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martes 05 de noviembre de 2024

Crónicas Intrascendentes. Parte XXXVII

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Un nuevo hogar

Retomo cronológicamente los sucesos de mi vida y me ubico al final de los setentas: Jose, mi segunda esposa, se integra a mi pequeña familia; mantenemos el departamento del condominio donde yo vivía y ahí permanecemos cerca de dos años.

Conformar un nuevo hogar me trae paz y expectativas de vida; salgo al trabajo y a mis viajes con la tranquilidad de que alguien vela por mis hijos y espera mi regreso. Mantenemos la relación con mis hermanos y sus familias, con mi madre, con mis viejos amigos, Bila y Abraham, con la familia de Jose, e incluso con los tíos de Sari, mi primera esposa.

Las secuelas de la crisis económica generada por sucesivos gobiernos se deja sentir en el bienestar de las familias de México. Sin embargo, mi situación económica mejora porque me esfuerzo en mi desarrollo profesional en el Banco donde trabajé; además, las prestaciones que otorgaba eran muy buenas. En alguna ocasión le comenté al jefe del Departamento de Estudios Económicos del Banco, que los salarios que percibíamos eran bajos; él me comentó: aquí puedes hacer una carrera, tener un ingreso y prestaciones que te permitan vivir con decoro, empero, nunca te vas a volver rico; para ello tendrías que volver a tu fábrica. Su juicio tuvo vigencia durante dos décadas, hasta que llegó la reprivatización de la Banca al principio de los noventas y los nuevos propietarios, con un espíritu mercantilista, desmantelaron en varias etapas, la estructura de prestaciones existentes, incluso violando a veces, disposiciones legales.

El resultado de esta “embestida” la resiento económicamente en la actualidad, en virtud de que me vi obligado por las circunstancias a pre-jubilarme en 1995, después de 25 años de trabajo. No obstante, agradezco a la Institución que me dio la oportunidad de tener un desarrollo profesional amplio y de haber convivido en un ambiente de amistad con mis compañeros. Pude aportar “ mi granito de arena ´´ en el buen desempeño del Banco y al apoyo invaluable que, en su momento, este le dio a la economía de México.

En enero de 1980 nos mudamos a la casa que hoy día todavía habitamos en la Colonia Romero de Terreros, en la Delegación de Coyoacán. Su ubicación es envidiable, ya que está frente a un jardín natural, resultado de un remanente de un viejo bosque con rocas volcánicas dispersas por el mismo, derivadas de la erupción del Volcán del Xitle.

Hasta la fecha merodean, por el parque y por las casas vecinas, ardillas que buscan su alimento; diario se escucha el canto de coloridos gorriones y todavía se reproducen alacranes negros, que no son tan venenosos como los güeros, sobre todo en las casas del vecindario. Mi hijo David, cuando tenía menos de un año, en 1988, fue picado por uno de ellos, lo llevamos a un hospital del Sur de la ciudad para que le aplicaran un antídoto contra el veneno de la picadura, el cual no se pudo conseguir en ningún hospital público o privado del Distrito Federal. Afortunadamente el piquete solo le provocó un poco de temperatura y, tras varias horas de observación en el hospital, regresamos a la casa. Los alacranes generalmente se mueven en parejas, cuando uno de ellos picó a David, buscamos a su pareja para exterminarla y así sucedió. También en una ocasión, frente al parque, salió del ensamble de dos bloques de banqueta una víbora semi asfixiada de un metro de largo.

Con el tiempo, el parque se ha deteriorado porque los árboles se han visto invadidos por plagas y muchos de ellos han tenido que ser derribados, algunos de altura superior a 30 metros. Los vecinos, con apoyo de las autoridades, hemos reforestado parte del parque, sin embrago, la mano destructora del hombre ha provocado que muchos arboles no se reproduzcan. Asimismo, han sucumbido por falta de agua; el sistema de riego que existía en el parque ha estado inhabilitado por más de una década. Los vecinos, encabezados por una comisión que ha precedido mi esposa, han solicitado vanamente a diferentes delegados de Coyoacán que arreglen el sistema de riego. Los delegados vienen al parque y prometen que habrá agua. Recientemente se logró que se realizaran diversas obras para reanudar el suministro de agua, es posible que en breve ello sea una realidad.

“ Nuestro parque´´ es uno de los pocos pulmones que quedan en la ciudad de México, y representa una evidencia de la negligencia de las autoridades por atender los problemas que enfrenta la Metrópoli; en cambio, les sobran recursos para sus campañas políticas, llevar a cabo obras de relumbrón y llenar los bolsillos de la caterva de funcionarios públicos que impunemente se embolsan los recursos que la ciudadanía provee al erario vía impuestos. Cabe hacer notar que los daños a “nuestro parque” y en general a la infraestructura de la ciudad, también es resultado de la irresponsabilidad de la gente y de su falta de civilidad; en él arrojan basura, los vecinos y otras personas de colonias aledañas, lo utilizan como defecadero público de sus perros. Igualmente, muchos de los que recogen los excrementos en bolsas, las arrojan a las coladeras. Al final de cuentas, el parque embellece el paisaje y proporciona el oxígeno que necesitamos, numerosas personas realizan ejercicios en el parque todos los días.

La casa la adquirí a través de un préstamo hipotecario con tasa preferencial de la institución bancaria donde trabajaba. La casa estaba próxima al departamento donde vivía mi madre, alrededor de 10 cuadras, esto con el propósito de poder estar pendiente de ella. Mi esposa y yo la fuimos decorando paulatinamente con antigüedades que hemos adquirido en diferentes bazares de la Ciudad de México; la Lagunilla y la Plaza del Ángel en la Zona Rosa, en los de la Ciudad e Puebla ubicados en el Barrio de los sapos, en los de la Ciudad de Morelia y San Luis Potosí, principalmente, y en otros bazares y “mercados de pulgas” en EUA (Nueva York, Miami y San Antonio), en Europa, incluyendo Rusia, en Argentina y Guatemala.

Mi esposa es la que despertó en mí el interés por las antigüedades, ella tiene una gran sensibilidad para el arte. Con el tiempo, la compra de antigüedades se vuelve una pasión; interactúas con los “chachareros´´ que tienen una amplía cultura en la materia y a la vez desarrollas con ellos una amistad. Nunca acabas de comprar antigüedades, sin embargo, en un momento dado, es preciso moderarla para no sobre cargar el entorno de tu casa. A varios de nuestros amigos les gusta como hemos decorado nuestro hogar, a otros no; el gusto por las antigüedades es subjetivo.

En 1998 realizamos una remodelación a fondo de la casa, nos salimos de ella por un año para este propósito. Resultó que Jose también tiene una buena visión arquitectónica y por eso aprovechamos mejor los espacios. En el presente, trabajo en mi casa, de aquí que hayamos habilitado un espacioso estudio en la azotea de la misma con una terraza con vista al parque. Disfruto mucho la casa. La familia se ha reducido a mi esposa y mi hijo menor, que espero pronto volará para hacer su vida. No pienso mudarme a la estreches de un departamento.

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