ANIMAL POLÍTICO
En octubre de 2012, cuando comenzó el juicio, la pregunta que se planteó fue si un niño de 10 años, expuesto a un violento racismo podía comprender la diferencia entre el bien y el mal.
La respuesta, según el fallo de la jueza en California, es sí: el menor -ahora de 12 años- que mató a su padre neonazi de un disparo mientras dormía, es criminalmente responsable del delito de homicidio en segundo grado.
La decisión significa que el niño será enviado a un centro de detención juvenil hasta que cumpla los 23 años.
Los fiscales argumentaron que el menor mató a su padre, Jeff Hall, de 32 años, para evitar que lo separara de su madrastra.
La defensa declaró que el niño, que había crecido en un ambiente violento, era demasiado joven para entender la diferencia entre el bien y el mal cuando disparó el gatillo hace dos años.
“No era ingenuo”
En la madrugada del 1º de mayo de 2011, el menor entró a la sala de su hogar en la ciudad de Riverside, al sur de California, y le disparó a quemarropa a su padre, que dormía en el sillón.
El asunto clave en el caso en el Condado de Riverside, a unos 96 kilómetros de Los Ángeles, era si el niño actuó con premeditación.
El juicio se llevó a cabo sin jurado, lo que es usual en casos de menores, por lo que quedó en manos de la jueza decidir si el niño estaba en condiciones mentales de ser acusado de asesinato.
En su fallo, la jueza Jean Leonard, declaró que había considerado la edad del menor, su entendimiento del crimen y el abuso físico que había sufrido en manos de su padre.
“El menor sabía que lo que había hecho estaba mal” sentenció la jueza. “Colocó el cañón de una pistola en la cabeza de su padre y disparó el gatillo”.
“Hubo planeamiento y entendimiento en la comisión de este delito”.
Pero la jueza agregó que también consideró la evidencia que mostraba que el niño había sido víctima de una vida de abuso.
“Fue abusado y desatendido desde que estaba en el útero”, declaró Leonard y agregó que se le ensañaron “cosas que un menor no debería haber sabido”.
“El menor eligió su propio camino y formó sus propias reglas”, agregó.
“Vida de abuso”
Jeff Hall era el líder regional de un grupo neonazi llamado Movimiento Nacional Socialista (NSM) y, según informes de la prensa local, había dirigido marchas de naturaleza nazi en Riverside, donde vivía.
El argumento de la fiscalía fue que las creencias de supremacía blanca de Hall no tuvieron nada que ver con el asesinato.
Su argumento era que el menor, que vivía con cuatro hermanos, mató a su padre porque pensaba que Hall estaba planeando divorciarse de su madrastra y deshacer a la familia.
La hermana menor del acusado apoyó el caso de la fiscalía afirmando que su hermano había planeado el asesinato con días de anticipación.
Los fiscales destacaron que el acusado tenía un historial de violencia que se remontaba a su edad preescolar, cuando había clavado un lápiz a una maestra.
Por su parte, el menor indicó a la policía que no esperaba meterse en problemas porque había visto un episodio en la televisión del programa Criminal Minds (“Mentes Criminales”) en el que un niño mató a su padre violento y no fue arrestado.
Pero la defensa sostuvo durante el juicio que el niño no debería ser declarado responsable de sus actos debido a que una vida de abuso y las actividades racistas de su padre lo habían condicionado a la violencia.
Al conocer el fallo, Matthew Hardy, el principal abogado defensor, calificó el veredicto de “una tragedia” y señaló que esto podría llevar al encerramiento de su cliente en un centro de detención juvenil del estado con “lo peor de lo peor” entre los delincuentes juveniles.
“Si creamos un monstruo, y no estoy diciendo que (el niño) sea un monstruo, sino como sociedad, si creamos un monstruo tenemos la responsabilidad de lo que ese monstruo hace”, declaró Hardy y agregó que esperaba que su cliente sea colocado en un centro privado que ofrezca terapia, asistencia médica y educación escolar.
El menor será sentenciado el mes próximo.
Aunque los casos de parricidio -en los que un hijo mata al progenitor- no son raros, si es muy poco común que el criminal sea tan joven.
La profesora Kathleen Heide, experta en criminología de la Universidad de Florida del Sur, en Tampa, y autora del libro “Jóvenes Asesinos: El desafío del Homicidio Juvenil”, afirma que, en promedio, cinco padres mueren cada semana en manos de sus hijos en Estados Unidos.
Sin embargo, agrega, la gran mayoría de jóvenes arrestados por matar a su padre o madre son adultos, de 18 años o más.
Según la experta, los datos de los pasados 30 años muestran que entre las 8.000 víctimas de asesinato cometido por un hijo, sólo 16 de estos delitos fueron cometidos por niños de 10 años o menos.
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