LORENA FERRO/LA VANGUARDIA
Las atrocidades cometidas por los nazis en los campos de concentración y de exterminio durante la II Guerra Mundial hace tiempo que han dejado de ser un tema tabú. Pero aún existen aspectos relativamente desconocidos del horror allí vivido. Es el caso de las mujeres carceleras encargadas de vigilar a los reclusos de aquellos tétricos lugares y que se acabaron convirtiendo en “auténticas máquinas de matar”. La periodista Mónica G. Álvarez (Valladolid, 1979) recoge en Guardianas nazis. El lado femenino del mal (Edaf) las historias de las 19 más sanguinarias.
Su interés por las guardianas nazis empezó al descubrir la historia de una de ellas…
Sí. Me topé con la historia de Ilse Koch, que ordenaba extirpar piel humana tatuada para fabricar lámparas que luego colgaba en su casa. Me sobrecogió y me pregunté que cómo podía una persona llegar a ese extremo de calamidades… Pero empecé a investigar y vi que Koch no era la única demoníaca y malvada y comprobé que en los campos de concentración alemanes hubo 3.700 mujeres guardianas trabajando pero que las 19 que componen el libro fueron imprescindibles para matar y exterminar a judíos y a todo tipo de personas diferentes a ellas.
¿Qué historia le impresionó más?
Siempre se habla de Ilse Koch y de Irma Grese, que son las más conocidas pero a mí me impresionaron otras dos. Me impactó María Mandel, que era la maestra de todas las guardianas que pasaban por Ravensbrück, el campo de adiestramiento de estas mujeres. Mandel provenía de una familia católica practicante y cambió el Dios católico y cristiano por su Dios terrenal demoníaco como fue el Führer. Ella enseñó el sadismo y la perversión a todas las mujeres: no solo las adiestró en cómo tenían que pegar un tiro en la cabeza a los que menos servían para trabajar sino, sobre todo, cómo tenían que vejar, golpear, fustigar, acuchillar… En definitiva, maltratar físicamente a los prisioneros. Llegó a lanzar a un niño pequeño vivo al crematorio.
Era una mujer de mucha frialdad que se ganó el respeto de sus camaradas masculinos. También era la directora de la Orquesta de Auschwitz. El tema de la música clásica era muy importante en el nazismo porque para ellos era inspiradora para asesinar y también era una manera de que las víctimas sucumbieran al poder del nazismo. Nunca se arrepintió de nada de lo que hizo y nunca pidió perdón.
¿Y la segunda historia que más le impactó?
Juana Bormann, conocida como la comadreja. No era el estereotipo alemán: ni rubia, ni alta, ni guapa… Además era mayor y creo que todo esto la hacía sentirse inferior. Y esa manera de sentirte inferior hace, y lo vemos en nuestro día a día, sacar un ramalazo violento para imponer su criterio. Ella lo hacía así: usando sus puños y, sobre todo, adiestrando a perros que lanzaba contra mujeres y niños para despedazarlos. Supuestamente era misionera antes de entrar en el campo de concentración…
¿Cómo alguien corriente se puede convertir en criminal de guerra?
Para mí, más que criminales de guerra, son asesinas en serie porque muchas mataban a varias personas al día. Todos nacemos buenos por naturaleza pero son las experiencias, lo que aprendemos en el colegio, lo que vivimos con nuestros padres, etc lo que nos hace ser de una manera o de otra. Estas personas eran analfabetas y encontraron en la doctrina nazi una manera de ser superiores. De no haber sido por el nazismo, no habrían sobresalido en nada, no hubieran sido importantes. Pero Hitler y esa manera de hipnotizar a las masas convirtió a estas guardianas en máquinas de matar. Para mí son el brazo ejecutor del nazismo, imprescindibles en el Holocausto. Sin estas mujeres te puedo asegurar que no hubiera habido tantas muertes.
¿Fueron utilizadas?
Sí, pero ellas eran conocedoras de que las estaban utilizando. Hitler relegaba a la mujer a un segundo plano, a tener hijos en casa, cuántos más mejor para tener una raza aria mucho más pura. Así que sería incongruente decir que entraron obligadas, fueron voluntariamente allí. Ellas decidieron ayudar a sus camaradas masculinos a ganar la guerra. Decidieron entrar a los campos de concentración a poner su granito de arena que en este caso fue muerte tras muerte tras muerte.
¿Existe un lado femenino del mal?
No voy a caer en el estereotipo y decir que la mujer es peor que el hombre, en absoluto. Pero cómo se perpetúa esa violencia es lo que nos diferencia. Los hombres, hablo de los campos de concentración, eran más brutos, es decir, pegaban un tiro en la cabeza. Y la mujer, para poder equipararse al hombre, lo que hacía era ser igual de violenta que él.
