibles vías para mejorar la participación democrática.
Ahmed Shihab-Eldin (@ASE) ahora trabaja para el HuffPostLive pero vivió las revoluciones de Túnez y Egipto desde la poderosa cadena catarí Al Yazira. Lo tiene claro: “El potencial de democratización del mundo árabe está directamente relacionado con la potencial democratización de los medios”, es como si la propaganda del viejo régimen fuera destruida por la masa alfabetizada en materia digital. Esa es la clave, las redes sociales han dado al pueblo un poderoso altavoz, una oportunidad única para ser escuchados.
Shihab-Eldin, quien está a punto de publicar ‘Demanding Dignity: Young Voices from the Front Lines of the Arab Revolutions’ (‘Exigiendo Dignidad: Voces Jóvenes de la primera línea de las revoluciones árabes’), subraya que las cortapisas tradicionales ya no funcionan. Recuerda que en Túnez el derrocado Ben Ali no se atrevió a cortar internet, mientras que el egipcio Hosni Mubarak sí que lo hizo. ¿El resultado? La gente salió con más fuerza a protestar en las calles.
Una nueva idea tarda alrededor de 25 años en penetrar en la sociedad, desde que un mínimo porcentaje de la población plantea la innovación hasta que se convierte en masiva suele transcurrir un cuarto de siglo (Everett Rogers. 1962). Sin embargo, en Egipto la transformación, la generalización de la idea revolucionaria, se dio en menos de un mes. ¿Habría sido lo mismo sin internet? El influyente tuitero saudí Sultan AlQassemi (@SultanAlQassemi) es uno de los que le ha puesto nombre al cambio: “The Hashtag Revolution”.
“Las redes sociales nos dieron la vida”, afirma la egipcia Asmaa Mahfouz (@AsmaaMahfouz), convencida de que “We can do the change!” (“Nosotros podemos hacer el cambio”). Esta joven, que recibió en 2011 el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia que entrega la Eurocámara, en febrero de 2011 tomó una decisión aparentemente poco trascendental pero que acabó cambiado su vida. “Sentía que tenía que hacer algo y decidí grabar el vídeo. Le pedía a las mujeres que no me dejaran sola, les decía que iba a la Plaza Tahrir y que vinieran conmigo”, explica a ELMUNDO.es. Aquella breve intervención -menos de 5 minutos- le enseñó a sí misma y a muchos más que “otro mundo es posible”.
Sobre ello, Francisco Polo (@franciscopolo) fundador de Actuable y director de Change.org. dio varios ejemplos claros en los que iniciativas lanzadas a través de su página se habían convertido en realidades. Algo así como tratan de haces desde las instituciones europeas con la Iniciativa Ciudadana.
¿Guerra preventiva?
Conscientes de este poder, en la ‘cara b’ de la historia, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) están echando el resto en los últimos días. El capitán Roni Kaplan (CapitanKaplan), su portavoz en castellano, explica el porqué de esfuerzo: “Israel está en uno de los frentes más complicados del terrorismo internacional, en esto no hay ningún manual, nos enfrentamos a algo nuevo y a grupos que conocen bien las debilidades de las democracias, saben que son suprasensibles a la vida humana, y lo usan en su propio provecho”.
Kaplan, uruguayo, dirige el departamento creado hace apenas dos meses y a su cargo tiene a dos personas. Se ocupan de informar a los medios hispanohablantes y asiáticos, como también hay equipos que trabajan en hebreo, árabe, inglés, francés, ruso y, pronto, chino.
“Nos dimos cuenta de que muchas veces la manera en la que se informa del conflicto nos perjudica, no se muestra nuestra cara de la moneda, y como todo, en esto siempre hay otra forma de ver las cosas”, señala a ELMUNDO.es.
Recuerda casos en los que se han divulgado informaciones erróneas y advierte del peligro derivado de que “hoy en día cualquiera con un iPhone puede ser periodista”. “Nosotros damos a través de Twitter y de Facebook información de primera mano, real, contrastada”. Ante la pregunta de si se trata de una especie de guerra preventiva reconoce que “en cierta manera, lo es”.
La cabeza pensante de esta área en las IDF es Avital Leibovich (@AvitalLeibovich), la portavoz internacional del ejército y responsable de nuevas plataformas. “Nuestro objetivo es llegar a la mayor audiencia posible en el menor tiempo, pero también entablar diálogo. Muchas veces contestamos preguntas, nos piden información, creo que esto es clave, especialmente dado que mucha gente sólo se informa a través de internet”.
Leibovich repite su lema: adaptar el mensaje a la audiencia, a su cultura, y reconoce que el reto es avanzar en la tecnología móvil.
Aparte de este lado más ‘informativo’ las redes sociales han desempeñado un papel relevante desde el punto de vista militar. En la guerra de Libia, los rebeldes las utilizaron para dar información sobre los movimientos de las tropas de Muamar Gadafi a la OTAN, según publicó el periodista de EL MUNDO, Alberto Rojas (@rojas1977).
-¿Sienten que están librando una guerra de información?- “No, todo lo que escribimos es real, y la guerra informativa se basa en mentiras. Nosotros nunca vamos a mentir”, dice en una entrevista telefónica mientras los misiles reales se siguen cobrando nuevas vidas.
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