VICTORIA DANA PARA ENLACE JUDÍO/ REPORTAJE ELENA BIALOSTOCKY
Asistí a la conferencia que la Dra. Marta Lamas ofreció en el Centro Comunitario Maguen David, donde me sentí rodeada y muy bien acompañada de mujeres militantes dentro de la Comunidad Judía. La mayoría de ellas, miembros o miembras de WIZO, han experimentado por sí mismas las inquietudes que Marta expuso con claridad y naturalidad. El tema, entre mujeres, fue justamente ése, el dilema de ser mujeres.
La Dra. Lamas hizo una revisión minuciosa sobre la historia del feminismo y fue detallando cómo el concepto ha ido cambiando a través de los tiempos, modificando también la historia y la forma de contarnos todo este encuentro entre géneros.
La primera feminista, es Cristina de Pizan, muy parecida a nuestra Sor Juana. Pasa su infancia en la corte de Carlos V, enviuda muy joven y escribe para mantener a sus tres hijos. Piensa en la educación como tema fundamental. En esa época, nos platicó Marta, la autoridad moral de los hombres y el abuso de poder eran desmedidos y, ante su reacción, las tildan de inconstantes. ¿Se parecerá a Sor Juana? Gracias a Internet puedo rescatar uno de sus versos:
Y juran fuerte y prometen y mienten
Ser leales, secretos, luego alardean
Así que, por lo visto, los hombres eran necios tanto en México, como en Europa.
Continúa la historia con la Revolución Francesa, un acontecimiento que se dedicó a darle derechos a todo el mundo y, por supuesto, las mujeres también aspiran a ellos. Así que Olimpia de Gouges (si vieran la foto, se veía tan bien portada) escribe la primera Declaración de los Derechos de la Mujer, de donde rescato uno muy interesante:
Si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener, igualmente, el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
Marta Lamas prosiguió con su historia. Mencionó a “las retozadoras”, que se reunían a desnudarse, a salir de esos corsés que las aprisionaba y les impedía respirar con libertad. No sé si me hubiera desnudado con ellas, pero sí debo confesar que uso pantalones desde que tengo uso de razón y procuro que mi ropa sea cómoda.
Llegamos al final de Siglo XIX con las sufragistas. Gracias a ellas, votamos, es nuestro derecho. No tuvimos que sufrir persecuciones, cárcel y torturas como estas mujeres valientes. Se resistían a través de las huelgas de hambre y les daban de comer a la fuerza. Tuvieron que pasar varios años para que lograran su cometido: El voto se consigue en Inglaterra en 1918 y en EU en 1920… ¿y en México? Hasta 1953, ¿país de machos?
El comienzo de siglo me hizo recordar a mis abuelas, ambas nacidas en Siria Damasco, época en que difícilmente se le permitía estudiar a la mujer. Mujeres que dedicaron su vida a criar a múltiples hijos, a cocinar y a servir a sus esposos con total sumisión, en medio de un mundo que se desmoronaba: sufrieron las guerras, las migraciones, la pérdida de una nación que les daba identidad para descubrir que, finalmente, ser mujer era el mejor de sus trabajos y el único de sus logros.
No es sino hasta 1949, con Simone de Beauvoir –continuaba Lamas-, que se disparan los estudios de género gracias a una frase que se convierte en parteaguas:
“No se nace mujer, sino que se llega a ser mujer”
Por primera vez definen la diferencia entre sexo biológico y gender. El género nos explica la fuerza que tiene la cultura en esta preformación de nuestra identidad. Las feministas de los 70’s y 80’s se dan cuenta que no pueden hablar de “las mujeres” en general. Hay diferencias de condición social y necesitan ver esta universalidad y enfocarse no en la liberación de la mujer, sino en la situación de las mujeres: violentadas, maltratadas y sin derechos, en diversos grupos.
Pasan los años y siguen las discusiones. ¿Qué sucede, cuestiona la Dra. Lamas, dentro de los espacios íntimos? ¿Cómo se negocia entre las responsabilidades públicas y las privadas de la pareja? Y comenta que en los últimos estudios:
Se ha llegado a la conclusión de que esta falta de equilibrio entre géneros, compromete el desarrollo sano de una nación.
Sabemos que no somos iguales y justamente para lograr la igualdad, es necesario un tratamiento diferente. Sin embargo, las personas diferentes tienen derecho a un trato igualitario.
Actualmente, las antiguas llamadas feministas, se preocupan por la sociedad en su conjunto. Según Marta, lo importante es “El Cuidado” como tema central en el desarrollo humano. Cuidar de los niños, los jóvenes, las mujeres, los hombres y los adultos mayores. Las políticas gubernamentales, así como las organizaciones sociales, deben ser inclusivas en sus proyectos.
Durante las preguntas y respuestas surgió el nombre de Semillas, una organización que se dedica al bienestar de la mujer y que lucha por sus derechos en diferentes problemáticas. Al darle lugar a la mujer, automáticamente mejora la relación de pareja y el desarrollo de los hijos.
Las mujeres han demostrado que son las que pueden hacer el cambio; se les debe abrir la puerta al conocimiento, concluyó la Dra. Marta Lamas en un ámbito donde muchas mujeres no sólo estuvieron de acuerdo con ella, sino que se identificaron gracias al trabajo voluntario que realizan en beneficio de la sociedad.
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