PILAR RAHOLA/LA VANGUARDIA
El mundo arde en conflictos: terroristas que secuestran ciudadanos, islamistas que cortan manos y pies aplicando la charia, mujeres musulmanas que luchan por sus derechos en dictaduras temibles, pueblos a los que nadie escucha porque sus luchas son invisibles… Para desgracia de la humanidad, el planeta ofrece mucho terreno para la solidaridad, sin embargo, lejos de repartir nuestra mirada por todas las zonas calientes, el único conflicto que parece interesar es el palestino. No hay zona en el mundo que reciba más dinero de todos los despachos oficiales, ayuntamientos, gobiernos autónomos, ministerios, estados, la suma es tan ingente que Palestina ha recibido muchísimo más dinero del que recibió toda Europa con el plan Marshall. En el catecismo de la corrección política, y más en la ortodoxia progresista, Palestina es la causa predilecta, y a su alrededor se montan todo tipo de entidades que reciben el maná de los dioses públicos y cuyas logísticas viven del negocio: acción solidaria con dinero seguro. Sin embargo, la cuestión mayor no es la cifra de millones de euros que recibe la zona, sino qué hacen con ella los dirigentes palestinos, pregunta cuya respuesta nunca, nadie, ha obtenido. Y para muestra el botón de las enormes riquezas que han acumulado algunos líderes, empezando por la vistosa fortuna de Arafat, cuya mujer gastaba miles de euros en las mejores tiendas de París. ¿Cómo es posible que Gaza esté en condiciones tan primarias cuando recibe ayudas de todo el mundo? ¿A qué dedican el dinero? Y por otro lado, siendo una zona islamista, ¿por qué no crean infraestructuras e industrias las grandes dictaduras del petrodólar? ¿O es que estos sólo pagan el adoctrinamiento islamista?
Lejos de ello, es Occidente quien paga, quizás porque muchos han sustituido el póster amarillo del Che Guevara por la kefia. El último ejemplo es Andalucía, cuyo vicepresidente acaba de viajar a Palestina y cuyo gobierno ha destinado 2,6 millones de euros de su presupuesto actual a la zona. En el programa todo suena bien, alimentación infantil, trabajo para jóvenes, etcétera. Sin embargo, si ello fuera así, Palestina sería un nido de trabajo, desarrollo y ciencia, porque ningún territorio del mundo recibe más dinero de todas partes. Por supuesto ni preguntarán, ni controlarán, ni nada más allá de alguna foto de propaganda, porque Palestina no es un motivo de solidaridad, es una fe ideológica. Ruanda, en cambio, o Somalia o los disidentes iraníes son parias que no interesan a nadie, quizás porque no pueden culpar a Israel o a Estados Unidos de sus miserias. Y tanto dinero lo reparte una autonomía deficitaria que recibe más de lo que recauda y que tiene que recortar por todos lados. Es un disparate, un dislate. Pero como queda bien en el catecismo progre, nada, a repartir millones y a callar, que ponerlo en cuestión es reaccionario.
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