Tras un intenso tira y afloja de semanas con problemas de último momento que hicieron pensar ayer que todo podría estallar, se anunció anoche que el próximo lunes prestará juramento el nuevo Gobierno de Israel. Encabezado por el también hoy primer ministro Benjamin Netanyahu, el nuevo Gabinete entrará en funciones dos días antes de la llegada en visita oficial del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien semanas atrás había dado a entender que podría postergar el viaje si no se formaba un Gobierno antes de su llegada.
El resultado de las intensas negociaciones iniciadas después de las elecciones del 22 de enero es otro Gobierno de coalición. De los 22 ministros que lo componen –incluyendo al propio jefe de Gobierno– la mayoría son del partido central (Likud Beiteinu): 8 del Likud de Netanyahu y 5 del partido Israel Beiteinu, del ex Canciller Avigdor Liberman, a quien Netanyahu le reserva la misma cartera en espera de que finalice exitosamente un proceso jurídico en su contra.
Cinco ministerios estarán en manos de la gran sorpresa de las elecciones, Yesh Atid (Hay futuro), del ex periodista Yair Lapid, cuatro en manos del también nuevo partido Habait Hayehudi (El hogar judío) del ex empresario de alta tecnología (y ex secretario general del ente representativo de los asentamientos) Naftali Bennet y dos serán de Hatnua (El Movimiento), de la ex jefa de oposición y antes ministra de Exteriores Tzipi Livni. «Las principales carteras quedan en nuestras manos», dijo Netanyahu intentando calmar las numerosas quejas internas en el Likud por los «pocos» puestos que podía repartir, debido a la exigencia de Lapid de que el Gobierno sea más pequeño que el anterior, para no desperdiciar el presupuesto nacional. El Ministerio de Defensa, en efecto, queda en poder del Likud, la diplomacia hebrea a la espera de su socio Liberman y aunque las Finanzas van para Lapid, analistas políticos sostienen que ello fue un punto en el que Netanyahu justamente insistió, sabiendo de lo complejo del mismo.
Una característica clave del nuevo Gobierno es que es el primero en muchos años en el que no participan los partidos ultraortodoxos, quienes reaccionaron airados hablando de boicot. Y este es precisamente el punto central en el que puede haber más esperanzas de cambio: que la nueva composición del Gobierno haga posible una renovación dramática en uno de los problemas que más dividen a la sociedad israelí, o sea una participación más igualitaria en la responsabilidad del servicio militar. Éste fue el tema central en la campaña electoral de Lapid, quien, como representante de la clase media, sostuvo que debe repartirse «la carga» de forma igualitaria.
Fuente: La Razón
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