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domingo 22 de diciembre de 2024

El Anillo del Pescador

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PETER KATZ PARA ENLACE JUDÍO

Con motivo de su ascensión al Papado, como Francisco I, el argentino Jorge Mario Bergoglio, Cardenal de Buenos Aires, recibió el palio, una estola y el anillo del pescador, que simbolizan el poder pontificio.

El anillo del pescador probablemente fue el anillo que usó el primer Papa, Shimon bar Jonah, Pedro, quien nace a orillas del Lago Kineret y fallece en Roma el 29 de junio del año 67, de la era actual.

Pedro fue el primer Papa. En realidad nunca recibió ni usó ese título que nació mucho más tarde. El anillo del pescador que se guarda en el Vaticano es una joya de aquella época. Pero Shimon bar Jonah, el pescador, sí existió y era judío.

Una secta, conocida como los “Amigos del Señor”, a la cual también pertenecía San Juan Bautista y Saúl de Tarso, más tarde San Pablo, existió en Judea, en aquella época.

Los “Apóstoles”, amigos incondicionales de su líder y jefe, eran unas 10 o 15 personas se reunían con Joshua ben Yosef, nacido en Bet Lejem, Belén. Joshua ben Yosef iba por las laderas de Judea hablando con la gente del pueblo, buscando hacer nuevos adeptos, haciendo abiertamente proselitismo. Se presentaba como el amigo de la justicia, tzedek.

Los “Amigos del Señor”, lograron que un importante número de jóvenes solteros se les uniera. En esta primera etapa, se requería a los que se unían al grupo, fueran circuncidados, si es que no nacieron como judíos. Es decir, que solo los hijos de madre judía eran aceptados.

El constante aumento de adeptos y convertidos, lanzó una señal de peligro tanto a los sacerdotes judíos, los Cohanim, como a los ocupantes romanos cuyo jefe máximo era Pontius Pilate, quien reportaba directamente al gobernador de la provincia Alea Capitolina. Así se llamó Judea, durante largos años de ocupación romana. Mas tarde los judíos fueron expulsados, dándoles un corto plazo para encontrar transportación hacia el exilio.

En Roma, la capital del Imperio, vivían ya 100 mil judíos. Ninguna ciudad de Judea o del Mediterráneo tenía una cantidad similar de habitantes judíos.
Muchos judíos educados eran empleados como educadores de jóvenes romanos. También porque no eran pederastas y se les podía confiar a los hijos.

Entre la nobleza de la capital del Imperio, ya había numerosos convertidos a la nueva fe. Sobre todo mujeres que veían en el Monoteísmo judío una garantía de justicia, una filosofía más elevada que pregonaba un solo Dios, “Adonai Ejad”. Esto en si era un gran atractivo.

El sábado, el Shabat, como día de descanso era desconocido entre los paganos. Les llamaba sobre todo la atención que los judíos además de celebrar el Shabat como un día de descanso, permitían, más bien exigían que sus esclavos, sus empleados e inclusive sus animales también descansaran ese día. A los paganos cultos, el Monoteísmo judío era una revelación y un código de igualdad, totalmente desconocido en aquella época.

Joshua, a la cabeza de un pequeño grupo de sus seguidores, subió los escalones del Beit Hamikdash, el Templo Mayor en Jerusalem, donde se habían instalado desde hace muchos años un gran número de vendedores ambulantes. Eran el origen de mucho ruido, de malos olores, provocando riñas entre ellos y sus clientes. Un constante desorden y una violación de la santidad del lugar.

Inmediatamente él y sus amigos, armados de bastones destruyeron algunos de los puestos, voltearon mesas en las que exhibían sus mercancías y persiguieron a los que habían huido, despojándolos de las mercancías que vendían.

Mientras Juan Bautista seguía convirtiendo a muchos adeptos que acudían a él para que los bendijera, después de haberse sumergido en el río Jordan. Otros seguidores de Joshua organizaban comidas públicas, durante las cuales tomaban vino de buena cepa. Una delegación de sacerdotes judíos, encabezados por el Kohen Gadol, que presidía el Sanhedrín, fue a ver a Pontius Pilate y le pidieron que se juzgara públicamente y se castigara a Joshua por haber perturbado el orden público.

El jefe supremo romano entregó Jesús a Herodes Antipas, para que el reo judío, quien era la causa de los desordenes que ahora sucedían en toda la provincia, fuera paseado públicamente por las calles de Jerusalem. En el camino fue azotado por los peatones, que lo insultaban, y luego lo hirieron gravemente. Es posible que ya estuviera muerto, sin vida, antes de que lo clavaran en la cruz. En este símbolo del castigo máximo romano, la cruz, fue colocado un pergamino que decía INRI (Iēsus Nazarēnus, Rēx Iūdaeōrum) en griego, “Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos”.

En esas condiciones llegó después de más de 2 horas de tropiezos y caídas, al lugar donde se habían erigido tres cruces para clavar en ellas los cuerpos moribundos de Joshua de Nazaret, junto con otros 2 rebeldes, condenados por los romanos.

Antes de su muerte, los conversos griegos lo habían nombrado “Christos”, que quería decir “Hijo de Dios” en griego.

Esto era totalmente inaceptable por los judíos, ya que Elohim no puede tener hijos. Muchos desertaron. Otros se convertían porque San Pablo, Saúl de Tarso, había eliminado el requisito de ser circuncidado, para ser aceptado en el grupo de seguidores de Joshua.
Los judíos convertidos, los de la nueva fe, crecían constantemente porque la gente veía en ellos luchadores sociales y amigos de la igualdad y de la justicia.

Hasta el año 320 de la era actual, no existía la Iglesia Católica, como tal.
Esta, la “Iglesia Católica Apostólica Romana”, fue proclamada como Religión de Estado en el año 420 por el Emperador Romano Constantino.
Ahí empezaron nuestros problemas.

La Iglesia Católica ha sido durante una larga historia, nuestro más acérrimo enemigo. Nos tildaron de Deicidas, nos hicieron responsables de la muerte de Jesucristo, ahora su Dios. Los judíos fuimos el sinónimo de lo peor de la humanidad, durante toda la edad media.

Cientos de miles de victimas judías fueron asesinadas en diferentes formas, bajo diferentes acusaciones, desde el siglo V hasta el actual siglo XXI.
Ojalá sirvan estas líneas que reuní de la historia de nuestro pueblo, para cambiar la opinión de alguien en este mundo y ser más tolerante. No pretendo tener toda la verdad. Los judíos somos humanos como los demás, ni inferiores, ni mucho menos superiores.

Me conmoví cuando el Papa Juan, Giovanni XXIII formuló su encíclica, “Nostra Aetate”, llamándonos “nuestros hermanos mayores”, tratando de rectificar la opinión que el resto de la humanidad tenía de los judíos.

Ha habido otro gran Papa, Juan Pablo II. Un ser humano de una enorme piedad. “Rajmonot” es una enorme calidad judía. Nunca antes había habido un polaco, Karol Woitila, elegido como Sumo Pontífice en Roma.

Sin ser puritano ni mojigato, digo que la religión católica, el Papado, que acaba de ser ocupado por un argentino de enorme calidad humana, amigo del pueblo judío, es una creación de los judíos al principio de la era actual.

Los judíos buscamos la verdad y la paz. Shalom.

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