El nuevo gobierno de Israel y la visita de Obama

ESTHER SHABOT

El lunes 18 de marzo tomó posesión oficial de las riendas del gobierno israelí la nueva coalición emanada de las elecciones del 22 de enero pasado. Dos días después, el presidente Barack Obama llegó a Israel en su primera visita a este país desde que ocupa el cargo presidencial en Estados Unidos. Vale la pena, pues, hacer un breve análisis tanto de la naturaleza de la nueva coalición gobernante, como de algunas de las impresiones dejadas por la visita del mandatario estadunidense.

Benjamin Netanyahu, a la cabeza de su partido de derecha, Likud-Beitenu (31 bancas), sigue fungiendo como primer ministro, sólo que esta vez en alianza con tres partidos que sólo hasta ahora forman parte de la coalición gobernante: el nuevo partido de reciente registro, Yesh Atid (Hay Futuro, con 19 bancas), encabezado por Yair Lapid, el Habait Hayehudí (La casa Judía, 12 bancas) dirigido por Naftalí Bennett, y Hatnuá (El Movimiento, seis bancas) cuya dirigente, Tzipi Livni, fue a lo largo de la cadencia de Ehud Olmert ministra de Relaciones Exteriores, para pasar a la oposición durante la gestión de Netanyahu que acaba de concluir.

¿Qué ha cambiado en cuanto a la naturaleza del nuevo gobierno hoy vigente? Primero que nada, que los partidos ultraortodoxos religiosos han quedado en la oposición y a la defensiva en cuanto a las nuevas condiciones que deberán enfrentar. Tanto Yesh Atid, que es catalogado como centrista, lo mismo que Habait Hayehudí, definido como de derecha religiosa de línea ultranacionalista y defensora de la creación de asentamientos judíos en territorios palestinos, han hecho mancuerna en pos de lo que denominan “un reparto equitativo de las responsabilidades ciudadanas”, lo cual significa que los ultraortodoxos cumplan, como lo hace el resto de la población, con el servicio militar o el servicio nacional, y que se incorporen de manera productiva al mercado de trabajo, dejando así de depender de las prestaciones estatales que en buena medida los han sostenido económicamente a lo largo de mucho tiempo.

La fuerza y popularidad de este objetivo dentro del manejo de la política interna en Israel se ha convertido en central y prioritaria. De ahí los buenos resultados del nuevo partido de Lapid en las urnas, quien consiguió su ascenso político no sólo por su carisma personal, sino también debido a las dificultades económicas crecientes del país, que incluyen un problemático presupuesto nacional que deberá ser drásticamente recortado en los próximos meses. De hecho, Lapid ha sido nombrado ministro de finanzas, lo cual le permitirá maniobrar para que la incorporación de la población ultraortodoxa a la vida económicamente productiva se vaya haciendo realidad.

Dentro de este escenario tan concentrado en las dificultades económicas y sociales internas, el espacio destinado a la relación con el pueblo palestino se ha visto reducido considerablemente. De hecho tan sólo el partido Hatnuá de Tzipi Livni asume este tema como prioritario dentro de la agenda gubernamental. Sin embargo, parece ser que es poco lo que puede lograr, dada su condición minoritaria dentro de la coalición y la magnitud de la fuerza política de sus socios dentro del mismo gobierno. La mayor parte del Likud Beitenu de Netanyahu, y el Habait Hayehudí de Bennett poseen una postura no afín al proyecto de “dos Estados para dos pueblos”, con lo cual la voluntad negociadora resulta, por decir lo menos, bastante dudosa.

El presidente Obama fue recibido en Israel por ese nuevo gobierno. A reserva de un análisis más a fondo de tal visita, lo que se evidenció en las cálidas comparecencias de Obama fue un vínculo muy estrecho entre los dos pueblos, lo mismo que una preocupación común por la amenaza que representa la carrera nuclear iraní para la seguridad regional y mundial. Y por supuesto Obama no dejó de expresar su postura de que los israelíes deben asumir el compromiso de negociar con seriedad el tema de la creación del Estado palestino independiente para acabar así con la ocupación. Qué tanto presionará Obama a Israel efectivamente en ese sentido es algo que aún no es claro (dependerá de una serie de circunstancias hoy imprevisibles), pero de cualquier forma, el mensaje ha sido transmitido una vez más con gran claridad.


Fuente:excelsior.com.mx

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esther shabot: Licenciada en Sociología (Universidad Nacional Autónoma de México, 1980), con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana (1982-1985). Docente en la ENEP Acatlán, UNAM (1984-1994), impartiendo las materias «Medio Oriente en el siglo xx» e «Historia Mundial del siglo xx». Actualmente es profesora en diversas universidades e instituciones educativas mexicanas privadas. Desde 1986 es columnista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales. Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo xx (1992). Es coautora de Humanismo y cultura judía (1999) y coordinadora de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México (2002). Redactora de la entrada sobre «Antisemitismo en México», en Antisemitism: A Historical Encyclo-pedia of Prejudice and Persecution (2005).