RABINO ELIAHU BIRNBAUM/BEIT ANUSIM.ORG
La judería argentina es conocida por su fuerza numérica e institucional – y por el gran porcentaje de asimilación. Una travesía a la tierra alternativa, que comenzó con la visión colonial del Barón Hirsch y finaliza con el proceso de muchas personas que se han vuelto religiosas, el cual deja a varias otras sin respuesta.
“¿La tierra de Israel o Argentina?” – así se preguntó Herzl en su libro “El Estado de los Judíos”. Hace ochenta años, Herzl se preguntaba si convenía establecer el estado judío en la tierra histórica o en la tierra geográfica, y dejó algunas explicaciones por las cuales quizás convenía elegir a Argentina como la casa nacional del pueblo judío: “Argentina es uno de los países más ricos en recursos naturales, con un territorio enorme, una población débil y un clima promedio. Será para el bienestar de la República Argentina el otorgarnos parte de su territorio…”. Herzl sugirió que en un tema tan importante como éste, debía ser decidido por la “Asociación Judía”, en nombre de todo el pueblo judío, y como es sabido, el pueblo judío decidió a favor de la Tierra de Israel. Sin embargo, no es posible ignorar la belleza de esta tierra la cual es conocida por muchos como: “Paris de Sudamérica”. A lo largo de los años se estableció el Estado de Israel, sin embargo en Argentina también se estableció una gran comunidad. Una de las características de dicha comunidad es la profunda ideología sionista. No es casualidad que cerca de setenta mil judíos hicieron aliá a Israel a lo largo de los años.
Judíos en cantidades
La judería argentina es la más grande de Latinoamérica y una de las seis comunidades judías más grande del mundo, luego de Francia, Inglaterra y Rusia. Hoy día viven en Argentina cerca de 200.000 judías, sin embargo en los años sesenta había cerca de medio millón de judíos allí. La mayoría de los judíos viven en Buenos Aires, la capital; algunos viven en otras ciudades y pocos en las zonas rurales del país. Entre las comunidades de fuera de Buenos Aires, se encuentran Rosario, Córdoba, Tucumán, Mendoza, Paraná, Mar del Plata y Bariloche.
La mayoría de los judíos son ashkenazíes y una gran minoría – cerca de un 15% – sefaradíes. Los judíos llegaron a la Argentina desde Europa Central y Oriental, y de Siria, Turquía y Marruecos. La primera comunidad judía se estableció en Buenos Aires en 1862. Su cantidad de miembros era pequeña, y la cantidad de matrimonios mixtos bastante grande. La primera comunidad sefaradí se estableció treinta y cinco años después, casi a fines del siglo XIX.
Los progroms, las persecuciones y la pobreza en Europa Oriental llevaron a la gran emigración a la Argentina (antes que eso hay testimonios de judíos anusim que llegaron al país pero no quedó rastro alguno de ellos). Ellos llegaron principalmente de Galicia, Polonia y Rusia, y buscaban un mejor lugar para establecer su casa. Parte de ellos se asentaron en las ciudades y parte en los asentamientos agrícolas. Así como en Estados Unidos, la gran ola de inmigración tuvo lugar en la última década del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La cantidad de judíos argentinos creció de cerca de seis mil judíos a más de cien mil.
Las colonias del Barón
El comienzo del asentamiento judío en Argentina está relacionado con las colonias del Barón Maurice de Hirsch – un fenómeno único de Argentina.
A pesar de que actualmente la mayoría de los judíos viven en las ciudades, y en particular en la capital, los primeros judíos llegaron al país justamente a través del intento del Barón Hirsch de asentar a las masas de judíos del imperio zarista en zonas agrícolas en el mundo. El Barón Hirsch estableció la organización J.C.A mediante la cual llegaron a Argentina cerca de 1000 familias de Rusia, Ucrania, Polonia y Rumania. El comienzo del asentamiento judío tuvo lugar en un pueblo llamado Moisesville en el año 1889. La mayoría de las familias llegaron de Besaravia, escapándose de los pogroms y de un ambiente anti-judío. La industria del asentamiento se extendió tanto que a comienzos del siglo XX había en Entre Ríos, la cual fue brindada para el asentamiento, cerca de 170 pueblos rurales y ranchos agrícolas judíos.
Tan solo en Clara, por ejemplo, había 19 pueblos judíos, entre ellos con nombres tales como “Rosh Pina”, “Even Harosh”, “Rachel” e incluso “Kiriyat Arba”. Los judíos trabajaron la tierra, criaron ganado e incluso elaboraron productos lácteos. Dichos judíos eran conocidos por todos como los “gauchos judíos”. Y además de la necesidad de escapar a los pogroms, vieron un ideal en volver a trabajar la tierra tal como lo hacían en la época del Tanaj. Los gauchos judíos eran en su enorme mayoría religiosos, cuidaban Shabat y festividades, hablaban idish, rezaban en la sinagoga e incluso comían guefilte fish.
