FRANCISCO ZEA
A menos de un mes de las elecciones, el panorama electoral en Venezuela es complejo. Maduro está aferrado al cadáver de Chávez.
“Titula esta entrevista así: ‘Hugo Chávez no era un dictador, venció a una dictadura’”, me espetaba con grandilocuencia José Manuel Zelaya, presidente de Honduras depuesto por su estrecha amistad con el Comandante. Mientras lo entrevistaba en el salón de protocolo del aeropuerto Simón Bolívar, dos elementos de la inteligencia venezolana no dejaban de fotografiarnos a mi camarógrafo y a mí. Así nos recibió Caracas en la lúgubre terminal aérea en la víspera de la muerte de Hugo Rafael Chávez Frías. Así, con el nombre completo, se refieren a él los chavistas convencidos. Una gran cantidad de ellos, cerca de 30 mil, hacían fila para ver sus restos, a las 2:00, del 7 de marzo en el Fuerte Tiuna, complejo central de las fuerzas armadas bolivarianas. Un aroma entre perfume dulce, sudor y alcohol se respiraba en el ambiente. Música y lágrimas se mezclaban en la interminable fila. Unos me decían que lo querían más que a su padre. Otros que le debían la carrera. Una doctora de salud comunitaria, de un gran grupo que estudió en Cuba, reconoce que la medicina sólo era una carrera para gente de dinero y que Chávez la convirtió en doctora; le dio carrera, libros y computadora. Se emociona hasta las lágrimas.
En otros segmentos de la población, los más marginados, que habitan las zonas altas de la Cordillera de la Costa que rodea Caracas, conocidas como cinco y diez, la devoción y lealtad al comandante no son negociables. Barrios en donde la policía no se atreve a entrar; gente armada y bebiendo la mayor parte del día nos muestra su casa. Refrigerador, estufa y microondas son parte de un paquete de ayuda que el gobierno les da por una ínfima suma al mes. Una pantalla de plasma también es regalo del gobierno, entregado días antes de las elecciones. Las paredes de las casas tienen retratos de Chávez, pero la pobreza se funde con la ignorancia; los niveles de violencia son muy altos.
Todos estos “regalos” se pagan con dinero de PDVSA, la compañía petrolera estatal que una vez fue la segunda en importancia en el mundo. En 1997 tenía la capacidad de producir cinco millones de barriles diarios. Hoy sólo refinan dos millones 400 mil. En ese mismo año PDVSA, era más importante ella sola que las ocho hermanas, referencia que se hace para nombrar a las petroleras más importantes del mundo como BP, Shell y Texaco, entre otras. Además de eso tenían una de las redes de distribución más importantes en la Unión Americana por medio de CITGO. Hoy la historia es diferente. La empresa es utilizada como la caja del gobierno. Igual paga los gastos del cierre de campaña electoral, que importa alimentos, que muchas veces se descomponen en sus bodegas por la falta de experiencia en el almacenamiento de los mismos. Esta gran ubre también alimenta a los países de la región. Da petróleo a cambio de comida, pero sólo cobrando 50% del valor de la factura.
El precio de la gasolina ha sido siempre un gran tema para los venezolanos. Prueba de esto es el llamado “caracazo”, una revuelta popular que según cifras oficiales dejó más de 300 muertos ante la intención de Carlos Andrés Pérez de subir la gasolina. Hoy el combustible es una más de las zanahorias electorales. Llenar un tanque de 50 litros no cuesta más de 10 pesos mexicanos.
La polarización de la sociedad es evidente. En el exterior de una tienda de la cadena de supermercados Excelsior Gama, la gente es capaz de mentir a la cámara con tal de evidenciar al gobierno o defenderlo. La arepa es para los venezolanos lo que para los mexicanos la tortilla. La harina marca Pan es uno de los tesoros más preciados. El desabastecimiento es notorio. Hay que recorrer muchas tiendas para encontrar una bolsa. De hecho la venta está limitada a dos bolsas por persona si se encuentra. Una señora, evidente partidaria del gobierno, al ser cuestionada dice que hay de todos de buena calidad. En lo personal comprobé que el anaquel que corresponde a la harina estaba desierto. Otra dice que no hay leche ni huevos; se queja de los altos precios y de la carestía. Otra mentira, sí hay leche y huevos, aunque el alto precio es real. Por la muerte de Chávez se ha decretado luto nacional y éste trae aparejada la ley seca, pero en la zona de Las Mercedes se encuentra un lugar llamado La Terraza Steak House. No respeta ni el luto ni la ley seca. Su dueño dice que por la muerte del dictador debería de haber fiesta. Pero aun así, conseguir por ejemplo un tequila o un trago de vodka es muy difícil. Nos explican que el control de cambio del dólar es el culpable. El tipo de cambio oficial es de 6.30 bolívares por un dólar. Pero en la calle se llega a pagar hasta 24 bolívares por dólar. Por ende, todos los venezolanos están ansiosos de que cualquier turista les venda dólares en el mercado negro, lo que constituye un delito.
A menos de un mes de las elecciones, el panorama electoral en Venezuela es complejo. Maduro está aferrado al cadáver de Chávez, que paradójicamente se convirtió en un cuerpo corrupto e insepulto, algo que él mismo desdeñó. Capriles ha sido cauto en no ofender la memoria de Chávez, pero los ánimos cada vez son más encendidos. El chavismo tiene un nombre: Hugo Rafael Chávez Frías. Difícil emular los excesos histriónicos del comandante. Difícil contener a una población ignorante, armada y con hambre.
Fuente:excelsior.com.mx
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