Desde siempre la sociedad israelí debió luchar contra ejércitos de países vecinos y operaciones de terror que reclamaron precios de sangre muy dolorosos. Hubo entonces qué definir la conducta a seguir por los que resultaran tomados prisioneros y como liberarlos. Israel tiene conductas claras y humanas en cuanto a los caídos en combate, en cuanto a los heridos y en cuanto a los que regresan del campo de batalla. Pero aún vacila en cuanto a los que perdieron la libertad en acción militar.
Últimamente, se concertó un programa anual de estudio y análisis sobre el tema entre el INSS-Instituto de Estudios de la Seguridad Nacional adjunto a la Universidad de Tel Aviv, la agrupación “Despiertos en la Noche” que nuclea a los exprisioneros israelíes, y “NATAL” Centro de Trauma para Víctimas de Guerra y Terror.
Se pretenderá estudiar las experiencias acumuladas en los variados enfrentamientos bélicos del pasado, los dilemas suscitados entre los que cayeron en prisión como entre los dirigentes del país y los modeladores de la doctrina militar, haciendo partícipe al público de las disyuntivas: en definitiva son nuestros hijos y hermanos, nuestros padres y nietos los que deberán enfrentar las circunstancias.
La primera jornada analizó como tema central el acuerdo firmado el 29 de marzo de 1956 cuando se canjearon 4 soldados israelíes por 40 árabes prisioneros, tras lo cual dos de los israelíes, de rango militar, fueron acusados de traición por haber proporcionado datos durante la cruel interrogación, degradados y alejados de la sociedad. Después de 12 años de una incansable lucha por la rehabilitación, el rango militar les fue devuelto y se obtuvieron más elementos de juicio que demostraron cuan erróneas fueron las primeras interpretaciones. El trauma personal es imborrable.
La presencia en el evento de prisioneros liberados, el testimonio de sus historias y experiencias, colmó al encuentro de agudas sensibilidades.
El “ethos” nacional
La Dra. Dalia Gabrieli Nuri – Instituto Truman para Estudios de la Paz, Universidad Hebrea de Jerusalén -, consideró que los componentes culturales israelíes sobre los prisioneros de guerra son muy especiales y se han modificado con el correr de los años.
Siempre se consideró que:
El soldado israelí nunca se rinde;
El soldado israelí dispara hasta la última munición;
El prisionero israelí enfrenta con honor todos los interrogatorios;
El prisionero israelí no revela secretos;
Tzáhal, jamás abandonará heridos o muertos ni permitirá que sus soldados sean tomados prisioneros.
Tal vez los rasgos iniciales que conformaron la identidad israelí fueron marcados por el poeta Abba Kovner (1918-1987), redactor del famoso manifiesto lanzado en 1942 en el Guetto de Vilna “no seremos rebaño que va al matadero”, que marcó la tónica de la resistencia judía. Kovner sobrevivió al Holocausto y se incorporó a Tzáhal en la Guerra de la Independencia, publicando proclamas muy controversiales.
En la Guerra de la Independencia, 1948-1949, en muchos puntos del país, fueron tomados prisioneros 1000 israelíes, de ellos 100 mujeres. Los sucesos más impactantes fueron la rendición de los combatientes de Gush Etzión, de la Ciudad Vieja de Jerusalén y del Kibutz Nitzanim. Entonces Abba Kovner publicó, bajo el título “El Fracaso de Nitzanim”, lo siguiente:
“… No se defiende al hogar en forma condicional.
La defensa requiere todas las energías del cuerpo y del alma.
Y si así lo impone el destino, es preferible caer entre los escombros del hogar que rendirse al invasor asesino…
Rendirse estando el cuerpo aún ardiente, y teniendo todavía una bala en el cargador, es deplorable.
Caer prisionero del invasor, es deshonor y muerte.”
La versión quedó inscrita en la memoria colectiva de la renaciente nación; las heridas morales y de conciencia provocadas a los sobrevivientes de Nitzanim aún no han cicatrizado.
Instrucciones y realidad
Las instrucciones de Tzáhal son muy concisas: se puede dar a los captores nombre, número de identidad, grado militar y grupo sanguíneo. Estos datos figuran en la “tarjeta de prisionero” que todo soldado lleva consigo según lo establecido en los acuerdos internacionales existentes.
Siempre los relatos fueron de torturas y castigos hasta perder el conocimiento. La experiencia demostró que la mayoría no aguanta los castigos. Hoy se supone que todo lo que el soldado sabe habrá de llegar a conocimiento de sus captores.
Son famosos los casos de Uri Eilán, combatiente de “Golani” que se suicidó en 1955 en la cárcel siria dejando una nota entre sus ropas “No traicioné”, y del aviador Mayor Avi Lanir, cuyo avión fue derribado por los sirios en la Guerra de 1973 y que luego de suicidarse fue condecorado con la Orden al Mérito por su silencio a pesar de las torturas.
Pero también son famosos casos como el del Capitán Abraham Weiss, oficial de Inteligencia, que al liberarse participó de una serie de debates internos sobre la conducta a seguir en prisión, diciendo: “Mis conclusiones de la terrible época durante los interrogatorios, es que no hay tal cosa de “permanecer callado” – el no querer decir nada es señalar que se está ocultando cosas, y por lo tanto hay que decir algo.