El Baron Hirsch estableció un fondo de 50 millones de francos – un montó enorme para esa época – para establecer el asentamiento masivo en Argentina, el cual apuntaba a 3 millones y un cuarto de colonos a lo largo de 25 años. Sin embargo, la gran industria se encontró con muchas dificultades a lo largo de los años y se limitó a ser un proyecto de asentamiento, sin la ideología que la acompañó al comienzo. En perspectiva histórica, a pesar de que el Barón Hirsch intentó salvar a los judíos de Europa Oriental de los pogroms y permitirles mantenerse con dignidad, si su intento hubiese tenido éxito en la dimensión que él pensó, entonces Israel estaría establecida en Argentina, o por la sugerencia de Herzl o de facto.
La continuidad de la inmigración a la Argentina
A fines de los años ´20, Argentina era uno de los pocos países a los cuales los judíos podían emigrar con facilidad, luego de que las puertas de Estados Unidos se cerraron. Y de hecho, en la década hasta 1930, se anotaron más de 7000 inmigrante por año –hasta el golpe militar de 1930, el primero en la lista de una serie de golpes que amenazaron la estabilidad política del siglo XX. El golpe creó un gobierno nacionalista anti-democrático, que vio en los inmigrantes personas no gratas y limitó la inmigración. Legislaciones y acuerdos internos particularmente hostiles llevaron a que durante la Segunda Guerra Mundial se cierren los límites del estado ante los inmigrantes. A pesar de esto, durante los años del gobierno nazi en Alemania, y luego en Europa, lograron cerca de 40 mil judíos encontrar refugio ilegal en Argentina.
En el año 1946 había en Buenos Aires solamente, más de 200 mil judíos. Después de la shoá creció el número de judíos hasta que llegó a 400 mil. A muchos judíos les atrajo Argentina particularmente más que otros países en América Latina, debido al carácter europeo de su población y su cultura. Esto facilitó la adaptación de los judíos provenientes de Europa así como a los del Imperio Otomano que hablaban ladino, lengua muy cercana al español. Desde ese entonces y hasta hoy en día la cantidad de judíos se ha ido reduciendo, tanto debido a la aliá a Israel así como la emigración hacia otras partes del mundo – y debido a los matrimonios mixtos: el carácter europeo de la nueva tierra creó un escenario social común entre los judíos y los no judíos, y las consecuencias son conocidas.
El Jerem (excomunión)
El fenómeno de matrimonios mixtos comenzó a expandirse. El deseo de los emigrantes de integrarse económica y culturalmente en la sociedad local debilitó la tendencia natural de mantener los matrimonios dentro de la comunidad. Muchos judíos se dirigieron a los rabinos de las comunidades para que conviertan a sus parejas y autoricen el casamiento. En base a dicha situación social y religiosa, nació en Argentina un jerem especial de acuerdo al cual no se debe aceptar conversos. Dicha excomunión es conocida en todo el mundo rabínico y judío, y es la base de la excomunión de las comunidades sirias de Alepo de no aceptar conversos. Dicho Jerem influenció, sin duda alguna, al transcurso de la historia judía argentina en el último siglo, y vale la pena dedicar algunas líneas al respecto.
En los años ´20 del siglo XX no había un Gran Rabino en Argentina. Cada rabino se preocupaba por su comunidad. Entre los rabinos más conocidos, encontramos al Rab Shaul Sitón. El Rabino Sitón nació en Alepo, Siria, en el año 1851 y creció junto con grandes sabios. Fue nombrado Rosh Yeshiva y juez del tribunal rabínico y estaba en contacto con rabinos de Alepo e Israel. En su visita a Argentina, el Rabino Sitón vio la decaída situación religiosa de los judíos y con el objetivo de ayudar, decidió quedarse en Argentina y hacer lo máximo posible.
El Rabino Sitón tenía una gran capacidad de ver a futuro, y decidió realizar todo lo necesario para fortalecer a la comunidad y a los judíos del país. Cuando vio el deseo de los jóvenes de casarse con mujeres no judías de acuerdo a una conversión que no es realizada en base a la halajá, consultó con su amigo cercano, el Rabino David Goldman, rabino de Moisesville, y juntos decidieron realizar un jerem total respecto a la conversión en la Argentina. El socio del Rabino Sitón, el Rabino Goldman, nació en Rusia en 1854, era un gran sabio y erudito en la Torá y estaba en contacto constante con el Rab Eljanan Spector, Rab Shmuel Salant, el Jafetz Jaim, el Rab Kuk y otros grandes rabinos. Escribió un libro de preguntas y respuestas halájicas llamado “Divrei Aharón”.
