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05 de diciembre 2012.- El dramático suicidio de un reputado doctor tras acabar supuestamente con la vida de su hija enferma terminal ha reabierto el debate sobre la eutanasia en Israel, donde está penada con cárcel y la religión tiene aún un enorme peso.
Keren Shtalrid, de 34 años, iba a comenzar el tratamiento de cuidados paliativos esta misma semana. Llevaba tres años combatiendo el cáncer que padecía, una batalla que había perdido y que le ocasionaba espantosos dolores.
“No estoy preparada para una vida de sufrimiento”, reza una misiva que ella misma escribió y que publicó el diario “Maariv”.
Su padre, el doctor Mordejai Shtalrid, director del Instituto de Hematología del Hospital Kaplan, en la localidad de Rehovot -al sur de Tel Aviv-, es sospechoso de haberle practicado la eutanasia antes de cometer suicidio.
La Policía encontró los dos cuerpos sin vida el pasado viernes en el domicilio familiar del moshav (comunidad colectiva) Nir Israel, próximo a la ciudad de Ashkelón.
El progenitor dejó una nota en la que escribió que Keren le había pedido en varias ocasiones que acabara con su sufrimiento.
“Se trata de un caso trágico y doloroso. A juzgar por la investigación inicial, la hija pidió al padre que acabara con su vida debido a su estado de salud y éste accedió y (luego) se quitó la vida”, refirió el comisario jefe de la Policía encargada del caso, Moti Schiff.
Los investigadores creen que Shtalrid tomó la decisión a raíz de los espantosos dolores que sufría su hija por las noches y, para ello, le inyectó una sustancia letal. Después, se lesionó con un cuchillo y se ahorcó.
En caso de seguir vivo, el hematólogo habría sido condenado a prisión por asesinato y su dramática muerte ha reabierto el debate sobre una cuestión que de tanto en tanto vuelve al candelero en Israel.
La última vez fue a mediados de 2011, cuando un conocido periodista y locutor de radio, Adi Talmor, decidió acabar con su vida a la edad de 58 años después de ser diagnosticado con cáncer terminal de pulmón.
Además de constituir delito, las prácticas eutanásicas cuentan con una fuerte oposición por parte de los sectores ultra-ortodoxos porque contravienen la ley judía o “Halajá”, según la cual sólo Dios da y quita la vida.
Esas razones llevaron a Talmor a viajar a Suiza para poner fin a su agonía mediante un procedimiento legal en ese país, el suicidio asistido.
“En Israel, la eutanasia no sólo está mal considerada porque viola la ley judía, sino que tenemos un trauma por el Holocausto”, explica a Efe Bina Divón, directora de la organización Lilaj (acrónimo hebreo de “vive y muere con dignidad”), que promueve los cuidados paliativos en pacientes que no desean prolongar sus vidas.
Pero más allá del debate ético, los que realizan la eutanasia en Israel se enfrentan a cargos criminales y el temor es que en los casos más desesperados se convierta en la drástica alternativa ante la falta de recursos que impiden la correcta aplicación de directivas sobre tratamientos en los últimos momentos de la persona.
El Ministerio de Sanidad aprobó hace tres años una directriz que establecía un sistema nacional de servicios paliativos, si bien los recortes presupuestarios y la falta de conocimiento por parte de los profesionales han retrasado su implementación.
“Hoy en día una ley de 2005 permite no renovar aquellos tratamientos cíclicos en pacientes terminales a los que les restan al menos seis meses de vida, pero no hay posibilidad de interrumpir los que ya están en pie”, lamenta Divón.
El profesor Pesaj Shvartzman, del departamento de salud comunitaria de la Universidad Ben Gurión del Neguev, quien participó en la elaboración de la legislación, subraya que ésta no tiene en cuenta a los pacientes con cáncer, sólo aquellos con enfermedades degenerativas.
“Los cuidados paliativos en Israel son relativamente nuevos y no siempre hay unidades especializadas en los hospitales, por lo que la gente puede llegar a pensar que la eutanasia es la única solución”, lamenta.
No sólo las restricciones de la propia legislación han dejado a muchos enfermos sin esperanza, sino que Sanidad apenas ha aprobado la mitad de las 4.000 solicitudes de israelíes que han pedido el amparo de la ley si se convierten en terminales y desean morir.
Lilaj impulsa una iniciativa para ampliar la legislación actual y equipararla a la del Estado de Oregón, en EEUU, donde el médico puede recetar al paciente terminal fármacos para la eutanasia, propuesta que ha quedado en suspenso debido al receso parlamentario en Israel previo a las elecciones del 22 de enero.
“Si hubiera habido una ley como en Oregón, el caso de los Shtalrid nunca se habría producido”, sentencia Divón.
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