Cuatro partidos (dos derechistas y dos centristas) forman una coalición apoyada por 68 de los 120 diputados. Benjamín Netanyahu lidera un heterogéneo grupo de 21 ministros que inicia este lunes su camino jurando el cargo en la Knésset (Parlamento israelí). La oposición a Bibi III estará encabezada por el laborismo y, por primera vez en una década, los dos partidos ultraortodoxos.
Para unos en Israel, es el Gobierno ideal para realizar grandes reformas internas respecto a la carestía de vida, mejoras sociales, el sistema electoral o el alistamiento de los jóvenes ultraortodoxos en el Ejército. Para otros, es más de lo mismo con diferente sombrero.
Para unos, es un Gobierno muy nacionalista (identificado con los colonos) que tiene ministros que se oponen a la creación de un Estado palestino como Naftali Bennett (Comercio e Industria) o que no creen posible un acuerdo definitivo de paz en los próximos años como Moshe Yaalon (Defensa). Para otros, es un Gobierno pragmático con dirigentes como el principal socio de Netanyahu, Yair Lapid (Finanzas) o Tzipi Livni (Justicia) que exigen la reanudación del diálogo con los palestinos y la solución de dos Estados.
Una coalición heterogénea de cara al exterior y homogénea en los temas internos que parecen ser su prioridad. Coinciden en pedir más jaredim (ultraortodoxos) en el Ejército y menos fondos a sus colegios si no enseñan las mismas materias básicas que en el resto de entes educativos. Discrepan en la relación hacia el presidente palestino, Abu Mazen y por ejemplo la inversión en asentamientos en Cisjordania.
Pocas veces un Gobierno ha tenido dos polos tan separados como el ministro de Vivienda, el ultranacionalista Uri Ariel y la ministra de Sanidad, Yael German (de la lista de Lapid) que llegó a la alcaldía de Hezrliya como candidata del izquierdista Meretz. Diferencias que reflejan en programas de televisión y radio.
Pocas veces un Gobierno se ha puesto en marcha con tanta ilusión, incógnitas y desconfianza. Sobre todo de Netanyahu hacia Lapid y Bennett. Tras las elecciones, boicoteó a Bennett por sus malas relaciones personales lo que provocó que éste cayera en brazos de Lapid para formar una alianza en contra de la presencia de los ultraortodoxos en el Gobierno.
Posteriormente, Bibi intentó atraer a Bennett y dejar fuera a Lapid al que ve con recelo debido a su popularidad y ambición política. Bennett se negó: “Lapid es un líder honesto, una buena persona y con voluntad de hacer reformas parta mejorar la vida de los israelíes”, comenta Bennett reconociendo sus diferencias en el campo palestino. “Este Gobierno se debe centrar en los problemas internos”, añade.
Netanyahu aceptó todas las exigencias de Lapid, incluso Educación (que ocupará Shai Piron, un rabino liberal criticado por los ultraortodoxos), excepto Exteriores donde podía consolidar su figura internacional.
Lapid será titular de Finanzas pese a su nula experiencia y los dolorosos recortes previstos. Desde Facebook, el ex presentador de televisión ha escrito: “Algunos dicen que Netanyahu quiere hacerme una trampa de miel (aún no entendí dónde está la miel), y que no tengo opciones de triunfar… Pero incluso los que no se fían de Netanyahu deben saber que si el ministro de Finanzas fracasa, el fracaso será también del jefe de Gobierno”.
Yaalon (Likud) sustituirá a Ehud Barak en Defensa. El ex jefe del Estado Mayor y ex viceprimer ministro tiene básicamente cuatro retos. Lidiar con el importante recorte en su ministerio; construir una sólida relación con EEUU y el secretario de Defensa Chuck Hagel; la seguridad en las fronteras con Líbano, Gaza del grupo islamista Hamas y Siria; el programa nuclear iraní. En este apartado, en los últimos años se opuso a un ataque militar israelí, según los medios locales.
Exteriores pierde fuerza. Netanyahu ocupará la cartera hasta que Lieberman finalice el juicio por abuso de confianza y fraude. Y aunque consiga superarlo y volver a la cancilleria, no es tenido mucho en cuenta en EEUU y Europa.
Con este nuevo Ejecutivo ¿es posible la reanudación del diálogo con los palestinos? Antes de la respuesta cabe decir que depende también de Abu Mazen que exige la congelación de la construcción en las colonias en Cisjordania, territorio ocupado por Israel en la guerra del 67.
En primer lugar, es posible porque es el objetivo declarado de Netanyahu, Lapid y Livni que ha sido nombrada jefa de las negociaciones. Aunque Bibi intentará hacerlo sin congelar la construcción. Bennett afirma que no se opone al diálogo con los palestinos dando por hecho que no tendrá éxito y por tanto “no hay peligro de evacuación en Judea y Samaria (Cisjordania)”. Si se equivoca, saldrá de la coalición pero Netanyahu tendría el paraguas de los laboristas, Kadima y Meretz desde la oposición. Un escenario muy lejano.
En segundo lugar, porque la Unión Europea y Estados Unidos presionarán en las próximas semanas a las dos partes. La visita del presidente Barack Obama es sólo un primer paso en esa dirección.
Fuente:elmundo.es
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