En el año 1927, el Rabino Sitón publicó la excomunión, la cual al parecer estaba colgada en las carteleras de la ciudad de Buenos Aires:
Debido a que esta ciudad es sumamente liberal y cada cual hace lo que le parece y no tienen un rabino del cual temer… y por lo tanto, cada persona que desea casarse con una mujer no judía la lleva a su casa, la convierte en su mujer, sin conversión, o que lleva a tres personas judías simples (no rabinos) del mercado y las convierte ante ellos… esparcí avisos diciendo que está prohibido recibir conversos en Argentina de aquí a la eternidad como hemos fijado y no es posible quebrar la restricción y todo aquel que lo haga lo morderá una víbora… y quien desea convertirse debe viajar a Jerusalem y allí lo recibirán…
El joven Shaul David Sitón S.T (sefaradí puro)
El jerem no vino a quitar la posibilidad de conversión en forma total, sino tratar de crear una situación en la que sea prácticamente imposible convertirse (es importante recordar que a comienzos de siglo el viaje de Argentina a Jerusalem requería viajar en barco durante más de un mes y a su vez representaba muchos gastos). La excomunión es un ejemplo de lo que es denominado “orden temporal” que fue creada para detener procesos peligrosos. El mismo Rabino Abraham Itzjak HaCohén Kuk, Gran Rabino de Israel, le escribió al Rabino Sitón una carta de apoyo y consentimiento con el jerem dispuesto por ellos.
Ochenta años después, es imposible no preguntar: ¿a logrado la excomunión su objetivo? La realidad demuestra que el número de asimilación y de matrimonios mixtos continuó creciendo a pesar de la excomunión, y a su vez, hubo muchos rabinos conservadores que no aceptaron el jerem y convirtieron. En todas las comunidades ortodoxas, es importante recalcar, el jerem se mantuvo en forma total.
Los judíos argentinos en la actualidad
La vida argentina actual es sumamente vigorosa y activa. Existen más de 70 organizaciones judías y cerca de 40 escuelas con más de 18.000 alumnos, los cuales representan el 50% de los alumnos judíos del país. Asimismo, hay 30 clubes judíos, una liga judía de fútbol, periodismo judío y cerca de 50 restaurantes kosher, decenas de negocios con productos kosher y decenas de yeshivot. Existen instituciones del jasidismo de Satmer, de Jabad, de Agudat Israel, de los sefaradim, marroquíes, sirios, religiosos sionistas, laicos y conservadores. Incluso un negocio de Mc Donald’s Kosher, por lo visto el único kosher fuera de Israel.
La comunidad judía está muy bien organizada mediante cuerpos centrales que apoyan la actividad de las comunidades y la representan hacia afuera. El que llega a la capital del país, Buenos Aires, y camina por la calle principal, Corrientes, se encuentra rápidamente en el barrio de Once, uno de los barrios más poblados de la ciudad. Este barrio es el centro de la vida judía de la capital. En el marco de un kilómetro dentro del barrio, es posible encontrar decenas de negocios kosher, instituciones judías, colegios religiosos, sinagogas y todo lo necesario para la vida judía. En todas las esquinas resaltan las letras en hebreo en los carteles. Debido a la cantidad de judíos que viven allí, el barrio recibió el nombre de Gueto, aunque en realidad hay varios judíos dispersos por otros barrios adicionales.
Y de todas formas – antisemitismo
A pesar de la participación de los judíos en la cultura, la economía y la sociedad argentina, no desapareció totalmente el antisemitismo, e incluso quizás exactamente lo opuesto es lo correcto. A pesar de que Argentina es una tierra católica, no hubo antisemitismo por parte del gobierno ni propaganda antisemita durante la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, sí hubo antisemitismo popular cuyas raíces provienen de la percepción que estableció la iglesia católica a sus creyentes respecto a los judíos. Hasta hoy día, es posible escuchar de boca de los ciudadanos no judíos que los judíos son los culpables de la muerte de Jesús y deben pagar por esto. Este tipo de antisemitismo es constantemente publicado en materiales tales como “Los Protocolos de los Sabios de Sión” los cuales sirvieron como inspiración para la creación de obras “literarias” adicionales y periódicos donde aparecen mentiras anti-judías tradicionales con una vestimenta argentina renovada. El antisemitismo existe también dentro de grupos intelectuales y políticos de izquierda.
