SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO
Amos Oz, el escritor israelí más conocido en el mundo y cuyo nombre suena cada año como candidato al Premio Nobel de literatura, declaró hace poco, que se debía entender el conflicto Israel-Palestina como el enfrentamiento de dos derechas. Y tiene toda la razón.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu es de derecha y ha orillado a la política israelí hacia ese extremo, representa posturas de intolerancia y hasta expansivas. Sabe muy bien que, por ejemplo, continuar con una política de construcción de viviendas en zonas contenciosas solamente exacerba los ánimos y aleja las posibilidades de negociación; ahora que puede ser que desee elevar el precio de la negociación de paz estando dispuesto a dejarle esas viviendas a los nuevos moradores, pero no fue lo que hizo el gobierno israelí cuando le entregó Gaza a los palestinos.
Hamas también es una fuerza de derecha. Lo que no le queda claro a muchos anti semitas y a los que brincan contra Israel ante la menor provocación, es que el hecho de lanzar cohetes contra la población civil no hace a nadie de izquierda, y tampoco lo es el atacar a Estados Unidos o a uno de sus aliados. Es más bien todo lo contrario. Hamas ha hecho todo lo posible por sabotear los acercamientos de la Autoridad Palestina con Israel, para poder sostener su postura de odio.
Si Menajem Begin, siendo de derecha, dio un gran paso para lograr la paz con Egipto, tuvo que llegar Rabin para acercarse a Al Fatah y poner las bases para la paz, desgraciadamente un fanático de la ultra derecha israelí se atravesó por el camino segando la vida del líder y lanzando para atrás los avances pacificadores en la región.
Es claro que no habrá paz en el Medio oriente sin la existencia de un Estado Palestino. Los que argumentan la inexistencia histórica de los palestinos, así como los que sostienen que Israel le robó un pedazo de tierra a un conglomerado social que se creó después de una guerra (1947), deben considerar que la historia no es inmutable, lo que no existía y hoy existe configura una nueva realidad, volver al pasado es una formulación imprudente, porque no sabemos a qué pasado se refieren.
Es muy delicado que el liderazgo de Hamas sostenga que no hay solución mientras exista un estado judío en el Medio Oriente, formulación tan de derecha como la que hicieron los nazis y hoy replican antisemitas obtusos que solamente alcanzan a repetir como loros tesis de odio.
Me alineo con la postura israelí que sostiene que el estado palestino debe surgir como producto de una negociación entre las partes y no como un proceso de voto en la ONU, a menos, claro está, que el voto determinara condiciones que las partes deben cumplir, pero hasta donde se ve esa no es la dirección que ha seguido el debate en el órgano mundial.
Un nuevo estado debe incluir aspectos ineludibles: reconocimiento del vecino, fronteras bien delimitadas y seguras. Si hoy Hamas hace caer miles de misiles sobre poblaciones israelíes está cometiendo actos de terrorismo, los cuales posiblemente repudie en privado la Autoridad Palestina, porque posiblemente no se atreva en público. Israel por lo tanto tiene el derecho legítimo a responder, lo que solamente estimula la espiral de violencia.
Pero creado el estado palestino, las partes se comprometen a respetar el derecho internacional. Porque no se trata de prolongar el conflicto de manera justificada o no, sino de crear condiciones de desarrollo en la región. Los palestinos pueden beneficiarse mucho de la vecindad con una potencia tecnológica, para dejar de realizar trabajos poco calificados.
Hoy, la derecha palestina invierte una fortuna en preservar una cultura de odio en lugar de concentrarse en fomentar las posibilidades de una convivencia sana. Muchos palestinos que trabajan en Israel en empleos poco calificados deben tener un mejor futuro. El estado de guerra ha alejado grandes proyectos de ingeniería como el planeado para llevar agua del Mar Rojo al Mar Muerto, que generaría energía eléctrica para la región y ayudaría al equilibrio ecológico.
Las fuerzas progresistas en ambos lados luchan contra el estado de las cosas con poca eficacia porque la derecha está en el poder, controlando los recursos que alimentan el enfrentamiento.
Mientras no haya paz, el comité del Nobel, que de objetivo no tiene nada, le negará el premio al escritor, esta sería una ganancia de no menor importancia y representaría el reconocimiento a la prudencia, la convivencia y la armonía. Es por eso también que una voz como la de Oz debe resonar con fuerza, es la fuerza de la razón, es la fuerza de la prudencia, es la voz de la paz.
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