Lámparas con piel humana, pulgares reciclados en interruptores… ¿Es cierto que el comportamiento de algunas de estas mujeres llegó a escandalizar a los nazis?
Bueno… El Tercer Reich llegó a tomar medidas en algún momento, pero realmente no hicieron nada para pararlo y evitar que se matara de esa manera tan malvada a alguien. Y no querían que se enterase nadie. De hecho cuando entraron los aliados a los campos de concentración nadie se creyó lo que estaban viendo. Y gracias a Eisenhower que dijo “fotografíen todo lo que estamos viendo porque dentro de unos años lo negarán, negarán que esto ha existido”. Y, aún así, yo hoy todavía me encuentro gente que dice que esto no ha existido, negando el Holocausto.
¿Por qué cree que no se conoce tanto esta parte del nazismo que implica a las guardianas?
Si en el siglo XXI existe machismo ¡imagínate en los años 30 y 40! Fue por machismo, porque la mujer siempre quedó relegada a un segundo lugar. Ese fue el motivo por el que estas 19 historias se han tapado siempre. Pero historias tan cruentas y tan macabras como estas nunca jamás se deben ocultar. Se deben de contar con nombres y apellidos, con hechos, con datos contrastados. Y he intentado ser lo más objetiva posible, pero una tiene corazón y alma…
…
Lo he pasado muy mal escribiendo este libro y he tirado la toalla y dejado de escribir algunas temporadas porque me era imposible ponerme delante del ordenador sin llorar. Las historias son muy tremendas y muy indignantes. Este libro es también una especie de homenaje a aquellas personas que cayeron en pos de la libertad.
Algunas carceleras decían que no tenían otra opción que actuar así…
Eso lo dijo Herta Bothe. De esta mujer no hay que creerse ni media palabra porque ella fue una de las peores. Es la que aparece en la portada del libro durante la liberación del campo de Bergen-Belsen. Escogí esa imagen porque enfrente de ella había una montaña de cadáveres. Tuvo oportunidad de pedir perdón y no lo hizo, así que no me merece ningún respeto.
Algunas de estas mujeres murieron en la horca o fueron condenadas a cadena perpetua, aunque otras quedaron en libertad ¿Si las pudiera entrevistar qué les preguntaría?
Las he buscado a ellas y a sus familiares pero no he encontrado nada fiable. Es una pregunta difícil… (silencio) Mataron a niños ¿Lo harían si se tratase de su hijo? ¿Le hubieran pegado un tiro en la cabeza a su hijo?
¿Cree que es necesario conocer los campos de concentración, visitarlos?
No hay que dar la espalda a la historia, a nuestro pasado. Animo a la gente a que vaya para que se de de bruces con lo que existió y para que se den cuenta que eso no puede volver a repetirse jamás. Si todo esto se repite es porque el hombre quiere que se vuelva a repetir…
¿Estamos trabajando para que esto no suceda?
Lo que estamos haciendo es desunirnos… Nuestros políticos y todos los del mundo deberían dejar las armas. La violencia solo genera violencia y más odio. Lo que tenemos que hacer es estar unidos para combatir una crisis mundial en la que la gente se muere de hambre porque no tiene trabajo. Aunque suene a utopía, quizás si no hubiera fronteras el mundo sería mucho más libre y mucho mejor.
Se documentó mucho en Alemania ¿Allí hay gente que aún justifique el nazismo?
En Alemania se avergüenzan y creo que bastante han pagado las nuevas generaciones por lo que hicieron sus antepasados. Pero, a raíz de sacar el libro, sí que me ha escrito alguna persona a favor del nazismo. Me he echado las manos a la cabeza cuando he visto los comentarios que me han puesto, por ejemplo, en Facebook. A una persona que piensa que eso fue lo correcto no le puedes hacer cambiar de opinión.
¿Personas españolas?
Sí. Me dicen: “Usted está equivocada, ha mentido, esa documentación es falsa…”. Alguna gente me ha puesto verde. Pero debo decir que a la mayoría les ha gustado el libro.
Hoy es habitual en discusiones de tema político llamar a los oponentes nazis ¿Se frivoliza con el tema?
Sí. “Eres un nazi o un fascista” son expresiones que se usan demasiado a la ligera. La gente tiende a frivolizar con palabras que hacen mucho daño y llamar a una persona nazi es lo peor que le puede pasar a alguien porque todos sabemos cómo se comportó el nazismo y cuántos millones de personas se exterminaron durante el Holocausto. La gente tiende a ser frívola.
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