Juntos venceremos
martes 19 de noviembre de 2024

Una joven del siglo XXI entrevista a Frida Kahlo

MAAYAN VAINER PARA ENLACE JUDÍO

Olía a que la sopa de fideos ya estaba lista, el sol apuntaba justo al patio central de la Casa Azul.

Eran las 12:00, el clima muy cálido y la luz del sol hacía que los colores mexicanos crearan un ambiente tradicional y alegre. En medio del patio se encontraba Frida, una señora le preguntó que si deseábamos algo y respondimos que en un rato.

Frida estaba sentada en una silla de ruedas y tenía el pie recién operado.

Estaba empezando un cuadro, tenía el pelo destrenzado, un vestido floreado y cuando me vio, sonrió: no era una gran sonrisa, pero sincera.

De repente se escucharon sonidos como pájaros y niños que corrían en la calle; la acústica en la Casa Azul era muy buena. Máscaras y alebrijes. Me platicó que ella y su familia siempre habían mantenido tradiciones mexicanas.

Su matrimonio con Diego Rivera había sido interrumpido, una de las razones de la tristeza que le recorría toda su expresión. También mencionó que el cuadro que estaba empezando era “de ella misma y otra Frida que no entiende muchas cosas en esta etapa de su vida”. Me detalló que una Frida es la Frida que a Diego le gustaba, es decir, Frida vestida de tehuana y la otra Frida sería la europea, la que existió antes de su relación con Diego y su matrimonio.

Greta, la persona antes mencionada, nos sirvió agua fresca de jamaica con un poco de hielo, un alivio para estas épocas de verano.

Comenzó diciendo que no quería hablar mucho de Diego, pero que no le molestaba sí hablábamos de él; estaba acostumbrada a que se lo preguntaran, pero prefería hablar un poco más de sus propias pinturas.

Enseguida un gato cruzó el patio y se escuchó como ronroneaba. Raspaba el árbol que estaba cobijándonos del fuerte sol en el patio central.

-A lo largo de tu vida has tenido muchas pérdidas ¿qué sentiste cuando tuvieron que amputarte un dedo?
-Me sentí triste pero tomé una buena filosofía, respiré y dije: “Pies, para que los quiero, si tengo alas para volar.”

-¿Qué significa la pintura para ti?
– Mi pintura lleva con ella el mensaje del dolor. La pintura ha completado y acompañado mi vida.

-¿Consideras que tus pinturas tienen algo de surrealismo?
-Nunca he pintado cosas fuera de la realidad, ni pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad y reflejo a lo lejos el sufrimiento del mundo.

-¿Cuál es la razón por la que pintas tantos autorretratos?
-Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola y me observo en el espejo; nunca espero quedar perfecta porque nadie es perfecto.

-Durante el tiempo que viviste en Estados Unidos ¿cómo fue tu vida?
-Los gringos me caen muy “gordos” con todas sus cualidades y sus defectos: son personas difíciles para mí y me caen bastante mal, no sé… lo más posible es que sea por la manera de ser, pienso que son hipócritas en la política y socialmente.

-Evidentemente sufriste mucho por no poder ser madre ¿qué pasaba por tu mente al perder a tu primer hijo?
-Tenía yo tanta ilusión de tener a mi Dieguito chiquito que lloré mucho, pero ya pasó, no hay más remedio que aguantarse.

-Alguna vez haz pensado por qué nunca has dejado a Diego Rivera?
-Nadie sabrá jamás cómo quiero a Diego y porqué no lo dejo. No quiero que nada lo hiera, que nada lo moleste y le quite energía que él necesita para vivir, vivir como a él le de la gana, Pintar, ver amar, comer, dormir, sentirse solo, sentirse acompañado; pero nunca quisiera que estuviera triste. Si yo tuviera salud quisiera dársela toda, si yo tuviera juventud- toda la podría tomar.

-¿Alguna vez crees que dejarás de sufrir y veremos plasmada una Frida que pinte lo alegre que tiene la vida deje de sufrir?
-Acorazar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore y destruya desde adentro. He intentado hundir mis sufrimientos y sentimientos feos pero ellos aprendieron adaptarse junto a mi pintura, que muestra la realidad de mi vida, sobre todo mi vida amorosa y mis problemas físicos.

Dio un trago para finalizar su agua fresca de Jamaica, se acercó un poco a la mesita que estaba enfrente y dejó el vaso sobre ella. Suspiró. Me miró y comenzó de nuevo: “Pensándolo bien, el ser humano es tan cruel que no merece tener arte alegre, eso es lo que pienso a parte de que mi arte habla mucho sobre mi vida y la vida que he compartido con Diego.”
Siempre ha querido tener hijos, sería como la salvación en estos momentos de su vida, contaba

Eso dijo Frida Kahlo, mientras tocaba su pelo con la mano izquierda y con la otra detenía un pincel recién enjuagado de la punta, que todavía goteaba un poco:

“La verdad ha sido suficiente lo que Diego me hizo, a veces pienso que debería tenerlo cerca otra vez… la llevamos rebien juntos y nos encanta ver como hacemos arte, así cada uno hemos afinado nuestros conocimientos. También compartimos buenas lecturas ” dijo Frida un poco más animada.

El atardecer era hermoso, despejado, con pocas nubes y Frida seguía contando sus experiencias y viajes con Diego Rivera como cuando estuvieron en Estados Unidos, por ejemplo, “la pasamos gran parte en Nueva York y Detroit, fue una época donde Diego amaba mi pintura y me admiraba.”

“Yo a Diego lo amo y lo amé mucho más, pero ya no podríamos estar juntos; podríamos ser buenos amigos y soy su gran crítica en la pintura. Lo admiro por su dedicación.”

Su nuevo “autorretrato doble” era de doble filo, tan poco dócil, tan fuerte a la vez, pero ella explicó que “era de los cuadros que más le había costado trabajo y son las dos Fridas que conoce tanto y no sabe cual quiere ser ahora, solo sabe que están unidas por la vía sanguínea y no sabe cuando acabará ese cuadro tan importante en su vida.”

Dieron las 5:00, el atardecer era tan despejado que se podía seguir palpando su historia desde los colores de sus cuadros, en la casa azul tan mexicana. Y me quedé con estas dos Fridas que, dentro de dos meses, en su primera exposición, fijarían sobre la gente esa mirada doblemente profunda.

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