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viernes 27 de diciembre de 2024

Hashomer Hatzair: 100 años de una forma de educar

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Sin lugar a dudas, si hablamos de movimientos juveniles judíos del siglo XX, no se puede pasar por alto la presencia de Hashomer Hatzair que este año cumple 100 años. Tal vez se deba a que fue el primer movimiento juvenil judío sionista que sigue existiendo, teniendo un papel importante dentro de la historia contemporánea del judaísmo y el sionismo, aunque cada vez más es interesante ver cómo en algunos países se considera también un elemento importante dentro de su historia nacional local.

La importancia de Hashomer Hatzair se da al ser una nueva propuesta de educación dentro de las comunidades judías del siglo XX y las implicaciones de este modelo. Por una parte, Lamm describirá que Hashomer Hatzair no fue fundado ideológicamente ni con un método educativo propio para difundir, pero el método educativo fue, de igual manera, establecido muy pronto en la historia del movimiento, y esto fue lo que permitió su sobrevivencia a lo largo de muchos años.

El método educativo de Hashomer Hatzair, así como el de los otros movimientos juveniles pioneros sionistas, está relacionado con las innovaciones del siglo XIX. […] El método educativo de Hashomer Hatzair tiene una historia muy corta. No es el producto de un desarrollo constante ni de una evolución prolongada. Se materializó en su forma final junto con el movimiento. Poco tiempo después de que el movimiento se organizara en 1916, dada la fuerza de la unión de los grupos de Shomer con los de Tzeirei Zion; el método educativo del nuevo movimiento ya estaba siendo puesto en práctica en un formato que casi no ha sido transformado desde entonces. (Lamm, 2004: 11-12)

Zvi Lamm explica que dicho método es un concepto moderno que asume, en primer lugar, que el pluralismo existe. Esto es, que hay distintos métodos disponibles. Esto también implica que el individuo tiene el derecho y la oportunidad de escoger el método que considere la mejor opción (2004:30). Define el modelo educativo de un movimiento juvenil como “una serie de asunciones de las cuales los patrones de acción pueden ser seleccionados. Entre el contenido de una actividad educativa que combina ambos conceptos, existe y está subordinado a la ideología y al método educativo.” (2004:30) En otras palabras, los contenidos no dependen sólo de la ideología, sino del método. Ambos, como un todo son parte del pensamiento coherente. El papel de las ideologías no sólo determina el método educativo, sino que el método educativo también permite la materialización de la ideología.

La gran “invención” de este método es la idea de la kvutzá o grupo como modelo. El grupo de gente joven de la misma edad siendo liderados por un guía o madrij que en la mayoría de los casos es mayor un par de años por encima de sus janijim. Tienen un sentido de pertenencia que sólo así puede darse y articularse con el ken o centro local de actividades o con el movimiento en general. Con una influencia clara de lo que se discutía ya en medios psicológicos y sociológicos, el método de Hashomer Hatzair se basaba, según Lamm, en la distinción por edades y sexos con un guía al frente que no tenía otra cosa más que el modelo de persona y de judío que querían formar como imagen deseable.

El madrij tenía el papel más importante, no el de enseñar contenidos, sino el de formar seres humanos completos, que no estuvieran aislados. Se trataba de darle significado a cada uno de los jóvenes en un medio social y cultural específico. Basado en Wyneken, Lamm sostiene: “el educador no es una persona que sabe todo y se impone a partir de su conocimiento y autoridad, sino es una fuente de identidad que lleva a sus educandos hacia valores culturales a partir del eros.” (Lamm, 2004: 172)

Este eros es entendido como una fuerza primaria que permite el establecimiento de la vida verdadera como parte de condición humana. El madrij se usa a sí mismo como una forma de coherencia sincera. Sus janijim le son importantes como seres humanos. La perspectiva educativa es en torno a la vida humana como un todo y no sólo centrada en su parte intelectual o emocional. Los aspectos ideológicos sirven de meta, con un conjunto de valores e ideas que tienen que ser discutidos constantemente como parte de las actividades educativas. “La identidad de un miembro del movimiento se forjaba a lo largo de la existencia del movimiento, tanto por los elementos del método educativo como la base de las decisiones ideológicas. El contenido de esa identidad ‘Yo soy un shomer”, “Yo soy una shomeret” fue siendo cultivado por las experiencias de las amistades íntimas con el grupo, los campamentos de verano y de invierno, excursiones y discusiones mantenidas alrededor de la fogata, inclusive antes de que fuera establecida por los elementos ideológicos formulados más tardíamente en la historia del movimiento.” (Lamm, 2004:90)

Con rapidez, el modelo educativo desarrollado en las primeras décadas del siglo XX no sólo se expandiría mundialmente en las distintas comunidades judías como parte de la inmigración judía, sino que también sirvió como base para la creación de otros movimientos juveniles que no estuvieron de acuerdo con las decisiones que, a lo largo del desarrollo de Hashomer Hatzair, se fueron tomando. Esto sólo pudo darse así gracias a este modelo. “Este método educativo, durante la existencia del movimiento en los países de la diáspora, era estable, un fundamento incambiable que permitía al movimiento mantener los cambios ideológicos que lo acompañaron en la historia. Los cambios ideológicos, cuando ocurrían, influían el método educativo, sobre todo el contenido de las actividades. Fundamentalmente, sin embargo, la esencia del método se mantuvo igual.” (Lamm, 2004: 90)

Lamm sostiene que, si bien este modelo permitió acciones como las de los movimientos juveniles judíos en la Segunda Guerra Mundial, este evento histórico también borró las comunidades judías de Europa y con ellas el modelo educativo basado en lo que se había construido décadas antes. El contexto filosófico detrás de lo que le daba sentido también desapareció junto con las necesidades de una juventud. “La aparición de Hashomer Hatzair no fue un experimento. Era una respuesta explícita a una necesidad creada en un cierto tipo de joven que vivía en este período. Parece que esta necesidad pudo ser satisfecha sólo en la forma en que se dio. Estos jóvenes encontraron en el movimiento, con el adoctrinamiento implícita en el método, lo que estaban buscando y lo que era necesario en ese momento.” (Lamm, 2004: 254)

Aún así, hay una especie de ambivalencia, ya que Lamm sostiene que el movimiento juvenil siguió en muchos países además de Israel. Tal vez el contexto cambió en Europa, pero en otras regiones del mundo se crearon otros contextos que respondían a otras necesidades. Cabrá preguntarnos si el método que dio origen a los movimientos juveniles judíos en el siglo XX sigue siendo relevante y en qué medida.

Fuente:eldiariojudio.com

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