JULIÁN SCHVINDLERMAN PARA ENLACE JUDÍO
Quizás lo que la Argentina no pudo, Bulgaria lo logre.
Como es tristemente sabido, en 1994 Hezbollah perpetró un atentado contra la sede de la AMIA en la Argentina, provocando la muerte a ochenta y cinco personas e hiriendo a alrededor de trescientas. Dieciocho años exactos después -el 18 de julio de 2012, fecha aniversario de la voladura de la AMIA- Hezbollah efectuó un atentado-suicida en la localidad turística de Burgas, Bulgaria, que ocasionó la muerte a cinco israelíes (entre ellos una mujer embarazada), a un ciudadano búlgaro y dejó treinta heridos.
En 1997 Washington designó a Hezbollah como una organización terrorista y pujó, en vano, por que la Unión Europea hiciese otro tanto. Ahora que el gobierno búlgaro identificó al movimiento chiíta libanés como autor del atentado en Burgas, renovadas presiones han caído sobre el bloque europeo para que de una vez incorpore al Hezbollah a sus listados de grupos terroristas; tal como ya han hecho los Estados Unidos, Canadá, Israel, Australia, Holanda y el Reino Unido.
El esfuerzo de Washington por persuadir a la Unión Europea en designar a Hezbollah como una agrupación terrorista sigue el mismo camino del 2003, cuando los Estados Unidos presionaron a las naciones europeas a que incorporaran al Movimiento de Resistencia Islámico palestino (Hamas) a sus listados de grupos terroristas. Entonces, liderados por Francia y Alemania, los países europeos se resistieron inicialmente pero terminaron tildando a Hamas como un grupo de terror. En la actualidad, nuevamente son Francia y Alemania los países más escépticos a listar a Hezbollah de ese modo, alegando que el movimiento libanés tiene un brazo político con representación en el gobierno. Eso es cierto, y también es cierto que Hezbollah tiene aproximadamente cincuenta mil misiles, provistos por su patrón iraní, orientados hacia Israel. El propio Hamas es soberano sobre una porción de tierra, la Franja de Gaza, a pesar de lo cual Europa lo identificó por lo que es: un movimiento terrorista.
La oposición francesa y alemana puede estar basada en el temor a que sus suelos vuelvan a ser teatro de operaciones de Hezbollah, grupo que durante los años ochenta cometió atentados y asesinatos en esas naciones. Pero ellas y Europa por extensión deben reconocer que nunca ha funcionado el apaciguamiento en la lucha antiterrorista. De hecho, en los últimos años Hezbollah, en cooperación con la Fuerza Al-Qods de Irán, ha estado actuando en suelo europeo y en todo el orbe.
Apenas la semana previa al ataque en Bulgaria, un miembro de esa agrupación chiíta fue apresado en Chipre mientras estudiaba el terreno para llevar a cabo un ataque contra israelíes en una zona playera. El junio previo, fueron arrestados en Kenya dos iraníes cuando intentaban ingresar explosivos clandestinamente al país y estaban aparentemente estudiando los movimientos de israelíes y norteamericanos allí. El anterior febrero, en Tailandia, Georgia y la India, diplomáticos israelíes fueron atacados por agentes iraníes. Turquía y Azerbaiján también fueron zonas de operaciones en las que agentes del Hezbollah planearon atacar a israelíes. En la misma Bulgaria, en enero del 2012, un atentado similar al de julio fue frustrado, en fechas a grandes rasgos coincidentes con el cuarto aniversario del asesinato en Damasco de Imad Mughniyeh, jefe de operaciones terroristas de Hezbollah, por el que su liderazgo culpó a Israel.
Como ha señalado el especialista Mathew Levitt, los alicientes de Teherán y de Hezbollah son coincidentes para efectuar operaciones conjuntas. Hezbollah juró vengar la muerte de Mughniyeh en su funeral e Irán busca dar respuesta a la eliminación de cinco de sus científicos nucleares en los últimos tres años. Algo similar ocurrió en 1994 cuando Hezbollah anhelaba vengar la captura de su aliado Mustafá Dirani en el Líbano por tropas israelíes en tiempos en los que Teherán estaba furioso con la Argentina por la cancelación de la cooperación en el área nuclear.
Desde su establecimiento en el Líbano en 1982, Hezbollah ha ganado una posición de prominencia en el mundillo del terror. Antes del ataque en Buenos Aires en 1994, ya había atacado, y matado, a cientos de marines norteamericanos y soldados franceses en Beirut en 1983, así como a disidentes kurdos en Berlín en 1992, entre muchos otros objetivos. El año pasado, el Tribunal Especial de las Naciones Unidas señaló como responsables del asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri, en 2005, a cuatro integrantes de Hezbollah. Células del grupo fueron denunciadas por distintas y confiables fuentes en Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, la Triple Frontera y otras partes de América Latina.
Para todo observador objetivo, Hezbollah es un movimiento terrorista. La Unión Europea debiera poder ver ello también.
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