01 de marzo 2013.-La economía de EEUU entra en una nueva fase, con pocos o ningunos precedentes, a las seis de la mañana, hora peninsular española (12 de la noche de Washington). En ese momento entran en vigor los recortes automáticos del gasto público conocidos como el ‘sequester’ (‘confiscación’) que, de aquí al 30 de septiembre, deberán recortar el gasto público de Estados Unidos en 85.000 millones de dólares (65.000 millones de euros), lo que supone un recorte presupuestario del 2,42%, o del 0,5% del PIB. La clave del ‘sequester’ es el desacuerdo entre los demócratas y los republicanos acerca de cómo equilibrar el Presupuesto. Horas antes de llegar a la medianoche en Washington, el presidente Barack Obama cumplió la formalidad que exige la legislación del país al firmar el decreto con el que entran en vigor las nuevas medidas de austeridad.
El divorcio entre demócratas y republicanos ambos estaba cantado. Pero acaba de quedar formalizado. Obama recalcó la “intransigencia” de los republicanos y les culpó de la entrada en vigor de los “estúpidos” recortes presupuestarios, que según el mismo presidente, supondrán la pérdida de 750.000 empleos. “La gente va a sufrir. La economía no va a crecer tan rápido como debería. El paro no caerá tan rápido como podría”, dijo.
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Obama, que dio una rueda de prensa en la Casa Blanca, ha vuelto a subrayar que él está dispuesto a negociar con la oposición republicana una reforma fiscal profunda que incluya la reforma del Estado del Bienestar de EEUU a cambio de la eliminación de la interminable lista de exenciones fiscales del código impositivo de ese país y que permite, por ejemplo, que General Electric, una empresa que en 2010 ganó 5.100 millones pero solo tuvo un tipo fiscal del 7%.
El presidente, que cuenta con el apoyo de la opinión pública, declaró que “no puedo obligar al Congreso a que haga lo correcto”, y volvió a mostrar la dura retórica que emplea desde que ganó la reelección en noviembre. Por ejemplo, declaró que espera que el ajuste sea modificado “si el Congreso recupera la cordura” y accede a cerrar “exenciones que son despilfarradoras”.
Las declaraciones de Obama se produjeron después de un encuentro con los líderes del Congreso que, previsiblemente, no produjo ningún resultado. Al término de la reunión, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, afirmó que “Washington tiene un problema de gasto”, y recalcó que “el presidente consiguió sus subidas de impuestos el 1 de enero”. Para Boehner, “la discusión sobre los ingresos se ha acabado”.
Llegar a un acuerdo
Con estas declaraciones, queda claro que EEUU entra en una nueva fase de ajuste fiscal, aunque también se da por hecho que el Congreso llegará a un acuerdo en las próximas semanas para suavizar el ritmo de los recortes.
En el acuerdo del 1 de enero se aumentó la presión fiscal para los contribuyentes más ricos (aquéllos que ganan más de 300.000 dólares y en particular a los que ingresan más de 450.000) y las contribuciones a la Seguridad Social a los ciudadanos que ganan menos de 107.000 dólares brutos anuales. Eso, en total, permitirá aumentar la recaudación en 600.000 millones de dólares (460.000 millones de euros) en 10 años. El ajuste que comienza este viernes, si se lleva a cabo en su totalidad, recortará el gasto en un billón de dólares (762.000 millones de euros) hasta 2021. A eso habrá que sumar, además, otros 200.000 millones de dólares que se ahorrarán por pago de intereses.
El recorte del gasto tendrá consecuencias inciertas. En el Pentágono, por ejemplo, es probable que a partir de abril los funcionarios civiles pierdan un día de empleo y sueldo a la semana. En el Departamento de Estado, sin embargo, solo verán su jornada laboral reducida un día cada dos semanas. Ese impacto se notará sobre todo en Washington y en los estados de Maryland y Virginia, donde se concentra el Gobierno federal estadounidense. Sin embargo, el equipo de Obama va a tratar que el impacto de los recortes se note en todo el país para presionar a los republicanos.
Fuente:.elmundo.es
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