Juntos venceremos
viernes 22 de noviembre de 2024

Entre el alivio y el pesimismo

EL MUNDO /

La joven Sapir Jachmon volvió ayer a casa. Un enorme boquete es la huella de la escalada. Un cohete Grad disparado desde Gaza sorteó la batería Cúpula de Hierro y llegó hasta su salón. Su rápida reacción corriendo al cuarto sellado le permite hablar hoy.

“Hay alivio tras tantos días encerrados, sufriendo y con sirenas y misiles pero también decepción porque sabemos que volverán a lanzarnos cohetes”, comenta reflejando el sentimiento ambivalente de la mayoría de los habitantes del sur de Israel.

Curiosamente en estas tierras, objetivo primordial de los 1.450 cohetes y proyectiles disparados desde Gaza en ocho días, reina desilusión por el cese de la masiva ofensiva ‘Pilar Defensivo’.

En las poblaciones sureñas, donde hay ligera mayoría del Likud, su enfado es doble. No entienden por qué su líder y primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no ha decidido “ir hasta el final” y derribar el régimen de Hamas como prometió en las elecciones del 2008. Unas sensaciones que Netanyahu intenta aplacar ante los comicios del 22 de enero.

“El Ejército ha golpeado muy duro a Hamas y el resto de grupos terroristas. Muchos cabecillas del terrorismo han muerto. Hemos destruido miles de misiles que apuntaban al sur y centro del país” declaró Netanyahu antes de reconocer: “Sé que hay ciudadanos que esperaban una respuesta mas dura. Ahora damos una oportunidad a la tregua pero si fracasa, estamos preparados para responder”.

Las explicaciones no convencieron a los habitantes de Ashkelón que por primera vez en ocho días salieron a la calle para respirar. Bibi tenía que haber acabado de una vez por todas con el terror de Gaza. ¿Cómo puede creerse las promesas de Hamas? Dos horas después de iniciarse la tregua, ya habían lanzado 13 cohetes”, denuncia Coby Shabu. El 64% de los israelíes cree que la tregua será breve y el 58% coincide con Netanyahu en que la capacidad de disuasión frente a Hamas se ha reforzado.

Los niños vuelven hoy a la escuela mientras los centros comerciales y cafeterías abrían ayer gradualmente sus puertas. Nadie se fía. A las diez de la mañana, llegó el susto con una sirena en la zona más próxima a la Franja. El cohete disparado desde Gaza cayó en territorio palestino.

Sderot, la primera ciudad israelí que conoció de cerca las palabras “cohete Qasam”, respiró por primera vez pero sin sonrisas. “El ambiente en Sderot es de cierta decepción. No hay sentimiento de victoria ya que sabemos que muy pronto volverá el goteo de cohetes”, afirma el alcalde David Buskila lamentando la muerte de un soldado por las heridas de un cohete anteayer.

El alcalde de Beer Sheeva, Rubik Danilovich, difiere: “Aconsejo a mis ciudadanos que no critiquen al Gobierno que tiene más información sobre la situación. Nosotros queremos una sola cosa, tranquilidad. Y si se consigue así de esta forma, perfecto”.

Mientras el Ejército reducía el contingente enviado en los últimos días, las imágenes de victoria procedentes de Gaza fueron ridiculizadas por el ministro de Economía, Yuval Steinitz. “No hay que hacer mucho caso al júbilo y declaraciones de los terroristas. Recuerdo que tras las guerras del 67 y 73, los árabes presumieron de haber ganado la guerra”.

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