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viernes 22 de noviembre de 2024

Perspectiva Judía sobre amor y matrimonio (parte 1)

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JUDAÍSMO HOY /

Este artículo es sólo un breve foro para referirnos a un tema tan amplio como la visión judía sobre el amor y matrimonio. Se han escrito muchos libros al respecto pero, desafortunadamente, sólo existen en hebreo e inglés. Con este artículo sólo introducimos el tema, sin profundizar en un estudio detallado de la perspectiva judía sobre el matrimonio.

Nada ha conmovido tanto al hombre moderno como el quebrantamiento de la institución del matrimonio. Hace unos diez años, el divorcio era poco común, mientras que hoy día es una verdadera epidemia. En los Estados Unidos, por ejemplo, hay una tasa de divorcio del 50% y en California es casi del 70%. En Chile, la tasa es también alarmante (15 a 20%). Este fenómeno sociológico está afectando a nuestra próxima generación. Muchos niños son criados en un ambiente de conflicto y discordia, otros viven con uno de sus progenitores, generalmente la madre. La falta de una figura paterna en esos hogares tiene una gran influencia en el desarrollo del niño. De hecho, conozco a un Rabino en Jerusalén que se da cuenta inmediatamente si un niño fue criado en un hogar quebrantado o no.

En el seno de familias judías observantes, la tasa de divorcio es inferior a un 5%. Esto no proviene de una prohibición de divorcio (como en el catolicismo), puesto que la Ley judía acepta el divorcio. Se origina más bien en una profunda tradición y comprensión de la esencia misma del matrimonio. De hecho, nuestra tradición lleva consigo 3.500 años de historia, a través de los cuales hemos ido aprendiendo a tener éxito en nuestros matrimonios. Aunque ese 5% es mucho para nosotros, no es nada frente a la tasa de divorcio de la sociedad actual.

¿Cuál es el secreto del éxito en esos hogares observantes de la Tora? Les entregamos a continuación algunos de los principios básicos para lograr armonía en un matrimonio.

DEBEMOS ESTAR DISPUESTOS A DAR

El mundo entero de nuestros días está en búsqueda de amor. Basta con encender cinco minutos la radio; escucharemos en todas las estaciones a algún cantante aludiendo a esta emoción. Sin embargo, muy pocos encuentran alguna vez el verdadero amor, y sus búsquedas frecuentemente terminan en frustración. ¿Qué es entonces el amor, cómo puede una persona encontrarlo?

La perspectiva judía sobre el amor es totalmente distinta al concepto que generalmente tenemos. Nosotros, los judíos, creemos que el amor es dar y sacrificarse, es decir, mientras más uno da a una persona, más la quiere, Este concepto nos parece seguramente extraño y poco romántico. Cuando los músicos de rock cantan canciones de amor, no están refiriéndose por cierto al hecho de dar y sacrificarse. Pero si el amor sólo se resume en esas dos palabras, ¿Dónde hay entonces lugar para la espontaneidad? ¿No existe acaso esa atracción mágica, especial, entre dos personas?

Lo que pasa es que a menudo confundimos “amor” con “atracción física”. El amor es un estado emocional profundo, y una pareja demora años en alcanzarlo y aún más tiempo para destruirlo; es una emoción muy profunda que trasciende los límites de lo puramente físico. Una relación basada en una atracción física, sin embargo, es algo mucho más superficial y es más fácil romperla. Cuando la gente habla de “amor a primera vista”, está refiriéndose a esta atracción física y no al verdadero amor. La mayoría de estas relaciones termina cuando comienza a disminuir la atracción física entre el hombre y la mujer. Como la mayor parte de los matrimonios hoy en día tienen su fundamento en una atracción física y no en el amor, no es extraño que la tasa de divorcio llegue a las nubes. Según estadísticas, la mayoría de los divorcios se producen durante los cinco primeros años de matrimonio.

Se ha llegado a esta triste situación porque la gente se casa por atracción física y no por amor. Al no haber más atracción, comienzan los problemas.

Sin embargo, desde el punto de vista judío, el amor va creciendo cuando ambas partes dan y se sacrifican el uno por el otro. Va desarrollándose lentamente y sólo se logra cuando ambos ceden. Por supuesto que la pareja debe sentirse físicamente atraída, debe haber entre los dos una atracción mágica, especial. Pero para que esa atracción pueda florecer, ambos deben dar siempre. En cierto modo, podríamos decir que esa atracción mutua es la semilla que permitirá desarrollar exitosamente una relación. Para ello, es necesario que ambos den el uno al otro.

