El oro nazi de Canfranc

EL CORREO.COM

El periodista y escritor Ramón Campo, autor del libro ‘Canfranc, el oro y los nazis’, establece una serie de conexiones entre la estación aragonesa por donde cientos de europeos escaparon del genocidio nazi en la Segunda Guerra Mundial y el País Vasco.

El libro recoge la historia de Canfranc durante la II Guerra Mundial tras el hallazgo de unos documentos que probarían que por la estación pasó el oro robado por los nazis a los judíos a cambio del wolframio, un mineral fundamental procedente de las minas de Asturias y León para blindar los tanques y cañones del ejército de Hitler.

La supuesta neutralidad de España en el conflicto bélico provocó que llegaran a pasar 1.200 toneladas de mercancías mensuales en la ruta Alemania-Suiza-España-Portugal, entre ellas 86 toneladas de oro que los nazis habían robado de los países ocupados en Europa o arrebatado a los prisioneros de los campos de concentración.

De esas 86 toneladas, 12 se quedaron en Madrid y los otros 74 pasaron a Portugal. No obstante, se ha sabido que parte de ese oro fue transportado también a un submarino alemán que se encontraba en el Puerto de Pasajes para llevarlo a Latinoamerica, sobre todo Argentina y Paraguay, donde se refugiaron muchos alemanes tras su derrota.

El autor ha descubierto además cómo en 1940, varios excombatientes de la Primera Guerra Mundial se reunieron en la iglesia Capuchinos de San Sebastián y al ver que Francia suscribía su rendición se presentaron en el consulado británico de la capital donostiarra y se ofrecieron a montar una red de espionaje, integrada por vascos, aragoneses y franceses, cuya labor fue clave en el desembarco de Normandía.
Tren de la libertad

En el libro se apunta también que el tren de la libertad fue utilizado por cientos de personas para escapar del genocidio nazi. Pero en el invierno de 1942 los alemanes ocuparon Francia y muchas personas que trataban de escapar utilizando el ferrocarril fueron detenidas.

El experto localizó un listado de 272 presos que estuvieron encarcelados en la Torre del Reloj de Jaca y localizó a uno de ellos, un ferroviario que explicó que los reclusos eran trasladados a una cárcel de Zaragoza o Huesca y de allí a un campo de concentración de Miranda de Ebro para después ser enviados al balnerario alavés de Sobrón. Desde el País Vasco eran transportados hasta Alicante para ser devueltos en barco a Casablanca para que no pudieran enrolarse en la resistencia.

Ramón Campo explica además que la estación de Canfranc, vendida recientemente por el Ministerio de Fomento al Gobierno de Aragón por 310.000 euros, fue diseñada por el ingeniero Ramírez Dampierre y adjudicada en 1921 a la empresa Obras y Construcciones Hormaeche, con sede en Bilbao, por 2.798.000 pesetas, alrededor de 17.000 euros, que en aquella época equivaldrían a casi 3 millones de euros.

El túnel ferroviario de Somport fue construido además por una sociedad bilbaína constituida por dos ingenieros italianos. “Pero hay más conexiones vascas”, anuncia el escritor.

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