CAROLINA G. MENÉNDEZ/INE.ES
«Raoul Wallenberg y Ángel Sanz Briz representan un ejemplo a seguir para todos los diplomáticos: servir con humanidad y responsabilidad», señalaba ayer Edit Bucsi Szabó, embajadora de Hungría en España, durante el acto de conmemoración del centenario del nacimiento de Raoul Wallenberg, diplomático sueco que salvó del Holocausto a más de 20.000 judíos húngaros.
La proyección de un corto, así como de un fragmento de la película «El ángel de la muerte», sobre la gesta de Wallenberg y el español Ángel Sanz Briz, sirvió para dar a conocer la actuación de dos personas clave en la vida de miles de judíos húngaros. «Hungría aprecia y conserva en el recuerdo a estos dos diplomáticos y por eso era para nosotros un deber conmemorarlos y recordarlos. Queremos dar a conocer su historia, que es la historia de Hungría», añadió la embajadora en el auditorio Príncipe Felipe.
Previamente, Erzsebet Dobos, hispanista y profesora de Español en Hungría, retrocedió en el tiempo hasta 1944 para explicar la situación política de su país y detallar cómo el antisemitismo «discriminó, humilló y asesinó» a cientos de judíos. Pero a pesar de la atmósfera que padecía este pueblo, dijo, su «situación y seguridad eran relativamente mejores que las que padecían en los países vecinos».
Dobos desgranó distintos aspectos de la ocupación alemana, desde cómo las tropas llegaron a Hungría el 19 de marzo de 1944 y ejercieron un control total sobre la Policía y la oficina nacional de los ciudadanos judíos húngaros, imponiendo, entre otras órdenes, la colocación de la estrella amarilla, la privación de patrimonio, derechos civiles, dignidad humana o vida en los campos de concentración y exterminio, hasta el proceso de deportaciones. Fue, recordó, un comando especial encabezado por el teniente coronel de las SS Adolf Eichmann el encargado de llevarlas a cabo.
Para el público desconocedor de la forma de proceder de las SS con el pueblo judío, la hispanista relató cómo lo separaron del cristiano y lo concentraron en guetos para posteriormente conducirlo a los campos de concentración y exterminio.
Una de las pocas vías de salvación de estos ciudadanos fue la intervención de la diplomacia extranjera. En este sentido, la profesora habló de la organización del llamado gueto internacional, que consistía «en el alquiler de edificios bajo la protección de las embajadas de países neutrales y donde se protegía a los judíos. En estas viviendas gozaban de una seguridad, no total, pero sí muy alta comparada con la del exterior», apuntó. Raoul Wallenberg y Ángel Sanz Briz (zaragozano destinado a la Embajada de Budapest) fueron, resaltó, dos de los impulsores de estos alquileres, así como de la expedición de pasaportes y otros documentos con los que los judíos evitaron engrosar las filas de las denominadas marchas de la muerte.
En señal de gratitud a la labor de ambos diplomáticos, la organización israelí Yad Vashem los ha reconocido como «Justos entre las Naciones». Además, los actos programados este año desde el Gobierno húngaro en distintos países de Europa y América con motivo del centenario del nacimiento de Wallenberg pretenden mantener vivo el recuerdo de la valentía y sacrificio de estos y otros personajes en aquellos tiempos trágicos, señalan sus organizadores. Ayer, en Oviedo, el consulado de Hungría en Asturias, la comunidad israelí del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Oviedo se sumaron a tal reconocimiento, al igual que el público presente en el Auditorio.
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