EL PAIS /
Mientras el Estado de Israel aparece en los titulares un día sí y otro también, Tel Aviv se relaja frente a un capuchino. La llaman la burbuja y también la Gran Naranja, y es un hervidero de boutiques, bistrós, bares, galerías de arte. Todo ello con sol casi garantizado todo el año. Un remanso (casi) laico en Tierra Santa que podemos descubrir siguiendo estas diez pistas.
01 Playas para el ‘shabbat’
Panorámica del ‘skyline’ y el paseo marítimo de Tel Aviv. / GAVIN HELLIER
El cálido Mediterráneo baña la ciudad israelí que cuenta con playas para todos, cada una con su propia personalidad. Son playas animadas, seguras y limpias, con vestuarios y duchas, y suelen estar abarrotadas en temporada alta, sobre todo los shabbats. Puestos a elegir, hay algunas que sobresalen, como la de Hilton Beach, la playa gay oficiosa de la ciudad, frecuentada por dueños de perros. Los fines de semana está abarrotada pero entre semana es perfecta para nadar o surfear al atardecer. O como la playa de Gordon Beach, la más cercana a los grandes hoteles de primera línea de mar, que cuenta con pista de voleibol, un pequeño gimnasio exterior y muchos cuerpos bronceados jugando al matkot (tenis de playa). Está de moda la playa de Alma Beach, más cerca de Jaffa: aquí los jóvenes de Florentine vienen a relajarse, a fumar en narguile o a tomar una cerveza.
02 Tel Aviv sobre dos ruedas
Carril-bici frente al Mediterráneo en Tel Aviv (Israel). / G. H.
Al ser una ciudad compacta, la mejor manera de ver Tel Aviv es sobre dos ruedas. La Gran Naranja (en respuesta a la Gran Manzana) tiene más de cien kilómetros de carriles bici, presentes también en muchas de sus grandes calles. Hay varios en el Parque HaYarkon y otro que recorre la costa: desde un poco más al norte del aeropuerto Sde Dov, en dirección sur vía Jaffa, hasta el barrio de Bat Yam. Las oficinas de turismo disponen de un plano gratuito de las vías para ciclistas.
En 2011, el municipio introdujo el Tel-O-FUn (www.tel-o-fun.co.il), un programa de alquiler de bicicletas parecido al Vélib de París o al Bicing de Barcelona. Las bicicletas verdes se recogen y dejan en más de 75 puntos. La primera media hora es gratis. Los bonos cuestan 14 (diarios) y 60 shequels (semanales). Se puede pagar con tarjeta de crédito en cualquier punto de Tel-O-Fun.
Una buena opción para probar la experiencia es unirse a corredores, ciclistas y jugadores de frisbee en el Parque HaYarkon, el Central Park de Tel Aviv. Es el corazón verde de la ciudad, sobre el río Yarkon, y merece la pena recorrerlo por dentro (hacia Ramat Gan) para descubrir un estanque con patos, una pequeña granja y amplios espacios.
3 Arte contemporáneo
Nos gusta el continente y el contenido de la ampliación, inaugurada en 2011, del Museo de Arte de Tel Aviv. El edificio, proyectado del arquitecto de Harvard Preston Scott Cohen y conocido como el sobre, es por sí mismo una invitación a acercarse al centro. Una vez dentro encontraremos arte, diseño y fotografía contemporáneos, con una excelente colección permanente de obras impresionistas y posimpresionistas, además de fabulosos ejemplos de las vanguardias del s. XX. Destacan las obras de Picasso, Matisse, Gauguin, Degas Pollock, al igual que las de posimpresionistas judíos como Chagall y Sutine. La joya del museo es La pastora (1889), de Van Gogh.
Los artistas israelíes tienen su protagonismo, por supuesto, y el museo propone exposiciones especiales y películas de sus artistas locales.
04 Marcha nocturna en el puerto viejo
Como en otras ciudades portuarias, los viejos hangares han encontrado un nuevo uso al transformarse en centro comercial. En el caso de Tel Aviv no son tan antiguos (fueron inaugurados en 1936 para dar a la recién creada Tel Aviv autonomía frente al tráfico marítimo de Jaffa), pero no tardó en entrar en declive debido a la construcción de un puerto mejor y más profundo en Ashdod. A principios de este siglo, el municipio de Tel Aviv reformó la zona, construyó un amplio paseo marítimo y transformó las naves industriales abandonadas en un centro comercial.
