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La solución de los dos estados es clave para la resolución del conflicto árabe-israelí. Así lo previó la ONU el 29 de noviembre de 1947, cuando votó poner fin al mandato británico y legitimó la partición del territorio ocupado en un Estado judío y otro Estado árabe. Justo el mismo día y 65 años más tarde, la historia se repite. La Asamblea General de la ONU avala otra vez la solución de los dos estados y, por ello, reconoce a Palestina como Estado observador no miembro.
Edición Impresa Versión en .PDF Información publicada en la página 6 de la sección de Tema del día de la edición impresa del día 30 de noviembre de 2012 VER ARCHIVO (.PDF)
El principal escollo en el conflicto palestino-israelí lo encontramos en un enunciado del politólogo Robert Dahl: «Las democracias representativas modernas no se hacen la guerra entre sí». Es decir, si existieran dos estados democráticos, entonces resolverían sus controversias por cauces institucionales. ¿Existen dos estados democráticos?
Como verificó otro politólogo clásico, Arend Lijphart, junto con Finlandia, Suecia, Noruega, Japón, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia y otros países, Israel es una de las 21 democracias en el mundo sin interrupción desde, más o menos, el fin de la segunda guerra mundial.
En contraste, aunque en la actualidad está más cerca de ser un Estado independiente, Palestina está todavía lejos de gobernarse con instituciones democráticas y de convivir con una cultura política democrática. El paso dado ahora por las Naciones Unidas a favor de la creación del Estado de Palestina puede devenir importante, pero a todas luces es insuficiente.
Los requisitos
Para que Palestina sea una democracia contemporánea se requiere conjugar tres conceptos básicos de la ciencia política: soberanía, Estado y democracia. Dicho en otras palabras, el requerimiento de que Palestina sea un Estado independiente, su unión territorial bajo un mismo Estado y disponer de un sistema político democrático.
Por lo tanto, ahora se ha propiciado un paso en aras de que Palestina sea un Estado independiente. Sin embargo, en referencia a la segunda variable, de poco serviría un Estado islamista en Gaza, fiscalizado por Hamás, frente a un Estado en transición política en Cisjordania, bajo la Autoridad Nacional Palestina.
El quid de la cuestión radica en el tercer factor: la democracia. Hoy por hoy, no existe democracia en los territorios palestinos. En el 2007 la organización terrorista islamista Hamás usurpó el poder. ¿Qué impide instaurar un autogobierno democrático en Gaza? ¿La ocupación israelí? Ya no existe desde el 2005. ¿El bloqueo? Egipto le puso fin en el 2011. Hamás impide que los palestinos dispongan de democracia en Gaza, pues en lugar de introducir reformas modernizadoras y democratizadoras aplica en su interpretación integrista la sharia o ley musulmana, restringiendo cada vez más las libertades individuales de los palestinos.
Donde se alberga mayor esperanza es en Cisjordania, donde la democracia, aún en ciernes, tiene mayores visos de encauzarse. Tras el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU, los palestinos tendrían que luchar por un Estado democrático con tanto o mayor ahínco como lo hacen por un Estado independiente.
Todos podrían vivir en paz y con seguridad si existen dos estados para dos pueblos: el Estado democrático del pueblo judío y el Estado democrático del pueblo palestino.
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