El Ejército israelí ha dotado a todas sus brigadas de combate con una pequeña y compacta bola negra con cámaras, el “Eyeball”, especialmente diseñada para la guerra urbana y las unidades especiales de lucha antiterrorista.
Ligeramente más grande que una pelota de béisbol, “la bola con ojos” se ha convertido en una de las innovaciones de mayor uso por las fuerzas israelíes de infantería, que con ella pueden irrumpir en una vivienda tras haber observado lo que ocurre en su interior.
Visión total
“El Eyeball está en servicio con las unidades que cumplen misiones en zonas urbanas”, explicó el mayor Ilia Shir, a cargo del proyecto en la Brigada Tecnológica de la Comandancia del Ejército de Tierra.
Con dos pequeños ojos en su superficie que ofrecen visión diurna y nocturna, micrófono, sensores térmicos y otros medidores adaptables a las necesidades de cada unidad, la bola es lanzada desde el exterior bien a través de la puerta o de una ventana.
Su gran densidad – pesa unos 250 gramos – hace estallar los cristales para adentrarse y estabilizarse gracias a un simple mecanismo de equilibrio.
“Rueda y se estabiliza siempre en la misma posición, tras lo cual empieza a girar sobre si misma hasta ofrecer un ángulo de visión de 360 grados”, explica Shir, que es además ingeniero licenciado en electro-óptica en el prestigioso instituto Technión de Haifa.
El dispositivo, de bajo coste y por tanto desechable, fue probado en combate por primera vez en la Guerra del Líbano de 2006, cuando fuerzas israelíes entraron en las aldeas del sur de ese país en busca de milicianos del movimiento Hizbulá.
La Segunda Intifada, que estalló en 2000 en Cisjordania y Gaza, había dejado al Ejército israelí frente a una serie de peligros hasta entonces desconocidos en la guerra urbana, desde milicianos atrincherados en viviendas hasta trampas explosivas, pasando por actividades en túneles y otros escondites.
Técnicas recicladas
“Las técnicas empleadas para evitar que los soldados corrieran riesgos eran problemáticas”, dijo el militar israelí.
Una de ellas, el llamado “Protocolo del vecino” (un vecino era llamado a tocar la puerta y pedir a los ocupantes que salieran con los brazos en alto), fue prohibida por los tribunales por poner en peligro la vida de inocentes.
La otra consistía en lanzar a la vivienda una granada de estruendo, o gases lacrimógenos, para forzar a los ocupantes a salir.
Del ladrillo a la pelota
“Buscamos soluciones tecnológicas más elegantes y el resultado fue el Eyeball, que en cuestión de dos o tres años se fue transformando desde un dispositivo con forma de ladrillo hasta una pelota”, afirmó la fuente.
Según el ingeniero, que acompañó el proyecto de la empresa fabricante ODF Optronics, el reto más importante de este dispositivo, hoy en uso por unidades de elite y de lucha antiterrorista de varios países, fue buscarle la silueta adecuada que evitara su desintegración y que sus cámaras se rompieran al impactar contra el suelo.
“La solución la encontramos alrededor de 2004 con una forma circular y un material plástico especial fundido alrededor de los componentes electrónicos, de forma que el envoltorio absorbe la mayor parte de la energía del golpe y no deja que ninguna de sus piezas electrónicas se mueva lo más mínimo”, explicó.
Este diseño hace imposible desarmar la pelota, por lo que, de averiarse o perderse, el Ejército israelí simplemente la sustituye por otra.
De sólo unos cientos de dólares de coste, el Eyeball dispone además de frecuencias codificadas que impiden interferir la señal transmitida a una pequeña pantalla de 5 pulgadas en manos del soldado en el exterior, a la que llegan las imágenes de la bola, o que sea utilizada por el enemigo en caso de caer en “cautividad”.
Desde que entró en servicio, la pelota ha participado en múltiples redadas de las fuerzas israelíes para capturar a sospechosos palestinos en Cisjordania, en la operación Plomo Fundido en Gaza y en misiones del Cuerpo de Ingenieros, que se vale de ella para ver lo que ocurre en túneles de contrabando y zulos.
Inconvenientes
Soldados que se han servido de ella destacan su efectividad como instrumento para aportar información táctica fidedigna en tiempo real, si bien tiene, como otros dispositivos de su mismo tipo, su talón de Aquiles.
Basta con que la pelota ruede hasta detrás de un sofá o bajo cualquier otro mueble para que quede prácticamente “ciega” (hay que tirar al menos dos para evitarlo), o que simplemente sea cubierta por los ocupantes de la vivienda con un trapo o un cubo, por mencionar algunos de los casos que Shir recuerda.
“Todo dispositivo tiene limitaciones”, reconoce el militar, que considera que en alguno de los casos mencionados “el Eyeball habrá cumplido parte de su función porque revelará que dentro de la vivienda hay alguien hostil interesado en ocultar lo que ven sus ojos”.
Otro gran Talón de Aquiles del dispositivo es el ruido del golpe de la caída de la bola o de la posible rotura de cristales, que neutralizan el elemento sorpresa del que las unidades de elite se valen para llevar a cabo con éxito su misión.
Fuente: lagaceta.com
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