El ejemplo siguiente Ilustrará nuestras palabras. ¿Quién tiene un sentimiento de amor más fuerte: un padre hacia su hijo o un hijo hacia su progenitor? Todos contestaríamos indudablemente, “un padre hacia su hijo”. No Importa qué haga un hijo, sus padres siempre querrán perdonarlo, mientras que los niños buscan constantemente rebelarse contra sus padres. La razón por la cual el amor de los padres es más fuerte, es porque ellos dan, conceden, mientras que sus hijos sólo reciben. Los padres dan alimento, techo, ropa, educación, valores y muchas otras cosas que el niño toma. Es por ello que los hijos quieren más a sus padres cuando ya son mayores y también pueden verdaderamente dar, por primera vez en su vida.

De hecho, el mundo está hecho de “gente que da y gente que toma”. Los valores judíos nos enseñan que debemos siempre dar, y esto ayuda mucho a tener un matrimonio feliz y lleno de amor. Sin embargo, en la sociedad actual hay cada vez más gente que quiere recibir sin dar, y ésa es una de las causas de destrucción de matrimonios y amor. De hecho, la sociedad moderna se está basando en una tendencia creciente al egocentrismo, y eso ha contribuido, más que cualquier otro factor, a quebrantar la institución del matrimonio.

Vemos entonces que el amor no es, a diferencia de la atracción física, un sentimiento que surge de la noche a la mañana sino una emoción que va desarrollándose y creciendo con el tiempo. Uno de nuestros sabios me dijo un día que uno demora entre 10 y 20 años en alcanzar el verdadero amor y una armonía matrimonial.
Por lo tanto, no basta con dar unas pocas horas para llegar a experimentar un amor profundo. Desde el punto de vista judío, el amor va creciendo con el tiempo a medida que marido y mujer comparten sus vidas y experiencias juntos. Por eso, es totalmente absurdo cuando un cantante de rock habla del “amor” que descubrió 15 minutos antes. Su canción se refiere en verdad a una atracción física y no al amor propiamente tal. Un amor que crece en 15 minutos se esfuma en un mismo lapso.

Como el amor es algo que necesita perseverancia y paciencia, no hay que extrañarse de que la gente tenga problemas en encontrar amor hoy en día. En este mundo frenético en que vivimos, la gente quiere una gratificación inmediata. Ya es insoportable el sólo pensar que uno tiene que esperar diez minutos por algo, no podemos entonces ni siquiera concebir la idea de tener que esperar diez años. Sin embargo, la perspectiva judía insiste en el hecho de que uno necesita paciencia y dar mucho para alcanzar el verdadero amor.

DEBEMOS COMPARTIR LOS MISMOS VALORES

Una vez estaba yo con el gran Rabino americano Harav Avigdor Mlller Sh’lita cuando un joven se le acercó para preguntarle qué debía buscar en una mujer. El rabino le contestó que su futura esposa debía tener las tres cosas siguientes:

1) Sus mismos valores 2) Buenos rasgos de carácter y 3) debía ser atractiva, en ese mismo orden de importancia. Con la experiencia que he tenido como consejero en asuntos matrimoniales, no he escuchado nunca palabras más verídicas. La mayoría de los problemas matrimoniales surgen por una incompatibilidad de valores, y no por el carácter o la apariencia de cada uno. Veamos, por ejemplo, la situación siguiente: José conoce a Luisa, son jóvenes, y se “enamoran” (atracción física). No hablan acerca de sus valores o sus puntos de vista. Están demasiado enamorados para preocuparse de detalles tan triviales como eso. José viene de una familia tradicionalista en que la mujer debe quedarse en casa y preocuparse de sus hijos, mientras que Luisa viene de un hogar “liberado” en que la mujer es importante sólo si llega a ser un alto ejecutivo en una empresa, y el ser dueña de casa es algo aburrido y trivial. Al ir disminuyendo su atracción física, José y Luisa comienzan a tener frecuentes discusiones sobre el papel que debe desempeñar la mujer. José quiere que Luisa tenga hijos y se quede en casa, mientras que ella desea seguir ascendiendo como profesional. Su apariencia y carácter eran muy compatibles, pero chocaban en términos de valores.

Si un hombre y una mujer tienen valores diferentes, su matrimonio no puede tener éxito, porque la pareja no lucha así conjuntamente por una misma causa. Sería absurdo que un plomero tuviera como socio a un carpintero. Sucede lo mismo cuando un hombre y una mujer tienen distintos valores en la vida. Por lo tanto, para lograr ser felices en su matrimonio, deberán esforzarse para establecer valores y puntos de vista comunes. Gran parte del éxito de los matrimonios observantes se debe al hecho de que la pareja comparte los valores de la Tora. El no existir este sistema en los hogares no judíos, contribuye a aumentar la tasa de divorcio en nuestra sociedad moderna. Concluimos entonces que en círculos no judíos, las parejas que se van a casar, conversan rara vez sobre sus respectivos valores, porque esto es poco romántico y “trivial”. Sin embargo, las parejas judías deben ciertamente preocuparse, en primer lugar, de sus valores y no sólo de apariencias físicas.

#amorjudio

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