EL MUNDO.ES
“Una vez más se demuestra que en el extranjero siempre triunfan películas antiisraelíes y financiadas por nosotros y los europeos”, lamenta Judy Shalom Nir-Mozes, periodista y esposa del viceprimer ministro israelí, Silvan Shalom. Es su reacción al logro sin precedentes de su país de colocar dos filmes en la lista final de ‘Mejor documental’.
Obras trabajadas sobre el conflicto israelí-palestino desde dos peculiares ángulos. La primera película seleccionada es ‘Five broken cameras’ (Cinco cámaras rotas), del israelí Guy Davidi y el palestino Emad Burnat. Un crudo retrato de la lucha de su aldea de Bilin contra el trazado de la valla levantada tras la Segunda Intifada y los enfrentamientos con los soldados israelíes.
“No es una película para acusar a Israel sino para reflejar la lucha de nuestros vecinos en un determinado lugar. Espero que la cinta cambie la desastrosa dirección a la que vamos”, afirma Davidi. Sin embargo, su obra parece que tendrá más influencia y espectadores en el extranjero que en su país. “No represento a Israel. Es sólo una película de un director palestino y otro israelí”, aclara. Mientras, su amigo y compañero Burnat aún no se lo cree. “Es una gran sorpresa y alegría. Un gran paso en nuestra lucha y un reconocimiento al trabajo hecho”, dice, desde Cisjordania.
Pero la cinta que más impacto ha creado es ‘The gatekeepers’ en la que los últimos seis jefes de los servicios secretos internos israelíes (Shin Bet) desde 1980 expresan de forma abierta e intima sus experiencias, dilemas y reflexiones sobre la lucha antiterrorista. La obra, dirigida y filmada por Dror Moreh, sorprende por su mirada muy crítica hacia el ‘establishment’ al que sus protagonistas sirvieron durante décadas, su frustración por los efectos que la ocupación provoca en los palestinos y también en los propios israelíes así como su exigencia de un acuerdo de paz inmediato.
Contemplando las reacciones de los espectadores en una de las sesiones de la Cinemateque de Tel Aviv, se puede llegar a la conclusión de que Moreh consigue parte de su propósito. Profundo silencio y reflexión al ver de primera mano “el trabajo sucio” que supone evitar atentados y administrar una ocupación desde la Guerra del 67. “A mí me da igual lo que piensen en el extranjero y si perjudica o no la imagen de mi país. Yo quiero que los israelíes vean lo que tienen que decir estos hombres y reflexionen bien hacia dónde vamos”, explica.
Es pues la confesión de Avraham Shalom, Yaakov Peri, Carmi Gilon, Ami Ayalon, Avi Dichter y Yuval Diskin. Seis figuras consideradas en su momento héroes por liderar la lucha antiterrorista y que aparecen en la gran pantalla como palomas autocríticas que lanzan un grito desesperado a favor de un acuerdo de paz. Y sin ahorrar duros reproches a los dirigentes.
La obra, que hace uso de modernos sistemas de edición, reconstruye por ejemplo el “asesinato selectivo” en enero del 96 de Ijie Ayash, el ‘ingeniero’ y responsable de numerosos atentados en las calles de Israel. Tras años de intensa búsqueda, el Shin Bet lo localizó. A través de un agente infiltrado, le hizo llegar un teléfono móvil. Al llamar, el experto palestino en explosivos explotó por los aires. Había muerto el número uno en la lista de más buscados provocando también otra cadena de atentados en Israel.
Sobre este tipo de acciones, Diskin (2005-2011), reconoce: “Vale, has tomado una decisión y han muerto x personas que iban con total seguridad a hacer un atentado muy grave. Nadie de su alrededor ha sido dañado, ha sido la operación más limpia y quirúrgica pero con todo, tú te dices: ‘Hay algo aquí que no es natural, la fuerza que tienes para arrebatar en un segundo la vida de tres personas que eran terroristas'”.
“En la lucha contra el terror, olvídate de la moral, primero busca la moral en los terroristas”, dice Shalom que se muestra muy pesimista ante el futuro y aconseja: “En Israel es un lujo demasiado grande no hablar con nuestros enemigos. Debemos dialogar con quien esté dispuesto hacerlo con nosotros, incluyendo Hamas o Ahmadineyad”.
Según él, los dirigentes israelíes han actuado durante décadas “sin estrategias, sólo tácticas”.
Irresponsabilidad
“Dejamos la responsabilidad de si una decisión es proporcional o no en manos de un soldado que lleva pocos meses en el Ejército y que hace un año había terminado el instituto. Y tiene delante suyo a un hombre con su hijo y debe decidir si le registra o no, si tiene que dejarle pasar o no. Esto es algo que me destroza”, afirma Gilon.
Ayalon concluye: “La tragedia en el debate público de la seguridad en Israel es que nosotros no entendemos que ganamos todas las batallas pero perdemos la guerra”.
Los seis últimos guardianes no imaginaban que podrían ser los primeros en traer el Oscar a Israel tras 10 intentos fallidos.
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