Dichas opiniones llevaron a actividades de grupos antisemitas a realizar ataques contra los judíos y sus propiedades. Dichos grupos comenzaron a intervenir en 1910 por primera vez y en 1919 por segunda vez, durante el gran paro de los obreros. En el primer caso, los judíos eran vistos como extraños revolucionarios, y en el segundo caso fueron culpados de tener inclinaciones comunistas y querer convertir a la Argentina en una dictadura del proletariado. Desde ese entonces no ha habido ataques similares, sin embargo continúa la distribución de propaganda antisemita escrita y oral, hasta hoy en día en parte de los medios de comunicación.
La subida del nazismo y su influencia se sintió también en la Argentina. Al principio esto fue expresado en particular en la propaganda contra la recepción de refugiados judíos de Alemania, y luego creció la incitación que no frenó ni siquiera con la derrota de los alemanes. En los años 40´y 50´, criminales nazis se escaparon a la Argentina, donde se establecieron y abrieron allí una nueva página de vida. Su exposición y su extradición llevaron a olas de ataques a instituciones judía del país. No es casual que Eichman fue encontrado allí, y también su extradición a Israel fue acompañada de una gran oposición de gran parte del público local.
Durante los gobiernos militares en Argentina (1943-1946, 1976-1983), los judíos fueron discriminados en forma individual. En la primera etapa la discriminación se proyectó en la prohibición de permitirles a los judíos tener cargos públicos, incluyendo enseñar en una escuela, y en la segunda etapa en el trato difícil contra los judíos durante su investigación y su encarcelamiento. De acuerdo a las estimaciones, cerca de 2000 judíos argentinos desaparecieron como si se los hubiese tragado la tierra, durante el gobierno de la junta militar entre 1976 y comienzos de los años ´80. En total, desaparecieron durante dicha época 30 mil judíos con la excusa de que actuaban contra el gobierno. Junto a esto, la continuación regular de las actividades de la comunidad no fue molestada por las regulaciones o por el gobierno en sí mismo. Los grandes atentados en el edificio de la Embajada Israelí en Buenos Aires en 1992 y del edificio de la comunidad judía en 1994, dejó muchas víctimas y las huellas tras los culpables llevaron a Hizballah e Irán.
Alejamiento y acercamiento
La comunidad judía de Argentina atraviesa procesos conocidos en todo el mundo judío: asimilación y matrimonios mixtos por un lado, y gente que se vuelve religiosa por el otro. La judería argentina es considerada una de las comunidades con porcentajes más grandes de matrimonios mixtos en América Latina y en el mundo, con un 70-80% de asimilación: casamientos con parejas no judías las cuales muchas veces llevan a la pérdida de la identidad judía. Junto a estos números tan altos de asimilación, la comunidad judía vivió un proceso largo y significativo de “fortalecimiento” religioso, la cual cambió la división de fuerzas en la comunidad judía argentina. Si en los años ´60 del siglo XX el movimiento que dominaba era el movimiento conservador, con la dirección del famoso Rabino Marshal Meyer, e incluso estableció un seminario rabínico el cual envió rabinos a Argentina y a toda América Latina, pues hoy en día el movimiento ortodoxo influencia la mayor parte de las sinagogas de la ciudad y del país.
Es interesante recalcar que ambos procesos avanzan en conjunto e influencian uno a otro. Justamente en el mismo lugar donde los porcentajes de asimilación son sumamente altos, también los porcentajes de personas que se vuelven religiosas lo son. ¿Acaso hay relación entre ambos procesos? ¿Acaso el hecho de que varias personas se vuelvan religiosas influencia a la asimilación y viceversa? Para mí, sí. Por un lado, el miedo a la asimilación, el miedo a perder la identidad judía personal traen motivación de búsqueda y adaptación de creencias y pensamientos que preservan la identidad judía de la persona. Cuando una persona o pueblo sienten que están en crisis, se acercan a la identidad y en este caso también a la tradición.
Por otro lado, los procesos de acercamiento de parte de la sociedad, llevan a otros a alejarse. Muchos judíos que no llevan una vida religiosa, miran a personas que ahora lo son y concluyen que el judaísmo no es para ellos. Muchas veces buscan un camino intermedio que les permita fomentar su judaísmo y su identidad sin cumplir mitzvot en forma activa. Dichos judíos no tienen actualmente muchas posibilidades de elección. Los caminos que había en el pasado para fomentar la pertenencia y el significado judaico se perdieron y perdieron su fuerza, y ahora solo queda el camino religioso como posibilidad significativa, y este no es un camino adecuado para todo judío en forma inmediata. Los procesos de acercamiento, por lo visto, crean a veces procesos de alejamiento.
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