PILAR RAHOLA/LA VANGUARDIA
Siglos de persecución hicieron de Europa la casa, pero también el cementerio, de los judíos
27 de enero de 2013- Hoy hace 68 años que los soviéticos entraron en Auschwitz. Lo que allí encontraron forma parte del horror más negro de la historia y, para recordar ese horror, la ONU escogió esta fecha como día internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En su conmemoración, la Unesco acaba de publicar un folleto titulado “Why teach about the holocaust”, donde explica la necesidad de que los pueblos aprendan la lección de aquella maldad. Una maldad que, como retrató Lanzmann en su Shoah, llegó al mal puro. Pero antes de que ese mal puro se perpetrara, se cavó durante siglos un profundo surco de odio y prejuicio contra un pueblo entero, cuya identidad tuvo que construirse en la lucha por la supervivencia.
Nada de lo que pasó en Auschwitz es ajeno a siglos de persecución religiosa y política que hicieron de Europa la casa, pero también el cementerio, del pueblo judío. Dos tercios de la población judía europea desaparecieron convertidos en humo. Por ello es importante conmemorar un día como hoy, porque nunca habrá suficiente pedagogía contra el odio. Y el holocausto es el paradigma de todos los odios.
Y por ello también, es una gran noticia el magnífico documental que hoy se estrena a las 19 horas en los Cinemas Girona de Barcelona. Titulado L’estigma, es una obra de Martí Sans y en ella se desgrana la actualidad del prejuicio antijudío, desgraciadamente muy vivo. Ignorancia religiosa y política, empanada progresista, tópicos ancestrales, todo sirve para crear una confusión enorme alrededor de una identidad tan profundamente rica, como profusamente desconocida.
Por supuesto, la maniquea visión del conflicto árabe-israelí se interrelaciona, y magnifica el prejuicio atávico, hasta el punto de que la escuela de antisemitismo actualmente más activa es la que se deriva de postulados de izquierdas. Por supuesto no toda la crítica a Israel es antisemita, pero el grueso del mantra antisionista vive de las fuentes clásicas del antisemitismo. Niños medievales asesinados por judíos, niños palestinos asesinados por israelíes; banqueros alemanes dominando el mundo, banqueros de Wall Street dominando el ídem; y hasta el delirio.
Lo cierto es que el único pueblo del mundo al que quisimos hacer desaparecer fue el judío. No es una casualidad que el único Estado al que se discute su derecho a existir sea Israel. En cualquier caso, el estigma sigue vivo, tanto que, como dice alguien en el documental, no le resulta un problema ser homosexual en Barcelona, y sí le resulta ser judío. ¿O no sabíamos que en nuestra ciudad muchos judíos no se atreven a ponerse su kipá? Y ello en el 2013, en Barcelona… Por eso un día como hoy es algo más que una conmemoración, es un legado de amor a las víctimas y compromiso con los valores. El holocausto nos concierne a todos. Su recuerdo nos hace mejores. Su olvido nos hace más mezquinos, más sucios y más débiles.
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