MAURICIO MESCHOULAM
Las condolencias no paran. En todos sentidos y desde todas partes. Hasta en Irán se ha decretado un día de duelo por la muerte del comandante Chávez Frías. La nota ha acaparado los medios desde América hasta Asia y Europa. A todos parece importar. Unos lo critican, otros lo vanaglorian. Pero pocos hablan en estos días de otra cosa. El polémico y carismático líder. El chavismo sin Chávez. ¿Qué pasará con Venezuela, con la gente, con la economía, con la estabilidad? ¿Qué pasará con el petróleo? ¿Qué sucederá con Cuba, con el ALBA, con los aliados y los adversarios del movimiento internacional que Chávez fue forjando a lo largo de años? Ahora mismo muchos se encuentran intentando responder estas preguntas. En el blog de hoy conversamos sobre la dimensión internacional del tema.
La proyección internacional de Venezuela
Chávez nunca vislumbró su proyecto como un movimiento local. Desde su visión, era necesario traspasar las fronteras para ofrecer una resistencia coordinada a las fuerzas del capitalismo transnacional comandadas, siempre a su entender, desde Washington. Para lograrlo contaba con recursos económicos en abundancia y sobre todo, con un liderazgo de esos que la literatura especializada llama inspiracionales.
Chávez podía en efecto levantar toda clase de pasiones. Desde involucrar emocionalmente a un presidente como Fox o al rey de España, hasta sacar lágrimas de seguidores y dirigentes de países cercanos y lejanos. Gracias a ese carisma tan particular, a su elocuencia, discurso y capacidad de convicción, logró envolver a diversos países en un proyecto de contención de los intereses de Washington, sus aliados y los de ciertas empresas transnacionales. Pero el discurso no iba vacío, sino acompañado de mucho dinero.
La Venezuela de Chávez fue incrementando sus reservas de petróleo. Entre otras cosas el comandante aprovechó la primera década del siglo XXI en la que los precios del crudo estuvieron muy elevados, para acumular recursos útiles en la proyección internacional que diseñó. De ese modo, implementó medidas que iban desde el apoyo petrolero y financiero a Cuba, hasta incluso el respaldo al gobierno de Assad en Siria en la guerra civil que libra. Pero no sólo eso, se lanzaron programas de asistencia internacional, proyectos educativos, recursos que fueron a financiar incluso a gente necesitada en el interior de Estados Unidos. Todo ello con el objeto de tener presencia, impacto y capacidad de influencia en distintos países en el mundo, siempre en aras de oponerse a la política estadounidense, a sus intereses y al “embate” del capitalismo global. Claro, eso sin dejar de vender el petróleo (mucho petróleo) a Washington. Business is business.
El chavismo internacional ante la falta de Chávez
Es impensable decir que nada cambia. En principio faltará el líder, y no es poca cosa porque no se trata de cualquier clase de líder. Faltará el carisma, la capacidad de influir en las mentes y corazones de muchos, la elocuencia en los foros internacionales. Faltarán las pasiones que levantaba. Seguramente también faltará la capacidad de movilizar a tantos otros liderazgos en torno a un mismo proyecto en una misma dirección y a un mismo tiempo.
Pero eso no implica que ciertas cosas se transformen radicalmente de manera inmediata. Por lo pronto, lo que sí queda es la valoración por parte de un importante número de jefes de estado, de que en su visión es necesario oponerse de manera coordinada a la voluntad de Washington (y de Occidente, o bien de determinadas empresas que pudieran representar los intereses del capitalismo global), y que eso no puede cambiar tras la ausencia de Chávez. Ya recientemente hemos visto intentos por parte de algunos presidentes como Cristina Fernández de Kirchner por ocupar el liderazgo de este bloque.
Pero hay que recordar que Venezuela misma no necesariamente habrá de transitar de una elevada presencia internacional a una ausencia absoluta. Estos escenarios por supuesto, dependerán del resultado de las elecciones que vienen, las cuales muy probablemente serían ganadas por Maduro. En caso de que esas predicciones se confirmen, el propio Maduro intentará asumir el liderazgo que deja su antecesor, ya sin la figura, sin el carisma, aunque aún con recursos que resultan cruciales para países como Cuba o Nicaragua.
Quizás efectivamente podríamos paulatinamente empezar a ver a una Venezuela relativamente menos orientada a lo externo. Esto debido a la imperativa necesidad de recomponer situaciones básicas en el interior, tales como la restructuración del gobierno ahora sin Chávez, garantizar una transición ordenada y pacífica, conservar la unidad al interior de la élite política chavista, resolver los problemas financieros inmediatos (recordemos que Venezuela acaba de sufrir una devaluación en febrero, en parte ocasionada por el altísimo déficit fiscal con que el gobierno se encuentra operando y por la elevadísima tasa de inflación que golpea cotidianamente a los consumidores) o bien, atender la grave crisis de seguridad que en ese país se vive.
Existe otro escenario, poco probable, pero hay que mencionarlo. En el caso de que fuese Capriles y no Maduro quien ganase las elecciones, seguramente las cosas cambiarían radicalmente no solo en lo interno, sino también en cuanto a los factores internacionales que menciono. Muy probablemente, en ese lejano supuesto, Venezuela transitaría hacia una cercanía con Estados Unidos y un alejamiento del bloque de países que se vino configurando alrededor del chavismo en estos años.
A pesar de que ese escenario se vislumbra poco factible en estas próximas elecciones, no habría que descartarlo hacia el futuro. Imaginemos que Maduro no fuese capaz de atender las necesidades inmediatas originadas por la crisis financiera que vive el país, o bien los problemas de seguridad que en la opinión de los venezolanos, según encuestas, son los que más importan por ahora a su sociedad. Seguramente en ese caso, empezaríamos a ver el fortalecimiento de la oposición, la cual si lograse mantener la unidad y la organización que se requiere, posiblemente hacia adelante podría arrebatar el poder al chavismo.
En cualquier caso, lo que habremos de ver en los años que siguen, será el intento por parte de los líderes regionales antes aglutinados en torno a la figura de Chávez, por demostrar que su unión y su coordinación política siguen teniendo vigencia y sentido. En cambio, los adversarios de estos liderazgos, que no son pocos, intentarán demostrar con discurso y con acciones y precisamente lo contrario.
¿Usted qué piensa?
Twitter: @maurimm
Fuente:eluniversal.com
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