BBC MUNDO
La disputa ha durado casi una década: se trata de una antigua colección de libros que para los judíos jasídicos “son parte de la familia”.
El problema es que no se sabe cuál rama de la familia: la de los fundadores en Rusia, o la de los descendientes en Estados Unidos.
El último suceso en la larga saga es que un juez federal en Estados Unidos impuso una multa de US$50.000 por cada día que Rusia se demore en “devolver” los documentos. Y Rusia ya ha prometido represalias.
Los libros en disputa forman parte de la llamada Colección Schneerson, integrada por 12.000 volúmenes y unos 50.000 documentos hebreos que recopiló en Rusia el rabino Yosef Yitzjak Schneerson, quien se vio forzado a salir del país durante la revolución.
La biblioteca del rabino fue expropiada en 1918 por el gobierno comunista y desde entonces ha permanecido en la Biblioteca Estatal Rusa.
El juez federal, Royce Lamberthof, ya había emitido otro dictamen en 2010 ordenando el regreso de los textos, que son reclamados por la comunidad religiosa judía jasídica de Jabad-Lubavitch en Estados Unidos.
La respuesta de Rusia a ese dictamen fue prohibir que sus museos estatales, incluidos el Hermitage en San Petesburgo y el Museo Pushkin de Bellas Artes en Moscú, prestaran obras de arte a cualquier museo estadounidense.
Esa prohibición continúa hasta ahora y ha causado “vacíos importantes” en varias exposiciones de arte en Estados Unidos.
Lamberthof declaró ahora que el gobierno ruso “no había hecho nada” para cumplir ese fallo.
Respuesta airada
No se sabe con precisión qué tipo de represalia intenta imponer Moscú tras el último dictamen.
Pero el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso dijo en una declaración que “causa indignación que un tribunal en Washington haya dado un paso, sin precedentes, tan susceptible de las más graves consecuencias como imponer sanciones a un Estado soberano”.
Agrega que “las autoridades estadounidenses deben ser conscientes de que en caso de que las propiedades del Estado ruso sean embargadas como “medida de garantía” (para cumplir la sentencia), tal como exige Jabad, nos veremos obligados a tomar medidas contundentes en respuesta”, apunta el comunicado de Moscú.
Y el ministerio afirma que el fallo del juez Lamberthof “contradice la ley internacional” y que la colección “es propiedad del estado de Rusia y parte del patrimonio nacional ruso”.
¿Por qué son tan valiosos?
El movimiento judío jasídico nació en el Imperio Ruso a mediados del siglo XVIII. Cuando el rabino Schneerson emigró en 1941 a Nueva York estableció allí la sede del movimiento jasídico de los Jabad-Lubavitch.
Según el juez Lamberthof los Jabad-Lubavitch “han demostrado su derecho a recuperar la histórica colección”.
Tal como informa The New York Times, en 1991 un tribunal en Moscú ordenó que la colección fuera regresada a la organización Jabad pero poco después ocurrió el colapso de la Unión Soviética y el dictamen fue dejado de lado.
Desde 2004 la organización Jabad ha estado demandando los documentos, pero el Kremlin declaró que el tribunal que había establecido la orden en 1991 “no tenía autoridad para adjudicar el asunto”.
Tal como declaró en una audiencia el rabino Yehuda Krinsky, presidente servicios sociales internacionales de los centros Jabad Lubavitch en Estados Unidos, “para nosotros estos libros tienen un valor que no es artístico, y quizás ni siquiera es sagrado. Es fundamentalmente ‘familiar’. Estos libros son como los seres humanos: dan vida a la vida”.
Para Rusia, sin embargo, estos documentos deben quedarse en el país porque la biblioteca se formó allí, incluso “mucho antes del establecimiento del movimiento jasídico en Estados Unidos”, cuando el jasidismo se iniciaba en Europa Oriental.
Según la agencia de noticias rusa Itar-Tass “la colección comenzó a formarse en el siglo 18. Los judíos jasídicos consideran que la biblioteca es un santuario religioso, porque contiene libros sobre el jasidismo que datan de los primeros días del movimiento”.
Y el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso es enfático en su declaración: “la biblioteca Schneerson nunca perteneció a los Jabad (en Estados Unidos). Nunca ha salido de Rusia, y fue nacionalizada porque no había en el país herederos legales en la familia”.
Y agrega que “en principio, el regreso de estos libros a Estados Unidos no es asunto que vamos a abordar”.
La saga, sin duda, continuará.
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