Testimonio de judíos salvados por Gilberto Bosques

El testimonio de Bruno Schwebel

THEODOR SCHWEBEL (PADRE)
THERESIA SCHWEBEL (MADRE)
HELMUT SCHWEBEL (HERMANO)

Mi padre (Theodor Schwebel, Nac. 31.8.97) era judío y también miembro del partido social-demócrata de Austria. Poco después de la ”Noche de Cristal” huyo, llevándose a mi hermano Helmut (Nac. 6.9.26); cruzaron ilegalmente a Francia en la frontera franco-alemana en Lauterbourg. Entretanto, mi madre Theresia (Nac. 3.3.02) y yo, Bruno Schwebel (Nac. 16.9.28), permanecimos en Purkersdorf (cerca de Viena) por algunas semanas para vender muebles y enseres domésticos y prepararnos para el viaje. Partimos de Viena por tren el 10.12.38, siguiendo la misma ruta que habían tornado mi padre y hermano, llegando a Paris el 22 de Dic. de 1938.

Mi hermano y yo fuimos internados en una pensión para niños judíos en Montmorency, cerca de Paris, dirigida por la organización internacional OSE. Mi madre encontró empleo en la misma pensión.

Cerca de un año después, cuando se declaró la guerra entre Francia y Alemania, mi padre fue internado como ”ciudadano de país enemigo” en un campo de concentración francés. Yen junio de 1940, cuando las tropas alemanas ya se acercaban a Paris, mi madre, hermano y yo huimos a Montauban en el sur de Francia. Con el desmoronamiento de las autoridades civiles francesas, mi padre pudo salir del campo y reunirse con nosotros en Montauban. De ahí en adelante, la meta familiar era conseguir una visa – cualquier visa, para el país que fuera. Las únicas posibilidades practicas eran México y Nueva Zelanda, ya que las ”cuotas” para otros países como los Estados Unidos o Inglaterra estaban completas o el papeleo burocrático correspondiente era demasiado lento.

Finalmente, el 6 de Nov. de 1941, el Sr. Gilberto Bosques, Cónsul de México en Marsella nos extendió una visa para México. Si no hubiera sido por la postura antifascista del gobierno de México, así como la iniciativa personal del Sr. Bosques para salvar la mayor cantidad posible de gente cuyas vidas estaban amenazadas por el fascismo, probablemente mi familia y yo no hubiéramos sobrevivido.

Organizaciones judías social-demócratas de México financiaron nuestro pasaje en el ”Nyassa” de Lisboa a Veracruz, México, que zarpo los primeros días de febrero de 1942. Infructuosamente tratamos varias veces de cruzar de Francia a España. En un intento de cruzar la frontera saliendo de Pau, el 31 de Dic. de 1941, la frontera estaba abierta y abordamos el tren para iniciar nuestra jornada de 2 días a Lisboa. Después de permanecer 1 mes en la capital portuguesa y 1 mes en el Nyassa, llegamos a Veracruz, donde fuimos acogidos como refugiados políticos.

Mas de 50 años después, en noviembre de 1993, fue para mi una experiencia conmovedora así como un gran honor participar en el descubrimiento de un busto de Gilberto Bosques en el ”Instituto del Derecho de Asilo y las Libertades Publicas”, en Coyoacan, Ciudad de México. La ceremonia fue organizada por el ”Instituto de Investigaciones Interculturales Germano Mexicanas” y por la comunidad de exilados de habla alemana de México, como reconocimiento a las acciones humanitarias del Sr. Gilberto Bosques.
Bruno Shwebel – Mayo, 1997

Testimonio de Herman Weitz
Extraído del libro “Mi historia, mi vida” de Herman Weitz. Editado en 1991

La habitación estaba a oscuras, las cortinas cerradas casi por completo. Bosques me miró desde su escritorio y me dijo: “Monsieur Weitz, usted nunca va a poder entrar a Méjico porque le ofreció dinero a un empleado consular.”

Era una de mis últimas oportunidades, ya no me importaba lo que los demás pensaran o hicieran, pero al final estaba a punto de aclarar las cosas. Le respondí que en ningún momento le había ofrecido dinero a un funcionario consular (lo cual era verdad ya que le había ofrecido dinero a un general español, no a un funcionario mejicano), que le habían mentido y que quería ver qué tipo de evidencia existía para probar que yo había hecho ese tipo de soborno, porque eso es lo que era, un soborno que yo nunca había hecho y cuya existencia dañaba mi reputación. Continué de este modo por un tiempo cuando, para mi sorpresa, el cónsul finalmente accedió a otorgarme la visa. Con unos movimientos de su lapicera hizo su firma y luego llamó a su secretaria para agregar el sello oficial en los papeles.

Yo no podía creerlo cuando salía de la oficina con los documentos firmados. ¡Lo había hecho, verdaderamente lo había hecho! ¡Finalmente estábamos fuera de Europa!

Pero nada es tan fácil en la vida. Además, todavía me tenía que ocupar de mi hermano Morr.

De un modo u otro, el romance de Moor con Louise había terminado y se había estado quedando con nosotros en Marsella por un tiempo. Las visas que me había otorgado el embajador de Méjico nos cubrían a todos nosotros, así que no tendría problema para entrar a Méjico. Mi única preocupación era sacarlo de Francia de un modo seguro.

Francia no sólo exigía una visa de entrada sino también un permiso de salida. Cuando estuvo en Alemania, Moor había estado muy involucrado en el movimiento anti-nazi llamado “Die Eiserne Front”, el cual tenía confrontaciones periódicas con los camisas negras antes de que los Nacional socialistas llegaran al poder. Teníamos miedo de que el gobierno de Vichy tuviera una lista de todos los anteriores miembros del Frente y que en el momento en que Moor fuera a pedir su permiso de salida, los funcionarios colaboracionistas de Vichy lo entregaran a los Nazis. No había manera de hacerlo entrar en forma ilegal al puerto de Marsella, porque estaba muy bien custodiado, por ello no sabíamos que hacer con mi hermano.

Testimonio del Dr. Alfred Kantorowicz

Marsella, 23 de Marzo de 1941

Mi muy venerado Sr. Bosques

Tengo el gran placer de anunciarle que partiremos mañana – via Martinica – con destino a Mexico.

No puedo marcharme de Marsella sin reiterarle nuestro mas sincero agradecimiento – tanto de mi esposa como mio propio – por todo lo que Ud. ha hecho por nosotros. Si nos marchamos, es gracias a su proteccion y su ayuda.

Puede Ud. estar seguro que seremos dignos de la muy honorable invitacion de su gobierno. Estamos muy contentos de poder conocer proximamente su bello pais.

Le ruego acepte mis sentimientos de agradecimiento y respeto.

Dr. Alfred Kantorowicz

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