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Hace 500 años se editó en Praga el primer libro en hebreo impreso con la técnica de Gutemberg. Un aniversario simbólico que el Museo Judío de Praga aprovechó para recapitular estos cinco siglos de imprenta en la lengua de los profetas.
«Y no tendrá que ir a ver al rabino», así se llama la muestra que expone en la Galería Robert Guttman 50 libros originales, impresos en hebreo en las tierras de Bohemia y Moravia durante los siglos XVI, XVII y XVIII. El título de la exposición resume la principal motivación de este tipo de impresiones. Se trata de textos litúrgicos o de temática religiosa, necesarios para la oración, y cuya posesión es parte prácticamente indispensable de la práctica religiosa judía. Se suponía acertadamente que muchas familias judías acaudaladas estarían dispuestas a comprarlos. Su precio era además notablemente menor que el de las copias hechas a mano.
De hecho la estrella de la exposición y primer libro hebreo impreso al norte de los Alpes es un sidur, un libro de oración para la vida cotidiana. El ejemplar salió en Praga en 1512 de los talleres de Gershon Ben Shlomó Hacohen, unos cuarenta o cincuenta años después de que la primera impresión en hebreo de la historia tuviera lugar en Roma.
El que esto sucediera precisamente en Praga se debe a la posición geográfica de la capital bohemia, según explica la comisaria de la exposición Olga Sixtova.
«Viene dado probablemente por el hecho de que Praga estaba situada entre el Norte y el Sur, en las rutas comerciales que unían Polonia e Italia. Los consorcios financieros que editaron este libro tenían indudablemente un contacto muy intenso con Italia», afirmó.
El sidur de 1512 fue financiado por un consorcio que incluía judíos y cristianos, un hecho que puede parecer excepcional debido al clima de antisemitismo que predominaba en Europa. Este ejemplar en concreto salió de la imprenta del cristiano Jan Severin, pero no fue ninguna excepción. Durante esa primera época era habitual la colaboración con impresores gentiles, especialmente con luteranos. Lo explican las circunstancias de esa realidad, como comentó Jana Havlíčková, responsable de comunicación del Museo Judío de Praga.
«Creo que era algo producido por la atmósfera del siglo XVI. Estamos hablando de los tiempos de Rodolfo II y luego Matías de Habsburgo. En principio es algo sorprendente y se debe a que los talleres de impresión se prestaban entre ellos autores, fabricantes de tipos, orlas y clichés. En la exposición se puede ver como hay orlas que se repiten en impresiones cristianas y hebreas».
Precisamente, este periodo es conocido como el renacimiento judío de Praga y se caracteriza por una relativa explosión cultural. A comienzos del siglo XVI la nobleza praguense reafirmó muchos de los privilegios que disfrutaba la comunidad hebrea local, lo que la hizo prosperar económica y culturalmente.
Durante el siglo XVII las impresiones en hebreo no se reducían a Praga sino que se dieron también en Prostějov, ciudad donde en 1602 fundó su taller el impresor judío Itzjak Ben Aharón, formado en Roma y Cracovia. Posteriormente los centros de impresión se ampliaron a Brno y Mikulov, en Moravia. Sólo en Brno se produjeron entre 1750 y 1803 noventa libros en hebreo.
Los volúmenes que forman parte de la muestra son a menudo los últimos conservados y en otros casos apenas quedan dos o tres ejemplares. La mayoría proceden de fondos checos, pero algunos son préstamos de instituciones polacas, inglesas o israelíes.
«La muestra es el resultado de un trabajo de investigación exhaustivo, que indagó en archivos de todo el mundo y que permitió completar la exposición con mucho más que los meros libros», explicó Havlíčková.
«Durante la preparación descubrimos mucha información interesante sobre la gente que se movía en el mundo de la imprenta. Eso significa que los visitantes podrán saber más sobre los distintos impresores, editores, ilustradores y autores de los textos. También es posible hojear versiones digitales de los libros y tener acceso a la primera bibliografía completa de impresiones en hebreo, que elaboramos gracias a la investigación sistemática que realizamos en colecciones de todo el mundo», señaló.
La palabra escrita tiene una importancia capital en la cultura judía y no es de extrañar que la invención de la imprenta supusiera una especie de milagro para la expansión de dicha cultura. A los textos en hebreo se unieron más tarde ejemplares en yiddish o incluso ediciones mixtas. Precisamente el título de la exposición procede del eslogan publicitario para un glosario que explicaba en yiddish términos bíblicos en hebreo.
En la crónica de David Gans, publicada en Praga en 1592, el autor recopila, junto con crónicas judías, apuntes sobre historia general, incluyendo la invención de la imprenta. La palabra impresa es, según Gans, el mayor don otorgado a la humanidad desde que la Torá le fue entregada al pueblo de Israel.
La exposición permanecerá abierta hasta el 28 de febrero. Los 500 años de impresiones en hebreo fueron conmemorados también por el gobierno checo en forma de una edición especial de sellos de correo.
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