La orden de “no decir nada” es idiota, no hay tal cosa de “no dejarse quebrar”. El Capitán Weiss, fue condecorado por su conducta durante el cautiverio, al regresar se reintegró a una de las unidades de comando más arriesgadas y prestigiosas del ejército de Israel.
Esfuerzos de liberación
La liberación de los prisioneros en manos del enemigo es una prescripción primordial en la religión judía, y el “precio” ocupa muchos capítulos de reflexión en los textos sagrados y en los pensadores de todos los tiempos.
Israel intentó de diversas maneras recuperar a sus ciudadanos en manos del enemigo. Algunas veces se realizaron operaciones para capturar rehenes para poder canjearlos por nuestros soldados. Por ejemplo, la “Operación Kinereth” en 1955, para liberar cuatro israelíes en manos de los sirios cuya liberación fue acordada el 29 de marzo de 1956. (ver arriba párrafo 4).
Algunos intentos fueron para cambiar rehenes por pilotos israelíes. Son famosos los casos de captura y prisión prolongada del Shej Abd-el Karim Obayed (1989) – comandante shiíta del Hizbollah al sur del Líbano – y de Mustafá Dirani (1994) para intercambiarlos por el copiloto Ron Arad, esfuerzos que fracasaron. Intentos de capturar civiles libaneses con el mismo propósito, fueron censurados por la Suprema Corte de Jerusalén por “no ser militares relacionados con la guerra entre las partes”.
También hubo operaciones comando para liberar prisioneros. El 14 de octubre de 1994 se intentó liberar a Najshón Waksman, raptado por Hamás seis días antes, muriendo en el intento el prisionero y Nir Poraz, uno de los integrantes de la unidad de liberación.
En 2006 se salió a la guerra en Gaza – Operación “Lluvia de Verano” – por la captura del cabo Gilad Shalit, que finalmente fue liberado el 18 de octubre del 2011 con la excarcelación de 1,027 presos palestinos, 477 en la primera fase del canje acordado con Hamás.
En el año 2009 se salió a la 2ª. Guerra del Líbano para recuperar de manos del Hizbollah a los soldados de reserva Ehud Goldwasser y Eldad Reguev, raptados allí en 2006 y que finalmente fueron devueltos en ataúdes a cambio del asesino Samir Kuntar, 4 presos más y 197 cadáveres de integrantes del Hizbollah. Hasta el mismo momento del canje, no se sabía si los israelíes a liberar estaban aún con vida.
El precio del ser humano
La política oficial de Israel, en los primeros años, fue de no excarcelar convictos palestinos a cambio de la liberación de israelíes prisioneros. El sistema se hizo más frecuente a partir del gobierno de Menajem Beguin.
El 7 de diciembre de 1969 se liberaron 71 presos egipcios y sirios, entre ellos oficiales, pilotos de aviación, civiles y terroristas, a cambio de 4 israelíes que habían sido capturados en esos países.
En abril de 1978, se liberaron 76 terroristas sentenciados a cambio del soldado Abraham Amram.
El 23 de noviembre de 1983 se canjearon 6 soldados de Najal a cambio de 4,765 libaneses arrestados al sur del Líbano.
En 1985 fue el traumático “Acuerdo G´ibril”, liberándose 1,150 convictos de seguridad a cambio de los cadáveres de tres soldados israelíes que habían sido raptados por la organización terrorista encabezada por Ajmed G´ibril.
En 1998 se liberaron decenas de terroristas a cambio de los restos mortales de Itamar Yllia, de la marina israelí.
El sistema de canje es uno de los tantos temas que enardecen la discusión pública israelí. Los que se oponen consideran que de esta manera se paga un precio muy alto que estimula los reclamos del enemigo – además que libera terroristas con manos ensangrentadas que reincidirán en sus asesinatos, mientras que los que apoyan insisten en que el Estado y la sociedad de Israel están comprometidos con el retorno de sus soldados y deben hacer todo lo posible para lograrlo. Fue la nación la que los envió al combate.
¿Indemnizaciones?
o habitual en el Ministerio de Defensa fue reintegrar a los exprisioneros a su vida diaria sin que la prisión acredite beneficio alguno.
En 1982 el ejército estableció algunos beneficios a los que regresaron del cautiverio antes de esa fecha, que incluían indemnización monetaria, becas de estudio, ayuda para la vivienda, asesoramiento para conseguir trabajo, beneficios de jurisprudencia y atención médica, ascenso militar y exención de servicio de reserva. Esto no se aplicó más después de la Guerra de 1982 en Líbano.
En la década del 90 se procuró asistencia médica y psicológica, beneficio que no se hizo extensivo a prisioneros liberados en los decenios anteriores. Esta negativa fue refrendada por la Suprema Corte.
En 2001 se nombró una Comisión para proponer atención a los traumas que afectaban a los que fueron prisioneros, que se expidió en 2004. En julio de 2005 es promulgó la Ley de Pagos a los exprisioneros, que determinó por igual a todos la suma de NSI 1,000 mensuales por el resto de sus vidas, condicionado a haber estado en prisión del enemigo por lo menos 14 días.
Fuente:aurora-israel.co
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