JEWISH NEWS ONE
El estado de Virginia es el hogar de algunos de los mejores blues, bluegrass y canciones country de América. Y aquí, entre las colinas a las afueras de la histórica ciudad de Charlottesville, la mayor colección del mundo de música yíddish y klezmer, está siendo restaurada.
Desde sus estudios en la Virginia rural, el productor discográfico y experto en restauración de sonido, Christopher King, nos desvela el pasado.
En los últimos siete años, ha rescatado 9 000 grabaciones originales de melodías yíddish y klezmer, de finales de los siglos XIX y XX, que estaban desaparecidas.
Christopher King, ingeniero de restauración de sonido:
“Entre la década de 1910 y 1930, hubo un éxodo de personas yíddish y judías de Europa a los Estados Unidos, y esa gente asimiló rápidamente la cultura de los Estados Unidos. Y en cierto modo, querían dejar a un lado el Viejo Mundo y convertirse en americanos. Así que una de las primeras cosas que dejaron de hacer fue hablar en su propia lengua y tocar su propia música. Y en segundo lugar, durante el Holocausto, toda una población de hablantes en yíddish, así como músicos, esencialmente desapareció, y lo que esta colección representa, es un continuum”.
Las melodías originales pueden ser difíciles de escuchar, sobre todo en los viejos discos de 78 rpm.
Grabados de forma tan directa, que el sonido del mecanismo de giro de la mesa giratoria a menudo también se quedaba grabado. Pero Christopher King no cree que simplemente haya que limpiar los registros antiguos con la última tecnología digital. Él se mantiene fiel a la calidez de las melodías originales y de los propios músicos.
Christopher King, ingeniero de restauración de sonido:
“Cuando alguien coge uno viejo del 78 y lo pone en el tocadiscos y coloca la aguja sobre él, la mayoría no tiene ganas de probar y afinar el sonido, y tratar de descubrir cómo habrían sonado los músicos en el estudio, simplemente ponen la aguja. Y luego lo transfieren y lo ponen en un cd, y ello debería ser, lo digo entre comillas, “lo suficientemente bueno”, pero yo no trabajo de esa manera”.
En el umbral del siglo XX, las primeras compañías discográficas del mundo vieron un mercado en la música klezmer y yíddish en Europa, y más tarde entre los inmigrantes de Nueva York.
Por qué algunos grupos klezmer grabaron en un estudio, y otros no, nadie lo sabe realmente.
Lo que es cierto, es que una vez que la música klezmer arrasó en tierras americanas, fue desarrollada y asimilada, al igual que los inmigrantes que la habían traído aquí.
Christopher King, ingeniero de restauración de sonido:
“La forma en la que actuaban era completa y totalmente diferente a todo lo que se había escuchado en klezmer americano”.
Pero el klezmer europeo nunca tuvo la oportunidad de evolucionar, porque poblaciones enteras de músicos yíddish y su público desaparecieron.
Joel Rubin, profesor asociado de música en la Universidad de Virginia:
“Si uno se plantea esas raras preguntas históricas como cómo sonaría la música klezmer en Europa, si no hubiera sido el Holocausto, realmente no se sabe, pero estoy bastante seguro de que la música que se habría tocado en los años 50 y 60, habría sonado muy diferente”.
Joel Rubin jugó un papel central en el renacimiento de la música klezmer en Estados Unidos, en un momento en que casi no había músicos klezmer vivos de los que aprender.
Cuando descubrió por primera vez algunas grabaciones klezmer originales, empezó a aprender las melodías de oído.
Joel Rubin, profesor asociado de música en la Universidad de Virginia:
“Tenía un reproductor de casete y un par de auriculares, así que sólo encendía el reproductor, ni siquiera tenía uno de esos en los que se puede cambiar la velocidad, por lo que durante dos años escuché sin parar las grabaciones, y lo primero de todo, lo escuchaba, y luego simplemente lo descomponía, cogía la primera frase y lo volvía a escuchar, y lo escuchaba otra vez de nuevo. Era como construir por bloques y aprender un nuevo lenguaje”.
Joel Rubin actúa a nivel internacional y divide su tiempo entre Estados Unidos y Europa.
A pesar de que aprendió a través de las grabaciones de maestros yíddish, sus propios estudiantes forman un grupo variado, asegurando a la música klezmer un lugar en el futuro.
Pero la diferencia ahora es que sus estudiantes están aprendiendo de él.
Joel Rubin, profesor asociado de música en la Universidad de Virginia:
“Hay toda una generación de nosotros, que somos ese vínculo. Nuestros estudiantes ahora tienen acceso a las mismas grabaciones de las que aprendimos, pero por supuesto es mucho más fácil aprender cuando se tiene a alguien que enseña cómo se hace”.
La mayor colección de América de música klezmer y yíddish fue adquirida por el músico y filántropo, Sherry Mayrent, que la donó a la Universidad de Wisconsin y la colgó en la red para oírla de forma gratuita.
La supervivencia y renacimiento de la música klezmer y yíddish, no habría ocurrido si no hubiera sido por el trabajo de unos pocos dedicados. Y así como antaño se heredó de padres a hijos, en tierras lejanas, su recuperación y restauración, aquí, en el corazón de Virginia, significa que todavía se transmite a las generaciones futuras como un vínculo inquebrantable y para compartirla con el mundo.
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