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jueves 21 de noviembre de 2024

Orígenes y actualidad de los Protocolos de los Sabios de Sión

JULIÁN SCHVINDLERMAN/REVISTA COMPROMISO

El primer congreso sionista ocurrió en Basilea en 1897. Convocado por el periodista e intelectual del imperio austro-húngaro Theodor Herzl, éste marcó el inicio formal del sionismo político cuya épica culminaría en el establecimiento de Israel en 1948. Allí se sentaron las bases y se diseñó un programa de acción política para forjar la creación del primer y único estado judío del mundo. Al finalizar el congreso, Herzl escribió esta anotación en su diario personal: “Si yo fuera a sintetizar el Congreso de Basilea en una palabra -que cuidaré de pronunciarla públicamente- sería ésta: en Basilea he fundado el estado judío. Si yo dijera esto en voz alta hoy, sería respondido con carcajadas universales. Quizás en cinco años, ciertamente en cincuenta, todos lo sabrán”.

Pero el propósito del congreso sionista celebrado en aquella localidad suiza sería prontamente usurpado por la policía secreta zarista y transformado en una de las mentiras más perdurables, propagadas y dañinas de toda la historia del antisemitismo mundial. En algún momento entre 1897 y 1899, Pytor Rachovsky, jefe de la sección foránea de la Ojrana (como se conocía a la policía secreta rusa) en París comenzó a elaborar un documento cuya finalidad era difamar a los judíos. Él se basó en dos libros publicados en la década del sesenta del siglo XIX –Diálogo en los Infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu de Maurice Joly y Biarrtiz, novela antisemita de Hermann Goedesche- y le dio una gran vuelta de tuerca para acomodar esos relatos de modo tal que los judíos quedasen expuestos como dominadores globales. Su texto presentaba por primera vez los supuestos verdaderos protocolos del congreso sionista de 1897 según los cuales los judíos habían ideado un complot para conquistar el mundo y habían encubierto la ambición tras la fachada de una reunión político-nacionalista. Las autoridades rusas buscaban justificar ideológicamente las persecuciones contra la comunidad hebrea en Rusia. Terminaron justificando, en las mentes de los antisemitas al menos, las persecuciones contra los judíos por doquier.

La Ojrana lo divulgó por aquí y por allá. En 1903 apareció una versión abreviada en el diario Znamya de San Petersburgo. En 1905 fue añadido como un capítulo al libro Lo Grande en Pequeño: el Advenimiento del Anticristo y el Dominio de Satán en la Tierra de Serge Nilus. Durante la siguiente década y media continuó su propagación, con impacto menor. Pero a partir de 1920 comenzó a ser publicado en varias lenguas más allá de la rusa: en alemán, francés, polaco, italiano e inglés entre otras. Ese mismo año el magnate de la industria automotriz, Henry Ford, publicó en los Estados Unidos El Judío Internacional, un texto judeófobo fuertemente inspirado por los Protocolos; fue traducido a una docena de idiomas. Apenas a tres años de la revolución bolchevique, en la que una minoría judía participó de manera visible, la presunta primicia se expandió velozmente.

En Gran Bretaña, en un contexto de debate intenso acerca de la política sionista hacia Palestina y con la Conferencia de San Remo presta a dar al gobierno británico el Mandato sobre Palestina para implementar la Declaración Balfour, la difusión de la acusación fue frenética. El Morning Post publicó una serie de dieciocho artículos que denunciaba un complot hebreo contra la cristiandad, meses después de que la primera edición de los Protocolos había aparecido en Inglaterra. The Times publicó una síntesis del panfleto y The Spectator requirió que una comisión real fuese creada para determinar la veracidad del alegato. En Italia y en Francia los Protocolos fueron introducidos y divulgados por figuras del clero católico.

Según ha detallado Yad Vashem, en 1923 el teórico nazi Alfred Rosenberg escribió Los Protocolos de los Sabios de Sión y la Política Judía Mundial y agotó tres ediciones en un solo año. En 1924, Joseph Goebbels señaló en su diario íntimo: “Creo que Protocolos de los Sabios de Sión son una falsificación… [Sin embargo], creo en la verdad intrínseca pero no la verdad factual de los Protocolos”. En su texto Mein Kampf, a partir de 1925 el propio Adolf Hitler sostuvo: “Hasta qué punto la existencia de este pueblo está basada en una mentira continua, se muestra en Protocolos de los Sabios de Sión”. En 1933 los nazis tomaron el poder en Alemania y publicaron veintitrés ediciones del panfleto en los siguientes seis años. Para cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, este libelo estaba siendo ampliamente leído en Europa.

Los Protocolos llegaron a la India en 1974 bajo el título La Conspiración Internacional contra los Indios, pero fue en el Medio Oriente árabe-islámico donde alcanzaron una aceptación fenomenal. En 1985 fueron publicados en la República Islámica de Irán y tres años más tarde el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) aseguró en el artículo 32 de su Pacto fundacional: “El plan sionista no tiene límite. Después de Palestina, los sionistas aspiran a extenderse del Nilo al Eúfrates. Cuando hayan digerido esta región, aspirarán a una expansión adicional. Su plan está expresado en los Protocolos de los Sabios de Sion…”. En 1993, Shimon Peres publicó su obra pacifista El Nuevo Medio Oriente. Al poco tiempo fue traducida al árabe en Egipto y distribuida por la compañía oficial Al-Ahram con una introducción que alertaba que el libro de Peres “…produce prueba irrefutable de su veracidad. Su libro confirma en términos no poco ciertos que los Protocolos son genuinos”.

El siglo XXI todavía ofrece testimonios de su propagación en la zona. En el 2002, la televisión egipcia emitió una serie de cuarenta y un capítulos titulada “Jinete sin caballo” basada fundamentalmente en los Protocolos. Al año siguiente, el canal Al-Manar TV, perteneciente al movimiento integrista libanés Hezbollah, transmitió “La Diáspora”, serie de treinta capítulos sustentada en los Protocolos. Ese mismo año UNESCO debió protestar que la Biblioteca de Alejandría exhibiera un ejemplar de los Protocolos al lado de una Torá. En 2005 el Ministerio de Información de Siria autorizó una edición de los Protocolos que aseguró que “los Sabios de Sión” efectuaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos.

Más de un siglo ya ha transcurrido desde que un oscuro espía ruso ideara esta patraña inverosímil. Su perdurabilidad quizás yazca en un axioma del antisemitismo: cuánto más lunática la acusación, ésta será más creíble.

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