Es una zona de tiendas, restaurantes y cafés en primera línea de mar, que durante el día está llena de familias que pasean mientras los aviones vuelan bajo para aterrizar en el cercano aeropuerto de Sde Dov. De noche y los fines de semana, hordas de jóvenes descienden hacia los bares y clubes nocturnos. El puerto viejo también cuenta con un mercado permanente cubierto instalado en el Hangar 12 (www.namal.co.il).
05 Viernes frenético de compras
Un puesto de zumos naturales en la calle Dizengoff, en Tel Aviv. / T. BUDLENDER / N. LOGAN
La estrecha y peatonal calle Sheinken es el núcleo de la comunidad gay de Tel Aviv, llena de tiendas de gafas de sol de diseño, biquinis brasileños y ropa atractiva. No hay nada como llegar a primera hora de un viernes, sentarse en la terraza de uno de sus muchos cafés y ver pasar a la gente. Si todavía nos quedan ganas de compras podemos ir a los antiguos mercados de la ciudad, a las boutiques de diseño del complejo HaTachana o a otras vías como Dizengoff St, en la que se asientan los diseñadores israelíes más conocidos. Para descubrir a los nuevos talentos de la moda hay que moverse a las calles secundarias del barrio de Florentine.
Otra opción es bucear en el barrio yemení, donde nos espera un mundo más antiguo y muchas tiendas diferentes; entrar en el viejo mercado Carmel y recorrer Nahalat Binyamin St, que es el polo opuesto de los centros comerciales con aire acondicionado y los museos de ultravanguardia. Aquí hay que dejar los modales en la entrada para abrirse paso entre los puestos de frutas, verduras, frutos secos, panes calientes, olivas, especias… Si esperamos a la hora del cierre, sobre todo los viernes, encontraremos precios más baratos, pues todos los comerciantes quieren vender su género antes del shabbat.
El barrio yemení, medio derruido, formado por estrechos callejones, casas destartaladas y humeantes cocinas, es un mundo completamente al margen de la cercana Allenby St. Especialmente recomendables son los pequeños restaurantes de hummus de la zona.
06 La Ciudad Blanca
The Braun House, uno de los edificios Bauhaus de la ‘Ciudad Blanca’, en Tel Aviv, declarada Patrimonio de la Humanidad. / URIEL SINAI
En 2003 Tel Aviv fue declarada Patrimonio Mundial de la Unesco por ser la ciudad con mayor número de edificios de la escuela Bauhaus del mundo, que integran la llamada Ciudad Blanca. Es fácil reconocerlos a pesar del deterioro de los últimos 70 años por sus líneas horizontales, las esquinas redondeadas (por ejemplo de los balcones), los huecos de escalera con ventanas verticales para que entre la luz y la ausencia de ornamentación.
La escuela de la Bauhaus –activa en la ciudades alemanas de Weimar, Dessau y Berlín entre 1919 y 1923- fue fundada por el arquitecto Walter Gropius y más tarde liderada por Mies van der Rohe, y tuvo una enorme influencia en la arquitectura del Movimiento Moderno. Los nazis, que odiaban este estilo que consideraban “cosmopolita” y “degenerado”, prohibieron la escuela cuando accedieron al poder.
Las ideas y los ideales de la Bauhaus fueron llevados a Palestina por arquitectos judíos alemanes que huían de la persecución nazi. En la década de 1930, cuando se urbanizaba Tel Aviv (siguiendo un plan trazado a finales de la década de 1920 por el urbanista escocés sir Patrick Geddes), se construyeron unos 4.000 edificios en color blanco, la quintaesencia de la arquitectura moderna de mediados del siglo XX. Hoy están siendo restaurados y muchos han recuperado su antiguo esplendor, como el Cinema Hotel (Dizengoff Sq) y la Casa Soskin (12 Lillenbius St).
En el Bauhaus Centre venden libros de arquitectura y planos de la ciudad, además de postales de Tel Aviv en su apogeo Bauhaus. También pueden informarnos de los diferentes circuitos guiados por el patrimonio Bauhaus de la ciudad.
07 El barrio europeo
Detalle de un edificio en Neve Tzedel, el barrio de estilo europeo, en Tel Aviv. / BARRY WINIKER
Neve Tzedel (“oasis de justicia”) es el barrio de estilo europeo más antiguo de la ciudad. Si no de justicia, sí que es un cierto oasis de silencio, sobre todo si venimos del centro de la ciudad.
