La tregua de 1953 que puso fin a la Guerra de Corea, aquél conflicto que tuvo lugar unos años después de la Segunda Guerra Mundial, el del famoso paralelo 38 y del General Mc Arthur, esa tregua, ha quedado completamente nula en lo que a Corea del Norte respecta. Así lo informó la dirigencia de Pyongyang este lunes. Se trata de la última escalada retórica entre Norcorea y sus enemigos regionales y globales, y viene a sumarse a una cadena de eventos que se han desencadenado después de la muerte de Kim Jong-Il y la toma de posesión de su hijo, el joven Kim Jong-Un, o incluso desde antes. Lo que hay que analizar en estos instantes es si estamos, ahora sí, frente a la posibilidad real de que esta serie de músculos desplegados se convierta en un choque armado y directo, y el potencial tamaño de un choque así.
Retomar el hilo
Cuando de Corea del Norte se trata es muy complicado anotar un momento preciso en el que las relaciones se empiezan a tensar y comienzan a girar de la cooperación al conflicto. Ya en un texto anterior hablé de sus pruebas nucleares y de cómo a lo largo de estos años, para Pyongyang la meta ha sido contar con instrumentos de disuasión. La cuestión es que estamos rebasando el punto de la disuasión y hay que entender qué pasaría si eso sucede.
Recordemos los siguientes factores:
1. Lo que hay detrás de las acciones de Pyongyang es la propia necesidad de supervivencia del régimen y el control que éste tiene sobre el país que dirige. Para lograrlo, el régimen busca contener o nulificar toda amenaza percibida, ya sea interna o externa.
2. Como contexto hay una circunstancia global, lo que acá hemos descrito como el repliegue relativo de Estados Unidos en el panorama mundial. Este repliegue, como ya lo hemos dicho, obedece en buena medida a factores presupuestarios (no hay suficiente dinero para estar en todos lados y al mismo tiempo), pero también responde a factores políticos que están alterando los paradigmas bajo los que se diseñaba la política exterior de la Casa Blanca. La disminución relativa de la presencia de EU genera naturalmente vacíos y temores en varias regiones como la asiática. Ante ello, actores como Japón y Corea del Sur (los enemigos de Pyongyang) ponen en cuestión la eficacia de su tradicional alianza con Washington para protegerlos y comienzan a replantear su situación militar y su capacidad de defensa (ver en esta liga las declaraciones de la dirigencia surcoreana en cuanto a la necesidad de contar con su propia arma nuclear).
3. Tras la muerte de Kim Jong-Il, surge la necesidad para su joven hijo, Kim Jong-Un, de afirmarse tanto en lo interno como en lo externo. Internamente, era indispensable para él demostrar a la élite militar que tiene el poder firme y bajo control. Externamente su postura buscará adquirir el respeto de sus enemigos para ser tomado con seriedad en cualquier clase de negociación o circunstancia.
4. Ante tal panorama Kim Jong-Un mantiene la política de su padre tanto en lo que respecta a las pruebas con misiles como en cuanto a su programa nuclear. El último ensayo nuclear de Norcorea fue apenas este febrero y mostró un progreso considerable a pesar de lo que aún le falta para convertirse en una verdadera potencia nuclear.
Dos elementos adicionales:
a. En Corea del Sur hoy ya gobierna Park Geun-hye la hija del general Park Chung-hee que dirigió a su país por décadas. La nueva presidenta es conocida por mantener una línea bastante dura frente al régimen de Pyongyang.
b. La semana pasada el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó sancionar a Corea del Norte por la prueba nuclear de febrero, situación por cierto que fue avalada incluso por China, el histórico aliado de Pyongyang.
Tradicionalmente, cada vez que la ONU ha sancionado a Corea del Norte, la retórica por parte de Pyongyang tiende a escalar. Sin embargo, en esta ocasión su discurso se topa con una nueva presidenta asertiva y con necesidades políticas propias. La señora Park profirió dos amenazas importantes contra Pyongyang, dando un giro a una retórica normalmente muy moderada por parte del Sur. La presidenta dijo que si Corea del Norte se involucra militarmente en contra del Sur, las vidas de sus dirigentes podrían correr riesgo (una amenaza que podría evocar los asesinatos selectivos con uso de drones o naves no tripuladas, por ejemplo), y que en última instancia, el régimen de Pyongyang sería eliminado de la faz de la tierra. La nueva respuesta norcoreana ha sido la que vimos hoy, la anulación de la tregua de 1953, una amenaza de guerra, podríamos decir.
Las posibilidades
1. Una confrontación nuclear es altamente improbable, si no es que francamente impensable. Por lo pronto, debido a que Corea del Norte no cuenta aún con una bomba nuclear armada, enviable y detonable, sino con lo que los expertos denominan “dispositivos nucleares”. Si en un futuro esto progresará hacia una bomba más desarrollada, eso habrá que verlo en su momento. Pero lo más importante, cualquier clase de detonación nuclear probablemente resultaría en una respuesta masiva por parte de Washington lo que en última instancia podría terminar completamente con las aspiraciones de supervivencia del régimen. Bajo toda lógica sería irracional para Pyongyang optar por ese camino.
2. Sin embargo, siguiendo ese razonamiento, es posible que Pyongyang sí esté buscando un enfrentamiento armado de carácter limitado con Corea del Sur. Es muy posible que dadas las circunstancias actuales, una confrontación limitada no generaría una respuesta masiva de Washington, sino que la Casa Blanca optaría por presionar a China para que pusiera a Pyongyang en orden. En tal caso, Kim Jong-Un habría mandado un claro mensaje a Park Geun-hye, e incluso podría desestabilizar la gestión apenas iniciada de la nueva presidenta (ya hoy la señora Park reclamó a sus generales por haberse ido a jugar golf el fin de semana evadiendo los peligros actuales). Al final, el régimen norcoreano estaría respondiendo con severidad ante las sanciones y las amenazas sin correr demasiados riesgos. No obstante, habría que ver cómo respondería China ante un potencial conflicto entre las Coreas.
El factor China
A China toda esta estrategia de Norcorea ya no le está pareciendo simpática. A diferencia de Washington, Beijing se encuentra en un proceso de expansión geopolítica y ser limitada o contenida no está en su interés. La política de mayor confrontación por parte de Pyongyang está por un lado acelerando el armamentismo surcoreano y japonés (precisamente cuando Beijing empieza a confrontarse con Tokio), y por otro lado podría alterar la estrategia de repliegue del presidente Obama. Es decir, Norcorea y sus acciones podrían ocasionar que a pesar de las cuestiones presupuestarias, y a pesar de las decisiones políticas que se han tomado, Washington modifique su estrategia y vaya escalando su posición en los mares colindantes con China con el pretexto de contener a Pyongyang. Por eso justamente Beijing enfureció con la última prueba nuclear de Kim Jong-Un y decidió ponerlo de manifiesto con su aval a las sanciones en la ONU.
Acá la gran pregunta es si acaso China va a ser capaz de controlar a su pequeño Frankenstein o si más bien la situación está empezando a salirse de las manos de todas las partes.
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Fuente:eluniversal.com.mx
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