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Frida Kahlo, ilustre judía mexicana, está de moda. Su cara aparece en los costados del turibús, pues su “Casa Azul” es un destino obligado para los turistas que visitan nuestra ciudad. Por otra parte, Vogue le dedicó el número de noviembre y su ropa está expuesta desde este sábado en la “Casa Azul”
(Nota de Enlace Judío).
Se inaugura la muestra ‘Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo’, compuesta por unas 300 prendas entre vestidos, zapatos, joyas y perfumes
Magdalena Rosenzweig recuerda perfectamente aquel jueves del mes de julio que Frida Kahlo resucitó en la ‘Casa Azul’. Ahí estaban su corsé, sus ocho pares de medias (remendadas), sus perfumes de Francia, sus telas de Italia, sus huipiles del Itsmo de Tehuantepec…Todo doblado. Todo con polvo.
Hasta aquel día de 2004 sus maletas y baúles llevaban cincuenta años guardados en un baño cerrado con doble vuelta en la cerradura.
Pero ese día alguien giró la llave y poco a poco la pintora cobró vida cuando las largas faldas de colores, los rebozos o las sábanas bordadas con su nombre volvieron a recibir la luz del sol y el aire que siempre pasaba de largo en ese baño.
“Con su ropa Frida hacía una reivindicación política de las tradiciones mexicanas pero también le servían para ocultar sus problemas físicos”
“Su ropa estaba perfectamente doblada pero algunas prendas estaban ya muy deterioradas. Nos llamó la atención descubrir textiles bordados con diseños indígenas, como algunos de Puebla, que se han perdido o no se hacen desde hace mucho tiempo” explica la restauradora. “O sedas italianas que mandaba traer para luego bordarlas, capas del siglo XIX o ropa europea con la que nunca le habíamos visto…”
Con el pudor que sólo una mujer tiene a la hora de abrir el baño de otra mujer, Magdalena desdobló con mimo las prendas y pudo ver la crema ‘Ponds’ cubierta de polvo, las jeringuillas, las muletas, las botas ortopédicas y los corsé acumulados en un rincón. “Es extraño entrar en la intimidad de alguien porque ahí también estaban barnices de uñas, cremas, perfumes y hasta una dentadura”.
Ocho años después gran parte de estas piezas se muestran al público desde este sábado en la exposición ‘Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo’, compuesta por unas 300 prendas entre vestidos, zapatos, joyas, perfumes y otros objetos personales encontrados en la casa de Coyoacán donde Frida vivió con Diego Rivera.
Vestirse, un ritual
Para Frida vestirse era un ritual, una ceremonia, en la que empleaba muchas horas; eligiendo los colores, dando forma al tocado o escogiendo los anillos que llevaba en todos los dedos de la mano. “Con su ropa Frida hacía una reivindicación política de nuestras raíces y tradiciones mexicanas pero también le servían para ocultar sus problemas físicos” explica a este periódico Rosenzweig, coautora del libro ‘El ropero de Frida’.
Las 39 operaciones que la pintora tenía encima eran más fáciles de disimular con el huipil, una prenda recta con las que cubría el corsé. Con las faldas largas de Juchitán ocultaba que tenía una pierna más larga que otra. La exposición incluye hasta la prótesis de su pie derecho calzado por una pequeña botita roja, a la que llegó a poner un cascabel.
“Frida Kahlo es muy coqueta, muy femenina. Descubrimos que es una mujer que a pesar de tener un cuerpo frágil es divertida, disfruta la vida (…) Los objetos nos dieron mucha información de ella, de sus momentos felices, de sus momentos tristes, tienen mucho de ella todavía”, dijo en entrevista con Efe la comisaria de la muestra, Circe Henestrosa.
El día que murió Frida, su marido Diego Rivera, pidió a su amiga, la coleccionista de arte Dolores Olmedo, mantener bajo llave los objetos hasta 15 años después de su muerte para proteger la privacidad de Kahlo. Olmedo cumplió su promesa en vida, pero cuando falleció los baúles fueron abiertos y se descubrió “el tesoro” que guardaban: aparatos ortopédicos, joyas, cartas, fotografías, zapatos o vestidos “relativamente bien conservados”.
La muestra incluye tres corsés artísticos, uno de ellos diseñado en cuero por el artista Jean Paul Gaultier para la firma japonesa Comme des Garçons. También se exponen tres vestidos en flores, encaje y algodón diseñados por el italiano Ricardo Tisci para Givenchy y que fueron inspirados en la vida e imagen de Frida.
Con motivo de la exposición, la revista Vogue (edición México) dedica su último número a Frida y sus trajes. Que una revista especializada en adelantar lo que se llevará el próximo año dedique su páginas a la moda de hace 75 años, resume la fuerza de la ‘fridomanía’. El estilo de una ‘jóven’ de 105 años, que roba una portada a la bella modelo al borde de la anorexia.
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