Fue fundado en 1887 y merece un recorrido para ver sus viejas casas (las más caras de la ciudad) y pasear por sus tiendas, cafés y restaurantes de lujo, que confluyen sobre todo en Shabazi St (nombre de un poeta yemení del siglo XVII).
Aquí también se alza la polémica y moderna Torre Neve Tzedek, un elegante bloque de apartamentos cuyo proyecto siguió adelante a pesar de la voluntad de los lugareños por preservar el carácter del barrio.
08 Arte urbano israelí
Grafiti en una calle de Tel Aviv (Israel). / RAFAEL ANÍBAL
Paseando por el sur y el centro de Tel Aviv uno empieza a notar cosas raras. Las paredes parecen hablar, moverse e incluso contar historias. En los últimos años, edificios abandonados y en desuso se han convertido en escenario del asombroso arte callejero de la ciudad.
El arte urbano israelí pretende reivindicar espacios públicos con imágenes coloridas. Los artistas callejeros de Tel Aviv se han diversificado desde eslóganes y etiquetas hasta crear complejas composiciones en varios estilos y técnicas (aerosol, acrílico, pasta y ciclostil).
Para echar un vistazo a este grafiti clandestino nada mejor que los callejones del barrio de Florentine, donde la firma más conocida es Know Hope. Este artista ha creado imágenes tristes y edificantes con su personaje “Everyman”, de largos brazos y el corazón abierto. Con alcance internacional por méritos propios, Know Hope ha publicado dos libros e incluso expuesto en el Helena Rubinstein Pavillion. Otros artistas como Broken Fingaz, Dede, Foma, Klorne y Zero Cents han seguido la estela del éxito de Know Hope, pero el terreno natural de este atrevido (y a veces inquietante) grafitero es la calle.
El grafiti es una excusa como otra cualquiera para ir a Florentine, el barrio artístico de moda, hogar de diseñadores, músicos, fotógrafos y unos cuantos artistas urbanos con mucho talento. Uno puede juntarse con los modernillos en un bar o en un café de Vittal St.
09 El Museo del diseño en Holon
Exterior del Museo del diseño de Holon, cerca de Tel Aviv. / AMIT GERON
A unos seis kilómetros al sur de Tel Aviv está Holon, un lugar algo deprimido que ha encontrado en su moderno Museo del Diseño un símbolo que encarna el deseo de la ciudad israelí de transformarse en un centro cultural de primer orden dentro del panorama internacional. El centro, ubicado cerca la biblioteca, el cine y el Instituto de Tecnología de Holon, abrió sus puertas en el 2010 y en apenas tres años se ha convertido en un icono del Israel moderno. Proyectado por el israelí Ron Arad, vale la pena visitarlo simplemente por su arquitectura: un enorme edificio de hormigón y acero. Dentro hay exposiciones temporales que van desde instalaciones digitales hasta moda excéntrica y mobiliario curioso. Muchas exposiciones son interactivas y se organizan circuitos audiovisuales especiales. A veces cierra entre exposiciones, así que conviene comprobar antes de ir. Hay autobuses desde la terminal Arlozorov cada 20 minutos y también se puede ir en taxi desde el centro (15 minutos).
10 En la estación con Woody Allen
Terraza del bar de tapas Vicky Cristina, en Tel Aviv (Israel).
Si nos entra la nostalgia y no podemos pasar unos días sin tomarnos una paella o unos choricitos, podemos hacerlo en uno de los bares de tapas de moda. Es el Vicky Cristina, inspirado en la película de Woody Allen. Suele estar hasta los topes y se encuentra en uno de los nuevos centros de moda: HaTachana (la estación), la histórica estación de trenes de línea a Jerusalén, que tras décadas de abandono se ha transformado en un centro turístico con cafés, restaurantes y boutiques. Son 22 edificios, incluida una vieja terminal de carga, una fábrica de ladrillos, una villa y la estación de trenes de Jaffa, inaugurada en 1892 –el año que marcó el inicio del transporte moderno en Palestina- y clausurada en 1948.
En la entrada hay algunos vagones reformados que albergan varias exposiciones de arte, información turística y la tienda Made in TLV donde venden libros, postales y recuerdos de diseño sobre Tel Aviv. El complejo también cuenta con tiendas de moda de algunos de los mejores diseñadores israelíes, una librería, una galería de arte y actividades infantiles. En cuestión de restaurantes hay de todo, desde cocina oriental hasta cafés italianos o una heladería. Y, por su puesto, el Vicky Cristina.
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